Las semanas pasaban muy rápido en el orfanatorio, todo iba bien. Jungkook me permitió llamarlo Hyung ya que no le gustaba que lo llamase señor, me decía que lo hacía sentir grande cuando en realidad era un hombre joven de 25 años y yo siendo el más pequeño de aquél lugar me sentía especial al ser el único en poder hablarle de cierta manera informal.La estancia en aquél lugar era agradable para mí, él se tomaba muchas atenciones conmigo.
Era el único al que le daban doble ración de postre después de la comida, el que tenía las mejores prendas de ropa, el que podía jugar en su despacho, el único que dormía en la misma cama.
Pero todo aquello era mal visto por los demás niños del lugar, la envidia de ser el favorito les carcomía por dentro. Tuve que soportar los malos tratos y muecas todo el tiempo, algunos de los mayores me encerraban en el baño por horas, suplicando piedad de que me dejaran salir de aquél lugar. Algunos otros me golpeaban hasta que quedara inconsciente en el jardín, otros más se limitaban a llamarme marica o puto, ya que tenía facciones delicadas.
Por otro lado Nam y Hobi se fueron alejando de mí, decían que estar conmigo en ése lugar era peligroso para ellos, que por nada querían volver a tener aquellos problemas de la calle de los cuales ya se habían librado y no querían volver a experimentar otra vez.
Y así es como me fui quedando sólo, pero no por completo, porque tenía a mi hyung Jungkook y sabía que él nunca me abandonaría.
Pero claro, no todo en la vida es de color rosa y aquellas atenciones especiales que recibía tendrían un precio tarde o temprano.
Lo que no sabía era que el pago sería con mi cuerpo.
🌼
Aquella noche era espantosa, llovía a cántaros y los rayos me ponían los nervios de punta. Nunca fui un niño de temerle a algo, pero cuando tocábamos el tema de las tormentas eléctricas era el primero en huir despavorido.
Recuerdo que me escondí debajo de la cama abrazado al peluche de Kumamon que mi hyung me había regalo recién, en cada trueno cerraba los ojos tan fuerte que me dolía volver a abrirlos.
—Yoongi —Escuché mi nombre retumbar por toda la habitación —Cariño, en donde estás metido, no asustes a hyung de esa manera.
—E-estoy aquí hyung —Asomé mi cabeza aún abrazado del peluche.
—Pequeño travieso, que hacías ahí escondido —Me abrazó a él y me aferré lo más que pude a su pecho —Le diste un buen susto a Hyung.
—L-Lo siento Kookie hyung —Escondí mi cabeza en la curva de su cuello —Estoy muy asustado, los relámpagos me asustan demasiado.
—No tienes de que temer Yoonnie bebé, Kookie Hyung siempre estará aquí para protegerte.
En un intento de agradecimiento intenté darle un beso en la mejilla a mi hyung, tal vez un gesto infatil para él, pero para mí era demasiado. Al mismo tiempo él giró su cara chocando sus labios contra los míos.
Por un momento sentí asco, quería apartarme de él pero su mano fue directo hacia mi nuca evitando mi alejamiento.
¿Acaso eso estaba bien? No lo sabía. Tenía entendido que las personas se besaban cuando se amaban, como mis papás. Pero yo no sabía que estaba pasando porque a mis 11 años nunca había experimentado cosa igual.
