Prologo: Conociendo a los pacientes

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Nikolai

El castaño suspiró, acomodándose los lentes que utilizaba para leer, su vista se mantenía en la libreta de tapa dura en la que anotaba lo que consideraba importante de sus sesiones con el joven ruso, el cual parecía algo perdido mirando un punto inexistente en la pared a su lado.

-Dime, Nikolai... Me has contado que no eras popular en la escuela, aunque si oías a chicas hablar de ti... ¿Has amado alguna vez de forma romántica a alguien? –Preparó el bolígrafo dándole pequeño golpecito a la hoja.

Novakov no contestó, más bien permaneció en silencio, aun mirando a su lado como si estuviera oyendo a otra persona. "Probablemente sea Maddie" pensó Jossey, sabiendo que el muchacho había declarado que alucinaba con aquella chica a la que había quemado viva, la había contemplado mientras las llamas la consumían y había oído sus gritos de dolor, pero no se había detenido.

-Niko... -Chasqueó sus dedos frente al chico para hacerle reaccionar, hasta que la mirada azulada se giró, enfocándose en él. Bien, había recapturando la atención de su paciente.

-Sí, una vez creo... -Fue una respuesta vaga, el acento del ruso arrastrándose con sus palabras.- A Maddie.

-¿Podrías contarme como era ella? –El psicólogo, le echó una mirada casi analítica mientras anotaba algunos aspectos del comportamiento que notaba en el contrario ante la pregunta.

-Ella era... era muy bella, tenía unos preciosos ojos café... como el chocolate amargo, su piel era morena y tan suave... Además tenía el cabello lleno de rulos de color negro –Nikita rió- Recuerdo que detestaba los días lluviosos o con mal tiempo porque su cabello se esponjaba y se le hacía imposible de manejar.

-¿Y porque la mataste? –

Entonces la sonrisa del pelinegro se borró lentamente para dejar paso a una mueca inexpresiva y su mirada volvió a perderse como si estuviera navegando en recuerdos, su silencio duró tanto que Jossey creyó que no respondería pero entonces la voz del menor lo hizo alzar la vista.

-Porque ella me amaba... -Soltó frío como un témpano de hielo- Y yo estaba enamorándome de ella... Eso no hubiera salido bien para ninguno de los dos... -La mirada azul se clavó en los ojos cafés de su psicólogo, causando que el mayor casi sintiera que le atravesaba el alma, aunque no le prestó atención a ese hecho, después de todo... Se encontraba frente a un sociopata.

Annabelle

-Cuénteme, doctora, ¿usted me vé capaz de hacer todo aquello de lo que se me acusa? –La chica casi ronroneó con una pizca de malicia en la voz, a pesar de que aparentaba verse dulce e inocente, mientras se removía un poco en la silla como una niña inquieta.

Antonieta la miró y alzó una ceja sin hacerle caso a su juego.

-Belle, no empieces con ese juego de inocencia de nuevo. Si continuas de esa forma no lograremos que estes bien y logres salir... -Le hablaba con total calma a la castaña.

La contraria hizo un gesto de desagrado y miró a la contraria haciendo un puchero.

-Que aburrida eres...-

La doctora LaBeau suspiró, conteniéndose de poner los ojos en blanco, siempre era lo mismo con la amante del fuego.

-Hagamos una cosa, si tú cooperas conmigo... Tendrás un pequeño premio por ser buena.-

-¿Qué clase de recompensa? –La chica se mostró algo interesada, le gustaba la idea de recibir un premio.

-Te dejare fumar un cigarrillo... -La profesional bajó la voz, mirándola seriamente al tiempo que los ojos café de la muchacha se iluminaban- Pero con vigilancia...

Hopeless: Solo un poco rotos [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora