Igual que a un ser querido, le compras regalos porque le quieres y quieres que sea feliz, yo le compre una pelota.
Sin más, pero una pelota que sostuvo entre sus patas, una pelota que le entretuvo, una pelota que le hizo caer, y que le hizo mas fuerte.
Jugábamos... o, no se.
Le ponia la pelota en su cabeza, y le enseñaba a estarse quieto para que la pelota aguantara.
Le quitaba la pelota y el me la robaba a mi. Se pasaba entre mis piernas y me pisaba los pies.
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No mires al rojo
Short StoryElla trabaja en un sitio muy peculiar y se ha encariñado de algo de lo que no se debería encariñar... Esta historia puede desencadenar polémica, si vas a comentar algo, hazlo desde el respeto y poniéndote el la piel de otro. Gracias