C.7

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— Deberíamos empezar a ensayar.

Dijo Kuro al ver a Emily tan absorta con el periódico.

— Sí, lo sé. Solo espera.. quiero leer esto. — la rubia le sonrió, pero siguió leyendo. — La guerra, está empeorando.. ¿Cuánto tiempo crees que podemos seguir ignorandolo?

El japonés no podía ni quería responder sus preguntas. Le quitó el diario de las manos, era mejor no saber a veces.

— Ensayemos.

Al momento que ambos tomaron sus libretos, Arthur entró a la habitación de la chica repentinamente.

— Deben ver esto. — Habló antes de que Emily le reprochara por entrar de esa forma abrupta a su cuarto.

Bajaron las escaleras rápidamente, la televisión rezaba un titular en grandes letras:

"Los japoneses bombardearon el Pearl Harbor"

—  Esto es malo..  — Murmuró Emily, aferrándose a la mano de Kuro.

— Kuro, ve a tu casa. Es mejor que estés con tus padres, si necesitas algo puedes contar con nosotros. — Obviamente Arthur jamás le daría la espalda a un amigo de Emily, además.. él no había echo nada malo.

Kuro asintió con la cabeza, despidiéndose de los dos hermanos.

Al llegar a su casa, vió la conmoción de sus padres.

— ¿Qué haremos..? — Su madre estaba viendo con ojos suplicantes a su padre.

— Lo importante ahora debería ser quedarnos en casa..

— ¡Kuro! Volviste.. — Aquella mujer a la que llamaba madre le quiso abrazar, pero él la quitó de encima.

Semanas más tarde, hubo un comunicado de los Estados Unidos, iban a reportar a los Japoneses a un campo de trabajo.

Justo cómo a los judíos.

Y ellos decían ser mejores que los alemanes, por favor. Kuro no creía en esas palabrerías.

— ¿Reportarlos? ¡No pueden hacer eso! — ¿Quienes se creían para hacer tal cosa? Emily no podía creerse como se rebajaban.

— Calma, encontraremos una solución. — Su hermano no sabía cómo calmar la histeria de Emily, pero al menos quería que ella supiera que él iba a estar ahí. — Habla con Kuro por teléfono si quieres. A escondidas de mamá.

Emily sonrió, abrazando a su hermano. ¿Qué haría ella sin él?

En la noche, Emily llamó a Kuro.

— Hola.. — Saludó algo desanimada.

— Hola. — Kuro seguía saludando con la misma frialdad. Era algo que nunca iba a cambiar en él.

— ¿Estás bien?

— Sí.. — No sabía cómo se sentía hora. Esa era la verdad. Suspiró. — Emily, escúchame bien. Si me llega a pasar algo..-  — Antes de terminar de hablar fue interrumpido por la estadounidense.

— ¡No digas eso! Nada te pasará. No lo voy a permitir. — La rabia dentro de Emily crecía, no podía creer lo que su país planeaba hacer.

— Es bueno tener una amiga cómo tú cerca mío en estos momentos. — Emily no lo podía ver, pero Kuro había sonreído genuinamente. — Gracias. Es hora de que duermas.

— Buenas noches. — Se despidió de él, deseándole la mejor de las suertes.

— Adiós.

Al colgar, Kuro observó por la ventana.

No había nada que su amiga podía hacer por él. Su destino estaba en aquel campo de concentración.

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