Una niña de unos nueve años volvía corriendo a su casa ubicada en un tranquilo suburbio de los Estados Unidos.
Ella estaba feliz, su madre la había dejado ir a jugar con los demás niños a la plaza. Jamás la habían dejado y era la primera vez. Pero, su madre la dejó ir con sólo una condición. Ella le dijo: "No ensucies tu vestido nuevo"
Ah, ¿Ese vestido amarillo pastel con lunares? Emily se aseguró de no mancharlo. [...] O eso pensó. Se detuvo bruscamente.
Su madre la mataría, literalmente.
Empezó a sacudir su vestido intentando sacar la mayor tierra posible. Sólo era un poco de polvo, ojalá su madre no se enojara por eso. Con lavarlo saldría, ¿Verdad?
Ojalá estuviera su padre en casa.. Pero Emily sabía que no era muy seguro eso. Por su trabajo él nunca podía estar en casa.
Volvió a caminar, ahora algo desanimada.
Su mamá era muy dura con ella. Con eso de "Las señoritas no hacen eso". Hasta su hermano menor parece mas mujer que ella. Tampoco tenía muchos recuerdos con su papá. Sólo unas fotos y un peluche. Ojalá su padre estuviera bien. Al menos no luchaba por el país cómo su hermano mayor.
Dobló en la esquina, algunos pasos más y ya estaba en su vecindario.
En la casa conjunta a la suya, vio a un niño leyendo un libro en el patio delantero de la casa vecina. Tenía cabellos negros, un rostro serio y ojos extrañamente rojos. Y por cómo eran, suponía que era extranjero. ¿De Asia quizá?
Pensaba en acercarse pero.. ¿Vestida así? ¿Que clase de impresión daría? Ay, ¡Cada vez más suena a su madre!
Corrió rápidamente a su casa, entró y extrañamente no vio a nadie.
— ¿Mamá..? — Preguntó al aire, caminando despacio hacia la habitación de su madre. No hubo respuesta. ¿Dónde estaba su mamá?
De pronto, alguien la levantó desde atrás. Emily intentó voltear para saber de quien se trataba.
— ¿Que clase de señorita tiene un vestido taan mal cuidado? Mamá te matará.
¡Esa voz! ¡Su hermano mayor, Arthur!
Emily instantáneamente sonrió. — ¡Arthur! — De alguna u otra forma la rubia ya estaba colgándose de su hermano, abrazándolo fuertemente.
— Ya, ya. Demasiado cariño. — El otro rubio sonrió levemente dándole suaves palmadas en la cabeza a su hermana para luego bajarla. — ¿Que vas a hacer con ese vestido? Mamá debería estar por llegar.
— ¡Solo es algo de tierra!
— Tierra, está arrugado y aunque no tuviera ninguna mancha, mamá se enojará. Lo sabes.
— ¿Que debería hacer entonces?
— Ponte un vestido que uses para estar en casa y dame ese. Veré que puedo hacer para que luzca nuevo.
— ¿En serio puedes hacer algo cómo eso?
— ¿Que clase de persona inútil crees que soy?
— A penas puedes cocinar..
— Tu ni sabes cocinar.
— ¡Tengo nueve y tu veintitrés!
— ¡Ve a cambiarte! — Sí. Arthur no podía contra su hermana de nueve años.
Emily fue a su habitación y buscó entre su armario y bonito vestido. No es que le gustaran los vestidos.. Quería darle una buena impresión al chico nuevo.
Encontró uno que le parecía bonito. Un vestido de una pieza lila con un listón.
Cambió sus ropas y bajó rápidamente las escaleras, con el vestido amarillo en mano derecha.
— ¡Toma! — Te tendió el vestido al otro rubio.
— Extraña decisión de vestido.. — Comentó cómo si fuera un crítico de moda.
— Shh, ¡Arreglalo!
— ¡Respetame, soy tu hermano mayor!
— Cuando sepas cocinar.
— Ugh. — Dejó el vestido en la mesa y fue a buscar algo de agua.
— Es raro que estés aquí..
— Sí, bueno.. Pasó que-.. — Emily lo interrumpió.
— ¡Hay un chico nuevo en el vecindario! ¿Viste? ¡Creo que es asiático! ¡Es bastante lindo! Tiene ojos rojos, ¿No es raro? ¿Cómo crees que debería acercarme?
— ¡Más despacio! Sólo acercate a saludar y ya. Eres tan sociable que de seguro sacas tema de conversación. Llevale los dulces que te traje y comparte con él. — No pudo evitar sonreír levemente al verla tan emocionada. Cuando estaba su madre ella siempre tenía el ceño fruncido y nunca sonreía cómo siempre lo hacía. Emily podía ser ella misma cuando su madre no estaba. — Antes de que preguntes, los dulces están en la mesa del comedor. — Y volvió a su trabajo de lavar el vestido.
— ¡Graaacias!
— Ve y no vuelvas hasta la cena, que quiero descansar.
— Tu sólo arregla el vestido.
Tomó los dulces y salió de su casa, abrió el portón de su patio, saliendo a la calle.
Su vecindario estaba muy tranquilo a pesar de ser sábado.
Revisó y, ¡Seguía allí! Suspiró de alivio. Pero ahora sentía nervios.
Tomó aire y se encaminó hacía él.
Ya frente a él, el chico ni levantó la mirada.
— ¡Hola! — Saludó con animados nervios. Sonriente.
Desinteresadamente el chico levantó su cabeza para verle. — Hola. — Y con el mismo desinterés saludó.
— Hm.. Eres nuevo aquí, ¿Cierto?
— Sí.
— Ah, entonces.. ¡Bienvenido!
— Gracias.
— ¿Quieres un dulce?
— No, gracias de todas formas.
— Ah.. ¿Cómo te llamas? — Era algo difícil de entablar una conversación con él.
— Kuro. ¿Tu?
¡Le preguntó su nombre! ¿Eso demostraba interés? — Emily. — Respondió con brillos en los ojos.
— Bonito nombre.
— G-Gracias..
— Hm. — El asiático volvió la vista a su libro. — Que chica tan "rara". — Pensó.
— Cierto. ¿Que lees? — Preguntó con interés ella.
— Romeo y Julieta.
— Oh, es un interesante libro. — Jamás en su vida lo leyó. — ¿De donde eres?
— Japón. Pero estoy aquí por el trabajo de mi padre.
— Hablas muy bien ingles.
— Práctica.. Ah, cierto.. — El japonés se deslizó un poco sobre la banca en la que estaba, dejándole lugar a la rubia. — Sientate, si quieres.
Emily sentía que hacía un buen trabajo tratando de acercarse a él.
Se quedaron hablando toda la tarde, conociéndose más y sintiéndose aceptados por primera vez.
Empezar con cosas bonitas para luego hacerme sufrir a mi y a los lectores es mi lema.
ESTÁS LEYENDO
En Tren.
Historical FictionDos niños se conocen por una mudanza a un tranquilo lugar en los Estados Unidos, se hacen amigos, se enamoran y luego un tren les quita todo lo que una vez conocieron. Ambientado en la SGM y en los campos de concentración estadounidenses para los j...