Hum... ¿*2*?

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Un sudor frio recorre mi piel. ¿Por qué siempre me resistía a ponerme los polares? Desde que me había ofrecido para mantener el rincón de los Rynhorns, me había fortalecido un montón, sí. Pero aun así, ¡¡mi cuerpo no aguanta el invierno como lo hacen los Teddiursas!!!

Durante lo que queda de tarde, me dedico a hacer rebotar piedras contra las corazas de roca de mis rynhorns. ¡Qué bonitos eran! Cuando acabó la jornada, volví a casa corriendo, hambrienta.

- ¡¡Mamá!! ¡Necesito una cantimplora nueva, el otro día un rattata le hizo un agujero a la azul!- Reclamé.

Mi madre rio, y mientras acababa de secar un vaso mojado, me señaló una carta.

- La ha dejado el profesor Oak, El hermano de...- Empezó a contar ella.

- ¡Si, ya sé! El hermano de Roco.- La corté entusiasmada, abalanzándome sobre el escrito.

Leí la hoja de arriba abajo, sin poder creer una sola palabra de lo que ponía. Estaba... Extasiada. Olvidando mis exigencias, cogí un pan con mermelada y salí disparada, hacia el bosque.

- ¡Eh! ¡¿Has visto esto?!- Le grité a un Patrat, extendiendo el folio escrito, que ondeaba orgulloso con el viento.- ¡¡Mañana ya no deberás aguantarme más!!

El Patrat me miró, extrañado. Parecía haber entendido todas mis palabras. De hecho, seguro que me entendía. Nos conocíamos desde que dediqué mis tiempos libres a explorar pokémons, en las afueras.

Sonreí triunfante y repetí la misma frase con todos mis amiguitos del bosque, hasta que oscureció y me agencié un arbusto, cerca de casa.

Mañana sería un gran día.

***

Rebusco a ciegas bajo la cama, esperando encontrar el amuleto que me había dado mi hermano, al partir. Mi madre golpea la puerta, impaciente. Ella también está nerviosa.

- ¡Debes ser la primera! Y si te avanzan, y te dejan con el peor pokémon de los 3?- Dice, dándome prisas.

Finalmente agarro el collarín marrón de mi hermano, y salgo pitando de la habitación. Mi madre está siendo un obstáculo, así que sin pensar doy media vuelta y de un salto atravieso el marco de la ventana.

Hábilmente, amortiguo la caída y agarro la mochila, ya preparada en el banquillo del jardín.

- ¡Adiós mamá! Te llamaré cuando consiga algo digno de mención.- Grito, despidiéndome.

Ella suelta un suspiro, y yo ya estoy a 2 minutos del laboratorio. Cuando al fin me encuentro frente los profesores, veo que he llegado pronto, así que tengo el privilegio de escoger al pokémon más "cuqui" de los 3.

Desvío la mirada, ellos habían sido unos grandes maestros. Entonces Oak habla;

- Muy bien, Snap. La verdad es que todos pensamos... Que has progresado, en todos los sentidos. Así que sin mucha palabrería, declaro que ya puedes escoger a tu primer compañero y partir en busca de nuevas experiencias.

No puedo ocultar una sonrisa mientras observo como salen los 3 pequeños de sus pokéballs. Quedo... hecha polvo al verlos. Mis ojos examinan cada uno de los pokémons.

Resulta que son 3 pikachus.

Mi expresión cambia bruscamente. Yo no quiero tener el mismo pokémon que mis rivales. Oculto el disgusto como puedo.

- Gracias, pero prefiero elegirlo... De una manera más natural. ¿No habría una pokéball vacía por aquí? Me gustaría capturar a uno, yo... Por mi propia cuenta.- Pido, algo enfadada.

Me miran sorprendidos, pero Roco sonríe. Rebusca algo en su bolsillo y me da lo que pido.

- Aquí tienes. Estaba claro que no ibas a hacer como los demás... Clarísimo- Ríe. Los demás aplauden, y me animan.- Me da curiosidad, ¿Cuál será el primer compañero de la chica rebelde?- Pregunta chistoso.

Yo sonrío y le doy una palmada en el hombro, agarro mis cosas y salgo a buen paso del laboratorio.

A pocos metros, inhalo con energía, llenando mis pulmones por última vez con aire de mi pueblo. Al fin, decido coger el camino asfaltado que va hacia la granja, pues aún lo había explorado. Justamente lo había dejado para este día. Para no encontrarme con conocidos y empezar la aventura desde 0.

Silenciosamente me deslizo entre las hierbas altas, e intento camuflar mi mochila con bambús. De pronto, oigo un ruido.

¡Oh! ¿Qué podía ser, sino un pokémon? Exaltándome, trato de suavizar los latidos de mi corazón, intentando que mi presa no huya.

Un chillido agudo se oye, tras un arbusto. Yo, habiendo hecho ya la relación de que con un solo intento no lo capturaría, (y que solo tenía una pokéball), trazo un plan.

Me levanto despacito, y tiro algunas bayas en dirección al ruido.

Abro los ojos como platos al ver que va funcionando mi táctica. Sobresalen 2 orejitas marrones, parecen de... ¿De qué pokémon? Me descargo y saco la pokédex mientras sigo tirando bayas, acercando mi presa cada vez más.

Una voz metálica sobresalta al pequeñajo, pero al contrario de lo esperado, se acerca curioso y me mira con sus grandes ojos. Puedo verlo entero.

" Eevee, pokémon evolución"

Pokémon de tipo normal, puede evolucionar a más de 6 especies diferentes, suele encontrarse en los bosques poco...

Apago la máquina de golpe. Quedo hipnotizada por segundos, observando su figura. Con una lentitud exasperante, voy tirando las bayas que me quedan, acercando a Eevee hasta mi alcance.

Tranquilizándome e intentando tranquilizarlo a él, empiezo a cantar bajito. Sin acabar de confiar me observa detenidamente, hasta que al fin, comiéndose la última golosina, empieza a hablarme.

"Eevee eeveeee, ee eve eeve, eve, eevee!!"

Yo sonrío sin acabar de entender y me siento, indicándole que se acerque más. Sorprendentemente me hace caso, y se acomoda a mi lado.

Con paciencia, espero que se duerma y finalizo mi plan de busca y captura. Entonces, agarro firmemente la pokéball y la dejo caer entre el pelaje del pokémon.


¡¡UN ABRAZO DE GASTLY Y UN PUÑO DE FUEGO!!  

GRACIAS POR LEER. :)

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⏰ Last updated: Jul 27, 2017 ⏰

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