Capítulo 2

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El miedo

Podían ver como gigantescos desprendimientos de nieve por otras montañas cercanas... Eran increíbles. Si a alguien le cogía una de esas "olas" de nieve, posibilidades de supervivencia serían escasas.
Un seísmo de grado 6. Los daños en la aldea producidos por el terremoto fueron incalculables para las humildes personas que vivían allí.
- Lo único que nos daba alegría era cada vez que alguno de los niños o de las niñas del poblado se reía con alguna tontería de algún adulto intentando distraerlos.
- Las noches se convirtieron poco soleadas, todavía más frías... La tristeza y la desesperación iba creciendo y no había forma de pararlo
- Tras mucho tiempo de trabajar y trabajar para poder recuperar la normalidad aquí, volvimos a estar medianamente bien, pero nunca estaríamos como antes.

                                ***

Al cabo de miles de momentos vividos junto a los aldeanos, decidió cambiar de aires, pero tenía claro que regresaría a la que fue su primera parada en el cambio de su vida. Ella deseaba que su nuevo destino fuese totalmente distinto a las zonas gélidas del Tíbet, un bosque. Pero no un bosque cualquiera, sino a uno en el que el número de personas que han estado en él se pueden contar con la palma de una mano, era el bosque de Prince Hill, misterioso pero también era algo acogedor, frío en las noches estrelladas pero cálido en las luminosas mañanas. Había una cabaña en el centro del bosque, al lado de un lago. En la cabaña, el dueño, el anciano Brian Wood, acogía al peregrino que buscase refugio con mucho cariño, no soportaba la soledad. Pasó un tiempo desde su llegada, y notó una extraña actitud de Brian, no era como antes. La situación era tensa cuando él sabía que ella volvía a la cabaña después de a ver estado cerca del lago, y ella no entendía su nerviosismo. Amy era una chica lista, sabía que algo no iba bien.
Una mañana Brian salió para buscar leña, y Amy inspeccionó su habitación, y encontró informes que había redactado el anciano sobre los peregrinos que se hospedaron en su cabaña. Lo sabía todo sobre ellos. Sus gustos, aficiones, miedos... Y lo inquietante era que venía una foto de cada uno de ellos, tachadas con una cruz roja. La situación no pintaba demasiado bien que se diga.
Su miedo era cada vez mayor, sus manos empezaron a temblar y su frente se estaba  decidió irse de inmediato. Cuando volvió Brian, al ver sus informes ocultos tirados por el suelo, y que ni la chica estaba ya allí, sabía que ya estaba descubierto, corría el riesgo de que ella llamara a la policía, y lo detuvieran. Corrió hacia su sótano a por una pistola y una pala, y salió al bosque, a toda velocidad, a intentar pararla.
Como ella contara su secreto, su vida acabaría en la cárcel, y no iba a dejar que una "niñata" le arruinarse el resto de su existencia. No la encontraba. Parecía que se la había tratado la tierra. No estaba en ningún lugar del bosque. Él calculaba que andando tardaría unas cuatro horas para salir de allí, y no habían pasado ni una y media. Algo estaba fallando, él ya estaba fallando. La intriga que había en toda la situación era suficiente para que el corazón y los pulmones de Brian no aguantaran más. Una parada cardiorrespiratoria hizo punto y final a su vida de secretos, misterios y falsedades... Se acabó todo, pero su cuerpo nunca se encontró.

AmyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora