Capítulo nueve

605 110 62
                                    

Parte I.

Madón sintió el olor a humedad y pinos de aquel cuarto que conocía de todo, y no pudo evitar intentar alzar sus párpados varias veces al descifrar el tacto de la piel de arce de su pequeña cama hecha de cuerno de mollón.

Desconcertado miró fijamente hacia arriba, y sus ojos se llenaron de pequeñas chispa de reconocimiento al instante que la madera azul oscura —color que le recordó a todas las noches de insomnio creadas por el segundo demonio cuando aún vivía para atormentar a su familia; en especial, a su madre— se presentó frente a él, al igual que diversas formas redondeadas de color blanco brillando que no tardó en localizar.

Estaba en casa.

Una profunda tranquilidad nació en él, y se relajó en su cama unos segundos, disfrutando del agradable ambiente hogareño que generalmente en esa casa, no había con tanta intensidad.

Sonrió un poco al pensar que estaba en su hogar, que ya no tendría que seguir buscando el camino a casa, y que, en ese mismo momento, estaba protegido.

Eso lo hizo pensar por unos momentos, dejar la ignorancia, arruinar el preciado momento de felicidad con pensamientos que habían sido nublados por el deseo, para remplazarlo con atronadoras dudas que hacían que su inexistente corazón, latiera en sus tímpanos. 

Madón comenzó a divagar, sin dejar de apretar fuertemente las sábanas, y las preguntas empezaron a resonar cada vez más fuerte en su mente: ¿por qué no recordaba nada antes de ese momento?, ¿qué significaba "el camino a casa"?, ¿por qué el ambiente era hogareño, cuando nunca antes lo había sentido así?, ¿de qué estaba protegido exactamente?

Se tensó ante las tantas dudas que su mente formulaba por segundo, y prestó mayor atención a su alrededor, intentando recordar algo que le dijera cómo llegó allí.

Aunque no estaba muy seguro de si en primer momento había salido.

La voz de su madre, campante y saltarina, cantó al ritmo de un sonido extraño que Madón reconoció como la croata —copa que se frota en diferentes lugares, y dependiendo cuáles sean, deja salir ondas de luz que chocan con las paredes como burbujas, produciendo así música— de su tatarabuelo, y los golpeteos de dedos de su madre con algún material.

Completamente sorprendido, se levantó de la cama, no sin antes darle un último vistazo a su pequeña habitación de paredes verde oscuro y piso negro; tan vacía como lo era su personalidad.

Abrió la puerta redondeada con pequeñas rasgaduras de garras, y asomó su cabeza desde lo alto del pasillo que daba a su cuarto; la imagen de su madre sonriendo lo dejó entorpecido, más aún cuando su sonrisa fue específicamente para él, como tanto había añorado por años, y palabras dulces lo engatusaron sin necesidad de ser pronunciadas más de una vez.

Y eso le hizo darse cuenta de que, si ese era un sueño, no quería despertar.

Fecha de publicación: 24/07/17.

He dibujado a Madón ayer cuando se me ha cortado la luz, y a pesar de no quedar tan parecido, me parece muy tierno aún así.

He dibujado a Madón ayer cuando se me ha cortado la luz, y a pesar de no quedar tan parecido, me parece muy tierno aún así

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Madón y Helgio [#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora