Caída

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La fresca brisa alborotaba sus cabellos color cian, las olas del mar cantaban una dulce melodía mientras eran iluminadas por los ultimos rayos del sol de ese día, éste se ocultaba poco a poco, dandole una hermosa vista al vocalista que se encontraba sentado en la orilla de la playa plástica, tratando de olvidar lo mal que la pasó en ese día, siempre siendo vigilado por aquélla replica de su querida Noodle.

Se sentía tan solo, tan triste, sin ganas de absolutamente nada.

Los días en Plastic Beach eran una tortura, siempre lo obligaban a cantar, recibía golpes y tenía que soportar ver como Murdoc se emborrachaba hasta perder la conciencia. Cuando tenía mala suerte el mayor lo obligaba a tener encuentros sexuales. Siempre pensó que cuando Murdoc y él tuvieran algo sería por amor, no porque su amado se emborrachara tanto.

Más lágrimas comenzaron a resbalar por sus mejillas, mordió su labio inferior y escondió su rostro entre las rodillas. Quería dejar de sentir esa opresión en su pecho, dolía demasiado.

—2D... —Le llamó el causante de sus lágrimas.

El nombrado levantó su rostro, dejándole ver al azabache el rastro de agua en sus mejillas. Odiaba verlo así y se odiaba más por ser él quien lo provocaba.

—Lo siento —Dijo finalmente para abalanzarse y envolverlo en un abrazo.

El menor se soltó a llorar en silencio, correspondiendo a ese abrazo que tanto deseaba y necesitaba. Murdoc acarició los cabellos color azul del muchacho, dejando que se desahogara.

—Lamento todo lo que te hice, nunca quise hacerte daño. — Tomó a Stuart de las mejillas, pasando sus pulgares con mucho cuidado, como si fuera porcelana que en cualquier momento pudiera romperse, solo para limpiar las lágrimas del vocalista. — Ya no volveré a caer, prometo que no lo haré. No te volveré a hacer daño... — Unió sus labios en un dulce beso, tranquilo y lleno de sentimientos, sentimientos ocultos por tanto tiempo.

2D se dejó llevar, olvidándose de esos amargos ratos que le hacía pasar el mayor en múltiples ocasiones. Lo amaba, lo amaba tanto, era lo que más amaba en ese mundo, siempre perdonaría todo lo que le hiciera con tal de permanecer a su lado. Él sabía que cambiaría, cambiaría y dejaría de hacerlo sentir tan mal.

Todo eso era lo que más deseaba, era esa esperanza que nunca moría.

Nuevamente estaba cayendo en esa mentira, la mentira de siempre. Esa promesa que no iba a ser cumplida por más que ambos lo desearan.

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Ay, no sé de dónde salió esta cosa tan cursi. Bai.

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