25 Cosas Que Amo De Vos

6. Tu Acento.

Hoy extrañé la voz de Nina más que nada. Me pidió que no la llamara porque estaría ocupada, y cuando le mandaba mensajes, ella siempre respondía por escrito, pero no es lo mismo, sus palabras escritas no contaban con su acento característico.

Estaba concentrado en mis pensamientos, cuando me llegó una llamada. Ilusionado, tomé mi celular con la esperanza de que fuera Nina, pero ni cerca. Era mi agente anunciándome que había salido el tráiler de nuestra nueva versión de Hercules. ¿Tan rápido? Y yo que creí que la producción se tomaría meses para editar.

En fin, en cuanto recibí las noticias, instintivamente quise llamar a Nina, pero temí molestarla. Todo va tan bien entre nosotros que, por momentos, temo que algo terrible suceda y estalle en mi cara. Nunca había salido con una chica como ella, tan tranquila, con tan pocos dramas, con una serenidad prácticamente infinita. Su acento al hablar refleja eso, paz. Es como escuchar a un coro de angeles armonizar. Decidí llamar a Gastón para darle la noticia y él hizo la pregunta.

- ¿Y qué dijo Nina cuando lo vio?

- No creo que lo viera.

- ¿Cómo? ¿No se lo pasaste?

- Está muy ocupada con su libro últimamente, y no me mal entiendas, estoy feliz por ella, pero la extraño.

- Te entiendo, Ámbar es igual cuando empieza un proyecto nuevo, pero siempre regresa con más besos que nunca.

- ¡Matteo!- escuché a Nina gritar en la entrada.

- Nina llegó, ¿hablamos después?

- Sí, y habla con ella.

- Adios, amigo.- saludé colgando y yendo hacia ella quien andaba desesperada buscando algo entre cajones.

La escena se me hizo ligeramente familiar, recordé la primera vez que conocí la casa de Nina. Ella bajaba las escaleras con su característico acento inseguro cuando me vio, yo le sonreí y ella se fue corriendo a su habitación.

- Disculpenla, ella nunca es así, no entiendo qué le pasa.- decía la mamá de Nina apenada.

- ¿Puedo hablar con Nina?

- ¿Son amigos?- preguntó mi mamá sorprendida.

- Claro, vamos a clases juntos ahora.- reí.

- Bueno, creo que le haría bien hacerse un amigo nuevo, desde que Luna se fue, se ha estado cerrando cada vez más.- indicó la madre de Nina, cosa que pude entender, porque en aquel entonces, Luna acababa de terminar conmigo. Y así, con indicaciones de la abogada, fui hacia su puerta y golpee. Al no recibir respuestas, entré de todos modos, y vi por primera vez a Nina revolviendo su armario, era una fiera. Nunca había visto a alguien mover tantos objetos con tanta velocidad, consideré incluso que podría ser malabarista.

- Nina...- dije entrando.- No me imaginé que tu habitación fuese un desorden.- señalé su reciente caos.

- Es que no sabía que había un código de vestimenta.- declaró avergonzada.

- Así estás bien, tampoco sos tan informal para vestirte.- reí, mientras ella ordenaba todo a tiempo record.- Tenes de todo acá adentro.- observé su disfraz de Felicity mientras con mi mano tomaba la suya. - Aún me acuerdo la primera vez que Gastón te vio por web cam, estaba tan nervioso...incluso casi se pone un parche pirata para...- le contaba quedándome atontado por su mirada.

- Chicos, a cenar.- anunció Ana.

- Ahora vamos.- respondí soltando su mano, yendo hacia el comedor.

Esa fue la primera vez que Nina y yo hicimos contacto físico, y sentí una sensación que, sin saberlo entonces, amé.

De pronto, se estaba acercando a mi armario, ¡oh no! ¡si no hago algo encontrará el anillo! Fui hacia ella y la tomé de los hombros, estaba alterada, ¿qué le había pasado a su paz? - ¿Qué sucede?- le pregunté intentando contenerla.

- No encuentro mi tablet con mis ideas.- confesó al borde del llanto. – Y en una hora tengo una reunión con mi publicista para discutir mis futuros proyectos.

- Nina, aparecerá. Aunque no la encontrarás si sigues desordenando todo cual huracán.

- ¿Y si no? ¿Qué se supone que le diga a mi publicista? Quizás deba cancelarle...

- Trabajaste muy duro para llegar a donde estas para que una tablet te haga retroceder, tus ideas están todas en un mismo lugar. Si no aparece la tablet, puedes ir a la fuente de origen.- señalé besando su frente logrando que ella sonría.

- Lo siento, tienes razón.

- Siempre la tengo.- presumí divertido consiguiendo una risa de su parte. - Ahora date una ducha relajante y yo me encargo de buscar en mi armario si aparece tu tablet.

- De acuerdo.- suspiró.- ¿Siempre fuiste tan...?- decía ella quedandose perdida en mi mirada.

- ¿...tan?

- ¿...tan perfecto?- consultó sorprendiendome al punto de hacerme calor en las mejillas. Su mirada cambió por completó, estaba sonriendo como si yo le hubiese dado un cumplido. - Amo cuando te sonrojas.- me explicó leyendo mi mirada de confusión.

-Y yo amo verte feliz.- declaré dandole un beso. - Ahora ve a ducharte y mientras busco esa tablet, ¿sí?

- Bueno.- asintió yendose serena mientras yo dejaba escapar un suspiro de alivio, estuvo demasiado cerca de encontrar el anillo.