Cuarta parte: La bella y la bestia

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Grace había estado conteniendo su indignación todo el día, pues no podía hacer acusaciones sin pruebas. Debía mantenerse tranquila, pero tenía que averiguar quien demonios se había atrevido a poner sedantes en la comida de Adair, estaba segura de que asesinaría al culpable.

Se cruzó con la hermanita de la doctora LaBeau e ignoró el alegre saludo. Supo que fue grosera con quién no lo merecía pero en ese momento lo único que pasaba por su cabeza eran pensamientos asesinos y su amado Adair.

-¿Alguna idea de que le sucede a la señorita Grace? -Pregunto Niko observando a la enfermera ir echa una furia a la oficina de la jefa de enfermeras.

-Creo que sedaron a Adair -Respondió Nath, sin importancia, intentando ignorar a Katy que le gritaba en el oido- Escuche de parte de Tyler, el de síndrome de pica, que él le grito que la odiaba o algo así -

-Uhm... -El pelinegro jugueteó con el mechero que llevaba en la mano y entonces se le dibujó una sonrisa- Perfecto -Murmuró.

Nathan lo miró.

-¿Que planeas, Niko? -Preguntó tranquilamente, conocía a su amigo y era casi obvio que el ruso estaba pensando en algo.

-Pues.. a decir verdad, solo pensaba en que una persona enamorada es capaz de cualquier cosa por la persona amada ¿estoy en lo correcto? -Cuestionó, pues a veces se le dificultaba las reacciones que las diferentes emociones podían causar en los humanos.

Claro que él no se contaba como uno. Él era un monstruo.

El pelinegro se miró las manos repentinamente, a su cabeza venían las veces en que las había visto cubiertas de sangre ajena... o propia. El chasquido de un látigo darle en la espalda una y otra vez, la sangre escurriendose al abrir su carne.

Sacudió la cabeza. Andrei estaba muerto, debía olvidarlo. Ahora él mandaba, derrocado el rey, le tocaba al principe gobernar... sobre sangre y cadáveres apilados. Lo habían preparado para ser un asesino, de los mejores, desde que era un niño.. Casi no tuvo infancia, y decía casi porque de no ser por su madre... Niko se hubiera perdido mucho más antes.

Oh, su madre... Otra tonta ilusa como Maddie, pero como la había querido. Katherina Novakova, diez años menor que Andrei... Una fémina tranquila, risueña pero ingenua, muy ingenua...

Vio a Nathan comenzar a contarle algo pero no lograba conectar su cerebro a sus tímpanos, no lograba encontrar el sonido al movimiento de sus labios.

-¿Otra vez, pensando en mi, Nikita? -Oyó la voz femenina hablarle al oído, casi un ronroneo seductor, mientras que sentía el fantasma de sus manos acariciarle el pecho.

Él se mantuvo quieto, pero giró un poco su rostro a ver a Maddie, su Maddie.

-Madison..-Susurró, admirando el rostro moreno de su alucinación.

-Mi amor...-Ella sonreía, aunque sus ojos se vieran tan carentes de vida como la última vez que la vio... antes de prenderla fuego y que las llamas la consumieran.

Nathan miró a su amigo al notar que este no le respondía, supuso que otra vez estaba viendo a su novia muerta por lo que se levantó, oyendo a Will tararear una canción de circo y caminó hasta encontrarse con Belle. Esa chica le caía bien, era bonito cuando los dejaban jugar juntos, claro que eso solo sucedía cuando ninguno de los dos tenía un ataque.

Hopeless: Solo un poco rotos [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora