Que fácil es imaginar...

482 40 9
                                    

Azul. Abrí un poco los ojos y vi todas las cosas con un liguero destello azul, era de mañana nuevamente. Seguramente el sol estaba saliendo poco a poco de su indefectible escondite haciendo todo perceptible.

Otra noche desgastada y demacrada, sin dormir y junto a la poco confiable compañía de mi mismo y la insensata imaginación que va siempre a su lado.

Suspiré una vez más mirando el pulcro techo de mi habitación. ¿Cuántas noches más en vela tendría que pasar para conseguir tranquilidad? No, no lo sabía en absoluto.

Quité mi cuerpo del colchón que tan bien había acogido todas las vueltas y pataleos que había dado durante la noche. Desbloquee mi celular para ver, como todos los días, ninguna notificación de interés.

5:54 AM

Llevé mi uniforme y toallas al cuarto de baño; no estaría mal despejarse de todo por unos minutos bajo esa lluvia artificial.

Era ridículo, ¿todos los días de mi vida serían así de miserables?, ¿qué tanto una persona es capaz arrepentirse? Quizás, solo quizás si me arrepentía un poco más sería capaz de volver en el tiempo, de rehacer todo lo malo que he hecho.

Me miré en el espejo aún borroso por la reciente ducha. En realidad no había podido despejarme en ningún momento, y continuaba en la misma situación.

Pelo y ojos oscuros, ojeras, desdicha, tristeza y arrepentimiento marcadas fuertemente en mis facciones, había pasado un montón de días en la misma miseria, hundiéndome cada vez más en mi mundo sin poder tener ni una sola grieta de paz.

Mamá nuevamente me daba ánimos, «¡hijo hoy será un gran día!» suele decir, todos los días eran un gran día para ella, y por poco que sea, lograba ablandar un poco la oscuridad de mi mente el hecho que ella siguiera con una sonrisa en el rostro.

No sabía cómo continuar el día después de atravesar el umbral de la puerta principal, otra vez me encontraba mirando mis gastadas zapatillas mientras los pasos se daban solos por el camino que ya tenía marcada mis huellas en él; siempre lo mismo. No ponía la vista al frente, el camino era siempre solo las hundiduras de las mismas piezas de concreto caminando en la misma dirección de todos los días, y así, el miedo seguía en mi cuerpo al sentirse así de acorralado en los brazos de los constantes días grises, porque levantar la mirada significaba ver lugares que aún mantenían bonitos sentimientos, y eso no quería arruinar, no eso, lo poco que quedaba de ella.

Era un poco divertido fijarme en el fino vaho que expelía mi respiración, y como desaparecía, siendo libre en el frío viento. Muy cursi y cliché sería decir que eso mismo quería yo, pero era un hecho difícil de desmentir.

La vida había cambiando un poco, bastante para mi. No quería pensar en el motivo de por qué ella seguía haciéndome recordarla, pero con el tiempo ya habiendo escapado, los intentos fallidos de mi extrovertida compañera simplemente dejaron de ser intentos. Ella, la niña que se sentaba junto a mí, siempre se veía radiante y bonita, conversaba con medio mundo, y sus colores eran siempre radiantes; sabía conversar y ser convincente, y aún así, jamás logré hacer, de ninguna forma, que no me recordara a ella. Pero verla tan distinta, con su pelo largo, sus ganas de convivir, de reír, me hacía pensar que quizás habría podido ver a Hyoyeon hacer lo mismo.

Habría visto como todos los días llegaba un poco dormida a sentarse junto a mí, o quizás haber visto cómo se maquillaba en plena clase. Habría visto como su pelo crecía con el pasar de las semanas, y como ordenaba su coleta alta entremedio de los terribles monólogos de historia. Quizás, solo quizás, la habría visto con mi chaqueta puesta sobre sus piernas en los días que nevaba, y habría podido analizar la forma en la que escribía.

Pero nuevamente, eso no lo pude hacer posible.

Y aunque entre clase, donde habían pedazos  de tiempo, en las noches interminables, en los caminos de regreso a casa, y en realidad, en todo momento, podía imaginar cómo sería el escenario en que nos volvieramos a ver las caras, en dónde lograba conseguir una mirada dulce, una caricia envolvente, un cruce de caminos, sabía que solo terminaban siendo eso, un doloroso recordatorios que aquello no iba a pasar más que en mi mente.

Pero quizás en la próxima vez que salga, quizás en la próxima vez que vea un perfil, en medio de un receso o incluso cuando bajaba a comprar, podría encontrarte.

Así como hoy, que inesperadamente choqué con un pequeño cuerpo conocido en el insípido camino a casa, que me miraron genuina sorpresa y entuciasmo.

—¿Jungkook?

Y esos labios de tonos melocotón me recordaron que tal vez la suerte exista, y que la vida puede no ser tan mala.

Final de Tonight

Tonight ♡ jjk.2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora