Epílogo: Convivir es difícil, pero ¿vale o no la pena?

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-Ya van a hacer dos meses desde que os mudasteis juntos, ¿verdad? -Comentó Fukuzawa a modo de saludo mientras se acercaba a la pareja de detectives que más vistos se tenían los juzgados-. ¿Qué tal os va?

Tanto Kunikida como Dazai dejaron lo que estaban haciendo a un lado -vaguear en el caso del suicida- para atender a la charla que les proponía su jefe. No fueron los únicos. Ranpo paró de dar vueltas en su silla giratoria con la idea de poner la oreja en la conversación, Yosano se paseó "casualmente" por la oficia e incluso Atsushi y Kyouka se vieron tentados a escuchar. Sin embargo, a ese dúo tan particular no le importaba quién mirase. Es verdad que no iban con ganas de causar escándalo, pero desde hacía unos días Osamu estaba más mimoso y meloso de lo habitual. Se sentiría celoso de la gata o algo.

-Va todo viento en popa, jefe. -Declaró el moreno con una amplia sonrisa que hasta lo hacía parecer buena persona.

-Viento en popa, viento en popa... Te recuerdo que este fin de semana te voy a enseñar a pasar el aspirador. -Gruñó el idealista.

-¿Qué? ¡Ya no me quieres, Doppo!

-¿En qué se relacionan el aspirador y el amor?

-A Tama le da miedo el aspirador.

-Es un gato. A los gatos les molestan los ruidos fuertes, pero hay que pasarlo.

-¿Tenéis gato? -Cuestionó Fukuzawa.

-Jefe, ¿no se enteró? Si liaron una muy gorda para ponerle un nombre.

-El presidente es un viejo que no se da cuenta de nada.

-Ranpo...

-Y al final fue Atsushi-kun quien bautizó a nuestra gata. Espero que cuando tengamos un hijo no pase lo mismo.

-Pero si eras tú el que no quería niños...

-Dame unos añitos. Igual a los treinta he cambiado de idea. Imagínanos: tú y yo con un bebé.

-Dios mío, qué miedo. Prefiero que hagamos maratón de Ju-On esta noche.

-Sabía que lo conseguiría.

-Serás...

Akiko y Osamu prorrumpieron en carcajadas, Doppo frunció el ceño, Edogawa siguió a lo suyo y Yukichi esbozó una sonrisa. Aquella pareja, y en especial el más bajo de ambos, siempre era así de impredecible y cómica. Un día podrían saltar con un maratón de películas de terror y al siguiente pretender organizar un picnic grupal aprovechando la floración de los cerezos. No sería la primera vez que al suicida se le pasaba alguna idea similar por la cabeza y acababan pegándose con la mafia borrachos a pleno día en mitad de un parque.

Esa jornada, que era tan normal como cualquier otra, salieron de la oficina a la hora de siempre. Caminaron juntos, dirigiendo sus pasos rumbo a su apartamento. Sin importarle en absoluto el resto de viandantes, Dazai entrelazó los dedos con los de su pareja. Kunikida no pudo hacer nada más que sonreír. Estaban felices, eran felices. Es verdad que a veces tenían sus más y sus menos, que podían llegar a discutir por tonterías o que el moreno se inventaba siempre la artimaña más estúpida para poder librarse de las tareas domésticas. Todo eso era una realidad tan evidente como que la Tierra gira alrededor del Sol. Pero por esos mismos principios, su alegría y su amor eran entonces tan obvios como las Leyes de Newton.

-¿Sabes, Doppo? Me encanta vivir contigo.

-¿Porque te hago el desayuno, la comida y la cena como un hotel con pensión completa?

-Puede ser. Pero sobre todo es porque adoro estar a tu lado.

-No te vas a librar de lo del aspirador.

-Ni tú de Toshio-kun.

-Maldito niño demoníaco...

-¡Ya sé! ¡Llamemos Toshio a nuestro hijo! ¡Y Sadako a nuestra hija!

-Vale, Osamu, tu obsesión por las películas de terror ha llegado demasiado lejos.

-Pero si son comedias divertidísimas. Acuérdate de esa parte en Ringu en la que...

Vista semejante conversación, Doppo no sabía qué hacer para acallar a su novio. Habían llegado a las puertas de su piso así que, antes de meter la llave en la cerradura y con tal de evitar que continuase, el idealista se inclinó y atrapó los labios contrarios. Los devoró sin pudor alguno, metiendo su lengua en la boca ajena y explorando cada rincón. Era uno de esos besos que te dejan sin aliento y que, cuando terminan, te olvidas de cómo hablar. Por suerte o por desgracia, Osamu podría haber vivido de la oratoria.

-Vale... igual está noche hacemos otras cosas divertidas, además de ver Ju-On.

-No me parecería mal plan, pero cenemos primero.

-Lo veo correcto.

Con sonrisas cómplices entraron a su casa. Un maullido los saludó y una pequeña gata que cada día era más grande, que lo llenaba todo de pelos y que ahora tenía los ojos grises salió a su encuentro.

-¡Ya estamos en casa, Tama!

Cómo convivir con un suicida [Kunikidazai] [BSD fanfic yaoi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora