Elise

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Apenas bajó del barco, pudo sentir el olor asqueroso que tenía el aire de la capital. Las náuseas invadieron su cuerpo y por fin entendió porque a los dornienses no les gustaba aquel lugar...

 Las náuseas invadieron su cuerpo y por fin entendió porque a los dornienses no les gustaba aquel lugar

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Antes de siquiera haber llegado, ella sabia que esa ciudad no era para ella. Lo sentía en su cuerpo...
Había escuchado tantas cosas horripilantes que solo la idea de visitarla le provocaba un nudo en el estomago. Pero, sin embargo, no tenía mucha opción a elegir, se sentía obligada a ir ya que Margaery Tyrell, a quien le guardaba mucho cariño, contraería matrimonio y nada menos que con el mismísimo Joffrey Baratheon, el futuro Rey de los Siete Reinos.
Margaery era mucho menor que ella, pero le había tomado un gran cariño en sus muchos viajes a Altojardin, en el que ella había cuidado de la pequeña cuando no era más que una bebé. Le guardada mucho cariño al igual que a sus hermanos Willas, Garlan y Loras.
No le entusiasmaba nada la idea de una boda, y menos en ese espantoso lugar. Apenas dio unos pocos pasos fuera del barco y los hombres del puerto ya le habían gritado todo tipo de obscenidades, una mas horrible que la otra. Intentó que aquello no le importase, pues ella estaba acostumbrada a cosas así...
Ella se hospedaría en las habitaciones del sur de la Fortaleza Roja, junto con la familia de la futura reina y sus amistades más cercanas. Aquello la alegró bastante; saber que a pesar de todo su amistad con los Tyrell era apreciada por ellos. Sin embargo, sentía que no pertenecía en ese lugar... Y sobre todo..extrañaba Braavos, y a Daeron...
Durante el viaje, tuvo un sueño espantoso... En su sueño podía verse a sí misma corriendo desesperada en un lugar repleto de niebla. Y a medida que avanzaba podía ver mas casas, mansiones, mercados, árboles y sin saber la razón por la que sentía un pánico terrible.
Mientras corría, pudo notar que la porción de suelo en la que ella se encontraba se hundía, más y más, llevándola hacia lo mas profundo de la tierra. Ella gritaba, lloraba, pero no se escuchaba ni un sonido.
Intentaba saltar, escaparse de aquella pesadilla. Pero cuando hacía el intento, había algo la aferraba, algo le evitaba salir de ese infierno. Y mientras más deseos tenia ella de escapar más presión sentía en sus pies, en sus piernas...algo que no la dejaba irse.
Miró hacia sus pies para poder ver qué era lo que causaba aquello en ella, y pudo ver con claridad lo que no le permitía seguir: una serpiente... Una negra y enorme serpiente que se iba enroscando en sus piernas, atrayendo la hacia ella.
La serpiente la miraba con aquellos ojos negros e hipnotizadores que tan bien conocía y ella no podía ver otra cosa que no fueran esos ojos. Veía sus dientes filosos como cuchillas, que le sonreían de forma burlona. Cuando la serpiente había llegado a cubrir todo su cuello, asfixiando la, ella despertó. Sus ojos se abrieron sintiendo la respiración entrecortada y el corazón acelerado en su cuerpo. Gotas de sudor caían por su frente y, sin embargo, en su camarote hacía un frio desgarrador.
Intento olvidarse de esa pesadilla tan horrenda, pero no pudo. Es mas, fue en lo único que pudo pensar en todo el viaje desde Braavos hasta la capital.

Cuando llegó a sus habitaciones le pidió a sus doncellas de compañía que le consiguieran los mejores vestidos que hubiera en la cuidad

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Cuando llegó a sus habitaciones le pidió a sus doncellas de compañía que le consiguieran los mejores vestidos que hubiera en la cuidad. Ellas obedecieron sin dudarlo. Pudo ver lo hermosa que era su habitación; con una decoración impecable y una iluminación excelente. Tenía una gran cama en el centro y un cuarto de baño detrás.
Tres de sus guardias se quedaron custodiando la puerta. Mientras que uno, el mas joven, le hizo compañía en la habitación.
Ella miró por el balcón de su habitación, que daba justo al mar...«Precioso».
El clima no había sido muy favorecedor para su llegada, estaba lloviendo y hacia un frío que le colaba los huesos, odiaba el frío. O a lo mejor era el hecho de que estaba acostumbrada al calor de Braavos..o incluso el de Dorne.
Así que se empeñó en desempacar y poner todo en su perfecto orden, como a ella le gustaba.
Decidió darse un baño, pidiendo a las doncellas que llenaran la tuba con agua caliente. Una vez hecho, ella vertió una gran cantidad de pétalos de jazmines de Myr, los cuales desprendían un olor exquisito. Se adentro en la bañera y se sintió en casa.
Pensó en la boda y en sus invitados. Se preguntó cuantos invitados habrían de asistir a una boda tan extravagante... Dudó sobre quienes vendrían a la ceremonia y quienes no. Se sentía aliviada por ciertos motivos, por ciertas personas que no iban a asistir. Decidió relajarse para lucir tranquila en la boda de su querida Margaery.
Luego de unas horas sus doncellas le habían traído una cantidad exuberante de vestidos antes de que ella pudiera salir del baño. De los colores mas hermosos y detalles encantadores.
Tenia muchas opciones, pero conseguía decidirse por cual era la adecuada para aquella ocasión.
Finalmente le gustó un vestido de seda celeste oscuro de detalles dorados y rojos en lugares variados, con un encaje que se ajustaba justo en la parte de su busto, y tenía un escote era muy preciso.
Para adornar la vestimenta, buscó un cinturón de plata con detalles de flores que le ajustaba la cintura y hacia resaltar sus curvas.
Le fascinó todo el conjunto y, según sus doncellas, se veía bellísima usándolo.
Faltaban un par de días para la ceremonia, por lo qué se decidió a pasear por la Fortaleza y conocer un poco el lugar. Ademas, quería evitar llamar la atención, nunca le había gustado. Solo estaría presente para la boda y unos días después se iría, o ese era su plan...

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