Mi daño

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El me pisaba los pies al jugar y se chocaba con mis piernas.

Y cuando le empezaron a salir los cuernos, con más rabia se chocaba.

Llegaba a casa con las piernas llenas de moratones, pero no me importaba.

No me importaba por que después de jugar, se cansaba y le pasaba mi mano por su suave pelo.

No me importaba, porque él me conocía, y yo le conocía a él.

Eso era suficiente.

No mires al rojoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora