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Siempre fui tan poco reconocida en torno de mi familia, mejor llamada Ishida, una de las más jóvenes de ahí, teniendo mis respectivos diecisiete años, de una estatura bastante pequeña, había que recalcar el hecho que era muy pequeña.
Una familia de pocos recursos era donde yo me originaba, por lo que, mi padre llegó a un acuerdo para que yo pudiera seguir con mis estudios.
-¡Ya levántate! ¡Se te hará tarde! -Se escucho la escandalosa voz de mi madre, proviniente de la cocina.
-Ya voy, ya voy -Logre contestar de forma bastante perezosa, mis ganas de levantarme eran nulas.
Más era una obligación en esos momentos era por mi desgracia salir de la cama, e irme a una mansión que quien sabe, siendo solamente un triste sacrificio.
Mi comprensión en esos momentos no era mucho, cuando quise preguntar y obtener aunque sea algo de información, solamente obtuve palabras vacías que decían que simplemente obedeciera.
Al ya estar preparada, me mire unas cuantas veces al espejo para luego bajar, y encontrarme con la sorpresa de aquel hombre de elegante traje.
-Querida, él es Karl Heinz.-Hablo mi padre, apuntando con su mirada a quien se refería, sabiendo que el quería que me presentará de forma adecuada para dar una buena imagen.
-Un gusto, soy Ishida Tn -Me límite a contestar, jugando con sus dedos detrás de su espalda, recibiendo como corta contestación un "igualmente."
-El será el encargado de enviarte a la mansión.-Hablo ahora mi madre, entre aires de tristeza, la situación le apenaba.
-Bien. -Me había prometido a mi misma no llorar, pero pensar que mi vida estaba siendo arruinada en par de segundos no me dejaba en paz.
Esto no era lo que quería para mí.
Sentí los brazos de mi madre, rodeandome en un abrazo que no quería soltar, y con típicas palabras de aliento de que todo estaría bien. Aunque no fuera así.
-Es hora... De irnos. -Con dificultad mencionó, desviando la mirada ante aquella escena tan empalagosa, jurando que ese asco estaba presente en él.
Realmente esperaba algo más de mis padres, esperaba que no me dejaran ir, que no me arrebataran de sus brazos, que me quedara ahí, como siempre. Pero no fue así, palabras vacías de despedida fue lo único que recibí.
Antes de subir a aquel automóvil tan lujoso, Karl hizo una postura para poder hablar.-Fue un gusto señores.
-Adiós, padres. -Movi mi mano de izquierda a derecha, como última despedida. El tono de mi voz era tembloroso, tenía mucho miedo.
-Te vez nerviosa. -Su tono de voz era turbio, llega a a dar mucho miedo, a lo que me limité a asentir, dando en entender mis nervios.-Pues, será mejor que te deshagas de ellos, por qué llegamos.
Mi mirada se guío directamente a la mansión que tenía ahora frente a mis ojos. Era muchísimo más enorme de lo que pensé, a la hora de bajarme y bajar mis cosas, quería agradecerle a Karl por traerme, más no había nada más que una profunda soledad y yo.
Caminé hacia donde era la mansión, admirando sus hermosos alrededores la verdad. Al ya estar frente a la puerta principal, solté un suspiro de los nervios, y cuando justo iba a tocar la puerta está se abrió como si por instinto se tratara. Lo cual fue una sorpresa para mi, y un gran escalofrío paso por mi mente.
Todo aquí era verdaderamente extraño.
Al ya estar adentro todo se veía igual, turbio. Más no me quedaba otra opción. -Uh, dios, esto es muy tenebroso.-Hable para mí misma, sintiendo como una mano tapaba lo que era mi nariz y mi boca, sintiendo mis sentidos desvanecerse y caer.
No había nada más que vacío.
¡BUENO! como lo dije, para las personas nuevas, espero que disfruten de esta historia.
Los capítulos están siendo reescritos y les agradecería muchísimo que le dieran una estrellita.
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Take my breath away. (Kanato Sakamaki y Tú) [Corrigiendo]
Fiksi Penggemar†Ella, una personalidad "normal" en donde no había maldad ni egoísmo, donde su sonrisa podía iluminar a la persona más triste, ella, todo lo que había en ella, sería arrebatado y doblegado a la miseria, donde el único centro era aquel chico de cabel...