Oyó el tronar de sus costillas, rompiéndose, y sintió cómo la sangre caía caliente y espesa por su piel, cuando Wron desencajó el martillo y, con este, la púa que se había incrustado en su carne. Justo cuando creyó que había encontrado la forma de soportar el dolor, Wron se superó a sí mismo de esta despiadada manera. El mensaje era muy claro: al rey no le importaba dejarla en pedazos, siempre y cuando alguno de los trozos que quedase, quisiera hablar.
Wron "el despellejador" ¿cuánto tiempo pasará para que también a mí me arranque la piel? -pensó Ashlyn y con pesar vio como éste cogía vuelo con su martillo para asentar otro golpe. Esta vez fue el hueso de su pierna al que escuchó quebrarse y, sintió su vista nublarse, entonces él paro. La sujetó de la cara y le dijo:
-Sabes, conozco numerosas estrategias para mantener consiente a mi víctima por más tiempo durante las torturas, ¿jugamos a algo Ashlyn? -dijo Wron mientras examinaba a la Warussa con mirada burlona -¿Te has preguntado por qué visto de tantos colores y no llevo el color distintivo de mi raza? Obsérvame bien, repugnante Warussa -le ordenó con firmeza, al tiempo que le daba suaves pero firmes bofetadas para traerla en sí.
-A quién demonios le importa- balbuceó la Warussa, pero su voz era apenas un leve susurro.
-Verás, siempre tomo recuerdos de mis víctimas, después de haberlas asesinado, claro está. Por ello, me gano con creces sus esplendorosos obsequios y me quito de encima el título de ladrón, pues a un cadáver de nada le van a servir sus posesiones ¿cierto? Por ejemplo: este martillo de mango azul lo gané ayer de un Warusso rebelde. Ohm, pensándolo bien, llevo muchas cosas azules, -gesticuló una mueca que lo hizo lucir pensativo, se acercó al oído de Ashlyn y murmuró -Me gusta matar Warussos, siento placer al acabar con los mal llamados "hijos de la muerte". Y aunque nunca he visto a la diosa May (diosa de la muerte), yo le he dado muchos más regalos que cualquiera de sus hijos. Observa con atención, esta espada es una de mis favoritas, la arranqué de las frías manos del cadáver de tu padre unos años atrás. -Y, tras decir esto, dio un paso atrás para disfrutar de la reacción de Ashlyn ante sus palabras, quien se sacudía con rabia intentando liberarse y cuyos ojos, ardían inmersos en un incesante odio.
-¡Mi magnifica presa!, ¿qué ha pasado con tu solemne orgullo y tu autocontrol? -exclamó Wron, con un tono repleto de ironía y continuó: - ¿Acaso mis palabras en referencia a la basura han profanado tu frío corazón? -acercó a su boca el martillo impregnado con la sangre de Ashlyn y, pasando su lengua por una de sus púas, añadió: -No temas, pronto la basura te recibirá con los brazos abiertos.
Y sin decir más, el general tomó nuevamente impulso, abalanzándose sin piedad en dirección a su presa. Pero antes de que sus movimientos llegaran hasta la malherida Warussa y el impacto causara estragos e incluso su deceso, el chirrido retumbante de la puerta abriéndose, interrumpió bruscamente su regocijo.
Era el impertinente lacayo, quien torpemente, entró al interior de las mazmorras, tropezándose y rodando de manera ruidosa por la escalera.
-Tu tiempo se ha terminado, mi terrorífico y calvo amigo. -dijo el atrevido lacayo, mientras se sobaba su maltratado trasero.
-Wron, indignado, lo tomó del cuello con una de sus manos. -Te has ganado una visita al más allá, maldito lacayo. ¿Cómo te atreves a interrumpirme y a burlarte de mí? -gruñó, envuelto en cólera.
- ¡No, no, no!, mi buen amigo. -respondió el lacayo pasmado por la presión y agregó: -Fueron órdenes directas de nuestro soberano Rey Osoro. Quien temía que te extralimitaras y no se equivocó. Recuerda que, de la vida de ella, depende la nuestra. -y con uno de sus dedos señaló a Ashlyn.
Los ojos de Wron se resignaron al escuchar el nombre del Rey, y como buen servidor, aplacó la llama intensa que crecía en su interior y le puso fin a su accionar. Aventó bruscamente al lacayo contra la pared y se dirigió hacia Ashlyn y, tomándola del cabello, le dijo: -¡Qué ni se te ocurra morir, asquerosa Warussa!, nuestro juego apenas comienza.
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"El Sello Maldito"
RandomEstaba en una habitación oscura, la luz de las velas le daban un brillo tenue y tétrico al lugar. Sobre la mesa se encontraba una mujer, amarrada de pies y manos, rodeada por un grupo de personas, con raras vestimentas que ocultaban sus rostros. Su...