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Madón quedó pasmado ante la imagen de su madre, y se tambaleó al sentir el pecho oprimido por la emoción; una muy extraña, si había que recalcar.
Escaneó desde lo más alto de sus blancos, largos y puntiagudos cuernos, de gran grosor en la parte más baja y finos en la superior, hasta sus delgadas patas peludas y marrones de minotauro.
El brillo en su amarilla piel solo lo volvía más real, al igual que el de sus dientes blancos y uñas moradas.
—¿Mami? —Aún sin creerlo su vista se posó en su negro cabello, tan largo que tocaba el suelo, y en sus senos tapados por el mismo, que eran de un tamaño medio.
Cuando creyó que no le quedó nada por observar, estudió el cuarto, encontrando a su padre con la croata observarlo sonriente, y a la misma con dos largos palillos de pan, como los que solía prepararle de niño.
Su padre, alto y delgado como él, estaba cubierto de un pelaje grisáceo extremadamente largo, que le hacía parecer mucho más corpulento de lo que en realidad era, al igual que sus ojos amarillos que eran idénticos a los de Madón, y parecían observarlo con un orgullo que antes, no estaba ahí.
Pero lo que más lo descolocó, fue ver que ninguno estaba gritando, y que ambos parecían ser algo que nunca habían sido: cónyuges felices.
Madón borró todo rastro de felicidad de su rostro, y se mantuvo quieto en su lugar, volviendo a sus anteriores pensamientos sobre que ese lugar, no era en realidad el que él creía.
—¿Quiénes son ustedes? —murmuró Madón descolocado, sin poder evitar observar la puerta de salida, en la que momentos después, sus padres se posicionaron.
En aquella pequeña sala, ninguna otra salida había más que la antes nombrada, por lo que su única opción fue volver su mirar a los mismos, que no despegaban su vista de su persona, y apretar sus negros y alargados labios.
—Somos tus padres, ¿lo dudas? —La voz suave de su padre, Trimio, no tenía ese ápice ronco que solía tener, y eso solo empeoró las cosas, e hizo acertadas sus suposiciones.
Madón tragó saliva ante el miedo que le producían sus miradas; miradas que decían más que sus acciones.
—Mis padres no son así. —Su confusión había sido abandonada, y en ese momento, a pesar de temblarle la voz, estaba muy seguro de lo que decía.—Ellos nunca estarían más de dos segundos juntos sin gritarse o echarse culpas sobre temas que no son relevantes, ni mucho menos me sonreirían con tanto amor como ustedes; ellos no se aman, ni me aman a mí.
Decir aquello le había dolido enormemente, aunque no lo pensara con sinceridad; Madón quería creer que aunque no pareciera, sus padres lo querían a él, y se querían entre sí. Porque a pesar de todo lo malo, Madón veía amor donde los demás no veían nada, y eso, no siempre estaba mal.
—¿Por qué dices eso? Nosotros te amamos mucho, Madón. —Su voz al unisono sonó terrorífica, y él, a pesar de estar muy afectado, lo notó, por lo que no pudo evitar retroceder varios pasos dentro de su incomprensión.
Todo su cuerpo latió ante las palabras dichas por los que ahora sabía, eran impostores; su mundo se tambaleó hacia atrás, y cayó sentado al suelo ante sus equivocas palabras, que de reales, no tenían ni una pizca.
Mienten, solo saben mentir.
Al sentirlos subir los trampolines, Madón, aún mareado, se acercó a la puerta de su cuarto, y la abrió, entrando con la mayor rapidez que su cuerpo le permitía.
Al cerrarla detrás de sí, se apoyó en la misma, y comenzó a pararse, buscando con su mano la traba que mantendría a los seres ocupados por un rato.
Tambaleándose se corrió de la puerta justo cuando esta era tocada con suavidad, al igual que el timbre de sus voces, que no hicieron más que alarmarlo.
—Madón, mi amor, ¿podrías salir? —El corazón que creía no tener latió duramente, logrando que se paralizara por el dolor, y soltara un aliento que, no sabía, pero estaba conteniendo a pesar de no creerlo posible.
Buscando una forma de salvarse de lo que él creía la muerte segura, escaneó su cuarto, y quiso regañarse por no permitir que pusieran ninguna ventana en ella, o un pequeño balcón.
La puerta comenzó a ser azotada, seguida de voces que se distorsionaban gritando su nombre una y otra vez, logrando que su desesperación crezca por segundo, y los latidos se volvieran más violentos.
Miedo, eso es lo que sientes, miedo de lo que creíste amar.
Acalló la voz que le atormentaba intentando dar un paso al frente, pero lo único que consiguió fue caer estrepitosamente, haciendo que los latidos se detengan, y empiecen nuevamente, pero mucho más constantes y dolorosos; una última fugaz idea pasó por su mente al caer cerca de la cama, y arrastrándose bajo ésta, sintió su mundo tambalear en las palmas de sus manos, y en las plantas de sus pies.
Contuvo el aliento cuando la puerta dejo de ser golpeada, y en un segundo, trozos de la misma se dispersaron por el cuarto, para dar a conocer pisadas firmes e imponentes.
Suavemente susurraron su nombre una y otra vez, rompiendo todo a su paso, hasta dejar únicamente intacta su pequeña cama marrón que ellos mismos habían construido antes de su nacimiento.
—Madón, mi amor, sal de ahí. —murmuró su madre derecha junto a la cama, intentando aparentar una calma que, ni por asomo, tenía.
Ellos son los verdaderos monstruos.
—No quiero. —Se negó Madón luego de unos segundos, sollozando de miedo, angustia, y dolor.
Un resoplido se escuchó, al igual que fuertes gritos que solo lograron que se encoja en su lugar, y esté aún más negado a salir que antes.
—¡Te he dicho que salgas! —gritó la que supuestamente era su madre totalmente fuera de control, conteniéndose a no romper la cama y asesinar al niño en el intento.
Madón sollozó aún más fuerte, negando con la cabeza una y otra vez.
—¡No quiero! —Su grito se mezcló con llanto, y las lágrimas saladas con un poco de baba y moco que caían ante su incomoda posición para llorar en los costados de los mismos.
¿Quieres desaparecer, Madón?
La voz que en sus sueños siempre le atormentaba, ahora intentaba ayudarlo, y él, sin otra opción más que una afirmativa, se dejó llevar, olvidando los gritos y el sufrimiento, desapareciendo del mundo por unos pocos segundos, segundos en los que sintió la más placentera sensación de paz que en su vida había tenido.
Aunque no mucho mejor que la que le dejaban las sonrisas de su madre.
Fecha de publicación: 26/07/17.
El capítulo más largo hasta ahora, fiu.
Debo decir que ya tengo los esquemas de todos los capítulos hechos, y si nada cambia, serán veinticuatro más el epílogo, algunos extras y el soundtrack, además de la dedicación.
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Madón y Helgio [#1]
Przygodowe(Esta novela no está editada, por lo tanto tiene muchos errores y la redacción es bastante mediocre. Lea bajo su criterio). Madón, rodeado de maldad que no profesa pero igualmente recibe, se ve envuelto en situaciones que no logra ver por completo y...