De forma tímida e incómoda ambos se observaron con detalle, intentando así conocer hasta el último de sus rincones con la más larga de las miradas.
El gran bosque estaba cubierto de suaves brillos azules, producidos por pequeños bichos de luz que le daban un aire reconfortante al ambiente, uno menos terrorífico, más amable. Como si él supiera que allí estaba naciendo una historia, forjándose futuros, destruyendo caminos anteriormente plantados y creando nuevos totalmente diferentes; se sentía como si aquello estuviera planeado, como si Madón y Helgio estuvieran destinados a conocerse tarde o temprano, y aquel llamado destino lo quisiera lo más pronto posible, sin importarle si con ello se salteaba partes importantes y necesarias.
Estaba claro, el tiempo era un chiquillo caprichoso, un bebé llorón que tenía poder sobre sus padres adinerados, y hacía del mismo lo que le saliera de los bolsillos a borbotones de dinero.
Y eso no estaba del todo mal.
—Soy nuevo en el bosque, si es que eso es lo que es este lugar—habló Helgio luego de unos largos segundos en los que no hizo otra cosa más que meditar acerca de lo que estaba por decir.—, y soy sincero al decir que no estoy muy seguro de donde estoy. —Dudó unos instantes antes de continuar—: Eso es extraño, ya que tampoco me siento fuera de lugar, incomodo o simplemente irritado.—Madón tomó sus palabras como un hincapié para comenzar una charla que los saqué del frío momento en el que se vieron sumidos.
Vaciló justo antes de hablar con un esfuerzo que le costó disimular, ya que no estaba seguro de qué decir exactamente.
—No estoy mucho mejor de lo que estás, dalo por sentado. Y sí, este es el bosque, el inmenso bosque de los monstruos, y me he perdido en él. Heme de creer cuando digo que, como tú, quiero volver a casa. —Madón fue lento en su respuesta; la analizó, ya que ni por un momento su estatura disminuyó sus posibilidades de morir, no teniendo en cuenta que hace casi segundos una mariposa lo hechizó; no debía fiarse de una nimiedad como la que tenía en frente.
—Casa... Vaya problema el tuyo si deseas volver a un lugar así. —Helgio se mostró seco al pronunciar aquello, y observó muy brevemente a Madón mientras una risa seca se disparaba de sus rosados labios.—¿Qué te hizo creer que volvería a ella? Tengo algo más importante que hacer, mucho más importante que escuchar disculpas falsas.
Desde hacia tiempo "casa" era una palabra que nadie se atrevía a pronunciar, una palabra perdida en su memoria, en aquellos tiempos oscuros de su vida, más oscuros que los de ese mismo momento. Casa era una espina en su pequeño y malherido corazón, una que estaba seguro nunca se iría.
Madón tembló interiormente, y el impulso de contradecirle le superó, logrando que escupa las palabras sin siquiera pensarlas.
—No estoy de acuerdo con lo que dices, ni en lo más mínimo —murmuró saliendo de su trance, aquel en el que se sumergía al decir la verdad, aquello que sentía. Más no se detuvo, algo que latía en su pecho le obligó a hablar: orgullo; por lo que creía, por lo que pensaba, por la que quizás sería una de tantas mentiras.—Casa es el lugar que te protege de los monstruos, al lugar que siempre vuelves al final del día, aquel en el que pasas gran parte de tu vida, con las personas que amas, haciendo y siendo lo que quieras como tú lo desees. También, a veces casa no es un lugar, sino un alguien; aquel que hace que cualquier lugar sea el indicado, y que cualquier cosa valga la pena si está allí, junto a ti.
Helgio frunció su pequeño ceño, y sin dejar que Madón termine de hablar, con un dolor que no podía ser reparado con palabras habló:—A veces dentro de las paredes de lo que llamas un hogar también hay monstruos, y son peores que los que hay fuera, mucho peores. —Desvió su mirada intentando hundir su pesar en lo más profundo de su pecho, sin lograrlo en absoluto.—La guerra también puede darse dentro, en aquel cálido lugar en el que creciste, y por el ser que más anhelabas con todo tu corazón, y puede romperte en pedazos, puede causarte mucho miedo, demasiado dolor, más del que crees que puedes soportar.
Ambos se miraron por largos instantes, instantes importantes, valiosos, en los que intentaron comprenderse, descifrarse, lograr conseguir sus centros.
—Supongo que nunca vamos a entenderlo, o al menos, no ahora. —La voz de Madón se volvió amistosa, dejando de lado ese deje al que se había aferrado para defender lo que amaba: su hogar.
Algo brilló en la mirada de Helgio, logrando que todos sus cabellos se pongan de punta y parezca un pequeño ratón rizado.
—No hasta que tú sufras lo que yo, o yo viva lo que tú. —Asintió al gran monstruo frente a él, logrando que una sonrisa se ensanche en sus labios, sin poder ser disimulada bajo ningún medio.
El autentico humor se deslizó en sus pupilas como una ráfaga de aire helado antes de hablar:—Ese es el problema, querido Helgio: ninguno de los dos dejará que eso pase, porque no estamos dispuestos a cambiar para averiguarlo.
Fecha de publicación: 03/09/17.
Sta girl volvió.
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Madón y Helgio [#1]
Pertualangan(Esta novela no está editada, por lo tanto tiene muchos errores y la redacción es bastante mediocre. Lea bajo su criterio). Madón, rodeado de maldad que no profesa pero igualmente recibe, se ve envuelto en situaciones que no logra ver por completo y...