El me pisaba los pies al jugar y se chocaba con mis piernas.
Y cuando le empezaron a salir los cuernos, con más rabia se chocaba.
Llegaba a casa con las piernas llenas de moratones, pero no me importaba.
No me importaba por que después de jugar, se cansaba y le pasaba mi mano por su suave pelo.
No me importaba, porque él me conocía, y yo le conocía a él.
Eso era suficiente.
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No mires al rojo
Historia CortaElla trabaja en un sitio muy peculiar y se ha encariñado de algo de lo que no se debería encariñar... Esta historia puede desencadenar polémica, si vas a comentar algo, hazlo desde el respeto y poniéndote el la piel de otro. Gracias