Y solo la lágrima que caía por mi mejilla sabía por que lloraba, en cambio mi mente, me obligaba a creer que todo estaba bien y que nada estaba pasando.
El primero en caer, no fue el. Y de todo el "espectáculo" solo tengo grabado el final.
Como los caballos arrastran al toro fallecido. Nadie intento curarle, todos le querían ver muerto. Querían ver muertos a todos.
Y yo no quería oír pero lo escuchaba los vitoreos, no quería mirar pero lo veía, veía los pañuelos rojos y me negaba, me negaba a oler esa ansia de sangre. Pero lo sentí todo.
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No mires al rojo
ContoElla trabaja en un sitio muy peculiar y se ha encariñado de algo de lo que no se debería encariñar... Esta historia puede desencadenar polémica, si vas a comentar algo, hazlo desde el respeto y poniéndote el la piel de otro. Gracias