Capítulo 1

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El Despertar•

La vieja metrópoli. Vacía, absurda, superficial... Es con el simple hecho de ver cómo era todo esto hace milenios y compararlo cómo es ahora, con sus pros y sus contras...
Cada vez más personas abren los ojos ante toda esta sociedad capitalista, entre esas personas estaba Amy Freeman. Ella era por dentro una chica inteligente, alegre, algo extrovertida... Y por fuera una chica de estatura media, piel más o menos clara, pelo oscuro, ojos verdes y en su trabajo vestía elegante y a su vez original, pero en su tiempo libre iba más casual. Trabajaba como alto cargo en uno de los bancos más importantes a nivel nacional. Era admirada por todos sus compañeros e incluso por los pocos cargos superiores que había sobre ella. Todos los días eran exactamente igual; madrugar, desayunar dos tostadas con mermelada, trabajar durante seis horas diarias, ir de compras por la tarde y ver el telediario por la noche, y así sería mañana, pasadomañana, etcétera...
Cada vez que iba al trabajo, todas las personas que andaban por la calle, o iban en autobús o en el metro, usaban a la vez el teléfono móvil. Sólo se encontró a un hombre que no usaba el móvil, pero porque se quedó sin batería y se quejaba en voz alta de esto. En la oficina, tenía que coger el ascensor para acceder a la plata 13°, y sonaba la misma música patética de fondo en el ascensor. Era usarlo y deprimirse por esa música, pero lo verdaderamente deprimente era estar en su despacho haciendo todos los días el mismo número de informes, reuniones...
- La mañana del 5 de abril de... Bueno, la verdad, no logro recordar el año... Pero el caso es que me desperté, me miré ante el espejo, y dije varias veces "NO", cada vez más alto, cada vez más libre. Redacté un mail a mi jefe, el Sr. Pearl, presentando mi dimisión de mi cargo. Hice la maleta, pero la más pequeña que encontré, necesitaba cada vez menos cosas...
Me fui de mi casa.Me dirigí a una agencia inmobiliaria cercana a mi urbanización. Se puso a la venta y en esa misma tarde ya habían 3 personas interesadas en adquirirla. La vendí. Necesitaba buscarme, sabía que me podría encontrar con mi cambio de vida...
                               ***

Me fui lejos, concretamente, de retiro espiritual a una aldea tibetana.
La vida para mí ya no los medía en minutos, ni horas, ni días ni años, sólo momentos.
Las noches eran extremadamente silenciosas. Ese silencio era cautivador. Hipnotizaba aquella sensación de paz de sentarse en la nieve, y observar las montañas, el aire puro, el frío, todo era imprescindible para que el sentimiento te envolviera.
- Una madrugada, todos estaban ya descansando, pero un escalador que pasaba esa semana en la aldea y Amy hablaban mientras contemplaban las imponentes vistas de las montañas cubiertas de grandes capas de nieve, pero empezó lo que marcaría un antes y un después a la pequeña aldea tibetana para siempre.

AmyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora