Estaba loca: su tristeza no era de este mundo, a veces estallaba a reír cuando me lloraba sus penas y solía enredarse el pelo cuando le iba bien.
Se pintaba los labios antes de dormir: "quiero estar guapa para mis sueños", me decía. Luego se levantaba con el rímel corriéndose en sus ojeras, como en mis mejores fantasías, y me preguntaba la diferencia entre una nube y una ola.