Séptima parte: Niños perdidos

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Murdock suspiró al entrar a la casa, acababa de conseguir su primer empleo, debería estar feliz ¿o no? A su edad supuso que era normal trabajar medio tiempo para poder balancearlo con los estudios que iba a realizar, de esta forma podría ahorrar lo suficiente para conseguir un departamento o algo similar sin tener que depender de que Paulette les dejara quedarse allí.

Aunque estaba seguro de que a Aggie no le molestaba tener que cuidar de Salem cuando su hermana mayor salía a trabajar para poder pagar las cuentas, y hacer las compras.

Se extrañó al notar todo tan en silencio, podría haberlo tomado como algo normal siendo que al parecer Salem era casi tan silencioso como su madre, pero sabía que Agatha era la única que estaba en la casa en ese horario, y ella no era silenciosa. Ella era música que sonaba sin importar que horario del día fuera, esa era la forma en que la podía llegar a ubicar en el lugar. Por lo que se dirigió a las escaleras y comenzó a subir por ellas hasta la segunda planta, dirigiéndose a la habitación que compartían.

Notó la puerta abierta, y más allá estaba ella de pie ante el espejo mirándose el abdomen. Se sintió nervioso, como en el primer tiempo que había comenzado a estar con ella como pareja, sintió que se le secaba la garganta pero se esforzó por hablar para expresar su intriga ante lo que ella hacía.

-¿Aggie, que haces? -Cuestionó desde la puerta.

Ella se volteó de inmediato, bajandose la camisa para luego correr descalza hasta él y recibirlo con un beso en los labios, mientras lo abrazaba casi colgándose de su cuello como era su costumbre.

-Nada, no hacía nada ¿Porque? -Recargó la cabeza contra su hombro al sentir que él la sujetaba de los muslos para que no se cayera- ¿Donde habías ido?

-Te vi mirándote... Como si esperaras encontrar algo diferente en ti -Alzó una ceja, ¿en realidad ella buscaba lo que él pensaba?- Fui a buscar empleo, ¿recuerdas la biblioteca cerca de casa? Bueno, pues ahí... Agatha, deja de cambiarme de tema y dime la verdad ¿Por qué pareciera que te miraras como si esperaras estar embarazada?

Ella escondió el rostro contra su cuello abrazándole, quedándose así sin responder por un largo rato antes de contestar.

-Es que... en realidad no sé porque pienso en eso, pero se me hizo algo lindo imaginar un bebito de los dos ¿no crees que sería algo lindo? -Murmuró sintiendo como él comenzaba a caminar, probablemente a la cama puesto que sintió que la recostaba en esta misma, quedando sobre ella haciéndola salir de su escondite.

Ambos se miraron, ella simplemente se había dejado hacer aunque aún se mantenía abrazada de su cuello, él terminó por desviar la vista a su abdomen cubierto por la camisa que le había robado en la mañana, imaginando tal cosa.

-No creo que sea buena idea, Agatha, no solo porque somos jóvenes sino por...-

Ella suspiró al ver que el pelinegro parecía buscar una forma más suavizada de decirlo, Murdock siempre trataba de ser tan dulce con ella a pesar de que se esforzaba en darle a entender que no era una niña tonta que no sabía cómo era el mundo.

-Porque podría nacer enfermo...o morir antes de siquiera llegar a conocernos ¿verdad? Por nuestros genes...-Acarició con suavidad el rostro del chico, quién solo le dedicó una mirada afirmativa ante lo que ella suponía que le preocupaba, más no iba a negar que también le preocupaba el quedar en cinta y que esto resultara mal, ella no quería traer a una pequeña criatura al mundo solo para que sufriera- He leído al respecto varios foros en internet, la mayoría no afirma al cien por cien que fuera a nacer con algún tipo de enfermedad, solo que... tendría más posibilidades que otros bebés de desarrollar enfermedades físicas, también he visto un par de noticias sobre hermanos que han tenido hijos y no les ha ocurrido nada, sus hijos son sanos...

Hopeless: Solo un poco rotos [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora