Elise III

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*Un capitulo cortito, pero aún asi actualizo. Jejeje. No me he olvidado de Wattpad :**

Elise caminó por unas cuantas horas acompañada por Loras. Contándole lo nuevo en su vida y escuchándolo a él hacer lo mismo; como solían hacerlo cuando él era un niño y ella lo consolaba y mimaba.

Pasearon por toda la Fortaleza Roja, conversando y riendo con alegría. Y, sin notarlo, las horas se pasaron a una velocidad increíble, lo que significaba que tendría que regresar a sus habitaciones antes de que oscureciera.

Se despidieron con un saludo amistoso y finalmente ella regresó a su habitación.

Al apenas pasar la puerta, se encontró con que todo era un completo desastre: la gente corría, gritaba, lloraba... diciendo que...¿Acaso había escuchado bien?¿¡El Rey había muerto!? No podía ser posible... ¡Margaery! Dioses, esperaba que estuviera bien; sana y salva.

Sus guardias la hicieron entrar a la recamara a la fuerza, para mantenerla a salvo. Ella no entendía nada. De seguro todo no era más que una mentira, una broma de mal gusto.

Aunque en el fondo, no lamentaba nada la muerte de Joffrey Baratheon. Después de todos los rumores que había escuchado de él, no merecía menos.

Decían que había muerto en manos de Tyrion Lannister, conocido como "El Gnomo". ¡Ja! Eso si sería algo digno de verse.

Se miró al espejo; tenía las mejillas coloradas y los ojos cansados. Se mojó la cara con agua fría y se quitó el vestido lentamente.

El sol se había escondido por completo, por lo que encendió unas velas para poder ver. Luego se puso un camisón blanco bastante suelto, hecho de una seda tan suave que apenas le parecía estar vestida.

Se recostó en la cama y se encontró a si misma pensando en Oberyn Martell. Por mas que intentó mantenerse enfocada en su conversación con Loras...sólo le venía una cosa a la mente...La Víbora Roja. Torció el labio al pensar en ese apodo.

Recordó su primer encuentro hacia muchos años: Elise no era más que una muchacha mientras que Oberyn ya era un hombre... Ella había viajado a Lanza del Sol luego de que su padre, Symond Dorlaihs se lo pidiera. Al conocerlo, no pudo fijar sus ojos en otra cosa que no fuese él.

Su esposo acababa de morir no hacia tanto, y Elise nunca pensó en interesarse en alguien luego de eso. Y sin embargo, el príncipe de Dorne también se interesó en ella...

Resultaba que ella lo había conocido desde que era una niña, y solía jugar con él en los jardines del Palacio Antiguo. El recuerdo de aquel lugar le sacó una sonrisa... El palacio de la familia Martell era magnifico, y el salón donde sería el banquete era extremadamente grande, repleto de gente. La mayoría riendo a carcajadas, todos felices...como de costumbre en Dorne. Y ella, que había vivido toda su vida en una isla... Nunca había visto algo así... Tan hermoso.

Había gente por doquier y parecía que a medida que pasaba el tiempo...llegaban mas.

Cuando Oberyn se acercó a ella y a su padre, el sólo escuchar su voz le decía que ese hombre no era como todos...

Sintió su mirada clavada en ella todo el resto de la noche, él la observaba a lo lejos y le sonreía de forma pícara. Cabello negro largo hasta por arriba de los hombros y unos ojos oscuros tan cautivadores. Era esbelto, y no se podía decir que era apuesto, pero algo era inevitablemente atractivo en él...

¿Cómo sucedió el resto, lo que vino después de eso? No importaba. Todo fue causa de aquel día...

Elise recordó lo acaloradas que estaban sus mejillas aquella vez... Y cuando hicieron el amor...

Oberyn había sido el primero en todo; en interesarla, en besarla, en llevarla a la cama...

Cuando sus padres regresaron a su hogar, Doral, ella decidió quedarse por un tiempo en Lanza del Sol, con su propia guardia para cuidar de ella. Oberyn y su hermano Doran le habían ofrecido un cuarto en la Torre del Sol solo para ella, y Elise aceptó sin dudarlo.

Eran una buena pareja. Él la hizo sentir tan importante, amada, y ella lo amaba profundamente, lo cuidaba como si fuera un niño, porque solía comportarse como uno. Fue su primer amor...

La familia Martell le había tomado cariño, he incluso sus hijas: Obara, Nymeria y la pequeña Tyene. Cuando pensó en ellas sonrió con tristeza, y Daeron vino a su mente.

Sus pensamientos se fueron a un momento en la boda de Margaery, en el que pudo ver a Oberyn sentado con una mujer, de cabello oscuro. Era atractiva... Le parecía sumamente conocida, y no conseguía descifrar de donde.

«Supongo que no debe haber tardado mucho en conseguirse una nueva... —pensó Elise —. Es el príncipe de Dorne... Aunque... es mas que eso...».

Sonrió a sus adentros y notó que se le cerraban los ojos del sueño. El tiempo se le había pasado en un suspiro, y ya era casi medianoche. Le pareció extraño que Oberyn no hubiese llegado aún. Supuso que él no vendría, después de todo lo ocurrido...

«Mejor así...». Tenía que pensar con mucha exactitud lo que iba a decir. Pero...¿Qué le diría?

No podía decirle la verdad, no era justo. Lo lastimaría en lo mas profundo de su alma.

¿Mentirle? Ella odiaba mentir. Pero, ¿qué se suponía que debía hacer? Era un asunto sumamente delicado para ella.

Practicó una cantidad muy grande de discursos variables en su mente hasta que cayó en un sueño profundo.

En sus sueños, aquellos ojos negros seguían acechándola sin piedad...

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