Estabas preciosa vestida de nada. Solo eres verdad cuando eres silencio, cuando eres paz y calma y te pintas de blanco el pelo para mí. Hubiera jurado que fuiste real cuando te vi llorar por mí, cuando temblaste de miedo por mí, cuando te descubriste besándome a mí. Nada me asusta más que pensar que quizá solo existieras en mi cabeza.