IV. Áxel.

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Mark gruñó con molestia, pues había perdido la batalla.
-Déjala ir, le ordenó a uno de los hombres que sujetaba a la madre de Kathy.
-Pero, el jefe dijo que...
-Ya habrá más oportunidades, ahora déjala -insistió Mark-.
Soltaron a Grace, quien corrió a abrazar a su hija.
-¿Te encuentras bien, cariño? -le preguntó Grace, mientras le acariciaba las mejillas.
-Un poco herida, pero estaré bien -le respondió Kathy-, ¿y tu? ¿te encuentras bien?
-Sí, gracias a ti.
-No sólo por mí. No lo hubiera logrado sin...
En ese momento Krystal cayó al suelo, su energía era mínima, por lo que tenía que ir a un centro de curación para bestias.
-¡Krystal! -se preocupó Kathy, mientras corría hacia ella.
-Rápido -le dijo el invocador-, tienes que llevarla a que le sanen las heridas.
-¿No puedes hacer algo tu?
El pequeño niño negó con la cabeza.
-Ten, con esto te será más fácil llevarla -le dijo mientras le daba un medallón plateado circular, cuyo centro estaba adornado por una gema redonda y blanca.
Kathy asintió con la cabeza, a pesar de no saber para qué era. Se lo puso y entonces Krystal se desvaneció en partículas de luz que se metieron dentro del collar.
-¿Qué le ha pasado a Krystal?
-Descuida está bien -le tranquilizó el invocador-. El medallón funciona para que las bestias descansen con sus amos.
-Entonces, ¿está adentro del medallón?
-No, está dentro de ti, de tu ser. El medallón sólo sirve para unirlas en cuerpo y mente. Cuando la necesites, la podrás invocar siempre, puesto que está dentro de ti.
-¡Vaya! -se asombró Kathy- bien, vamos. Espera, entonces Imelda también necesita recuperarse.
Kathy era una joven noble. A pesar de que Mark y los otros hombres no se habían portado bien con ella, no les guardaba rencor. Sin embargo, los hombres ya se habían ido.
-Bien, tengo que irme. Muchas gracias por todo -se despidió Kathy.
-Espero verte pronto.
El invocador desapareció repentinamente, dejando únicamente algunas partículas de luces de colores que danzaban en el aire.
Kathy y su madre salieron del bosque y fueron inmediatamente al centro de curación de la ciudad. Cuando llegaron, una señorita muy linda y amable les atendió. Vestía una falda y una bata blanca. Tenía una mirada bondadosa en aquellos ojos marrón que tenía, y su cabello ondulado y castaño le iba muy bien.
-Bien día, ¿en qué les puedo ayudar? -les preguntó, en cuanto se acercaron al escritorio de la recepción.
-Mi bestia está herida -explicó Kathy.
-Ya veo, ¿la puedes llamar para verificar su salud por favor?
Kathy asintió con la cabeza. Se trató de comunicar consigo misma, trató de localizar a Krystal dentro de su ser, hasta que lo logró. Entonces se materializó la bella unicornio frente a todos pero Kathy se desmayó, había llegado también ella a su límite.

Cuando Kathy despertó, se hallaba recostada en una camilla. Lo primero que hizo fue revisar que tuviera su medallón, pues en realidad no sabía si podría invocar a Krystal sin él. Lo traía puesto. Dio un suspiro de alivio, cuando alguien le habló.
-¿Qué te sucedió? -le preguntó un joven que se veía de su edad. Estaba acostado también, en la camilla de a lado.
-Tuve mi primer batalla -explicó Kathy. Todavía estaba un poco confundida, pues no sabía cuánto tiempo había permanecido dormida, ni si Krystal se encontraba bien.
-¿En serio? ¡vaya! Dicen que la primera batalla nunca se olvida.
-Sí, supongo -coincidió Kathy.
-Soy Áxel -se presentó el joven. Tenía el cabello rojizo como el ocaso y sus ojos eran color vino.
-Kathy -respondió ella-. Aguarda, hace un momento mencionaste que "dicen que la primera batalla nunca se olvida". ¿Eso significa que no has tenido tu primera batalla? Pero entonces, ¿Qué haces aquí?
-Me descubriste -sonrió Áxel-. No he tenido mi primera batalla. Estuve entrenando con mi propia bestia hasta que no aguantamos más ninguno de los dos.
Kathy no supo qué responder. Aquél chico tenía algo que la ponía un poco nerviosa. Entonces entró la emfermera para tomarles sus signos a ambos.
-Bien, creo que ya están con salud, en breve se les dará de alta.
-Disculpe, ¿mi bestia está bien? -preguntó con curiosidad Kathy.
-Veamos, ¿cual es tu bestia? -dijo la enfermera mientras revisaba los archivos en una tablet.
-Se llama Krystal, es una unicornio.
Áxel arqueó las cejas al escuchar que Kathy tenía una unicornio.
-Está bien cielo, pronto podrás ir a casa a descansar junto con ella.
La enfermera se fue y les dejó solos.
-Así que es un unicornio -comentó Áxel.
-Así es -indicó Kathy mientras sonreía-. ¿Y el tuyo?
-Me va bien conmigo -respondió el pelirrojo.
Kathy no insistió en saber cual era su bestia, aunque tenía mucha curiosidad. Fue capaz de controlarse.
-Escucha, me gustaría acompañarte en tu viaje, ¿Qué dices?
-¿Viaje? -repitió Kathy-. Realmente no tenía nada planeado, ni tampoco sabía muy bien lo que tenía que hacer para convertirse en la mejor en las batallas de bestias.
-Sí, supongo que querrás participar en el torneo regional, en Armstrung.
-Por supuesto -respondió Kathy mientras jugaba con su cabello, como si todo el mundo supiera de los regionales.
Áxel sonrió.
-¿Entonces eso es un sí? -confirmó el chico.
-Está bien -aceptó Kathy.

En una torre muy alta y lujosa, un hombre de traje formal y corbata miraba por la ventana el atardecer. A pesar de su juventud, pues apenas tenía veintitantos, era uno de los hombres más ricos y poderosos.
-Señor, Mark y sus hombres han regresado -le informó uno de sus empleados.
-Que pase -ordenó.
-Sí, señor.
El empleado salió de su oficina, y un minuto más tarde, Mark entró.
-Es ella -reveló Mark-. Es la indicada, la que estábamos buscando.
Zión contempló por el cristal su imperio que había forjado, pues prácticamente la ciudad le pertenecía.
-¿Dónde está? -preguntó con un destello de codicia en sus ojos.
-Señor... Yo...
-Entiendo -le interrumpió Zión-. Mantenla monitoreada a través de nuestros satélites. Quiero un reporte de todas sus batallas.
-Sí, señor.
Mark hizo una sutil reverencia antes de salir, a pesar de que Zión no le había volteado a mirar en toda la conversación.

Kathy ya estaba saliendo del Centro de Curación junto con Áxel. Su madre la estaba esperando para llevarla a casa, había sido un largo día.
-Cariño, ¿ya estás bien? -le preguntó.
-Lo estoy -respondió Kathy-. Mamá él es Áxel.
-Mucho gusto, señora -le saludó Áxel.
-La señora es mi madre -bromeó-, dime Grace.
Áxel sonrió.
-De acuerdo.
-Mamá, Áxel y yo vamos a ir a Armstrung -le confesó Kathy.
-¡A Armstrung! -exclamó con sorpresa su madre-. Pero cariño está tan lejos, ¿en realidad es necesario?
-Sí -confirmó Kathy- allá serán los regionales. Por esto tengo a Krystal.
-Está bien -aceptó su madre-. Pero ya es tarde, vamos a casa y mañana pueden comenzar el viaje.
-Por supuesto -dijo Kathy-. ¿Tu qué dices Áxel? ¿Te veo mañana en la fuente de la plaza central?
-A las 9 -respondió el joven.
Kathy asintió con la cabeza.
-Bien, hasta luego Grace -se despidió Áxel-. Nos vemos mañana, Kathy.
-Hasta luego -correspondió Grace, con una sonrisa.
El joven dio media vuelta y se perdió entre la multitud de las personas que iban y venían por la cera. Kathy se sintió alegre. No tenía muchos amigos y pensaba que Áxel podía ser un buen amigo de ella. Además le era atractivo, aunque no sabía con certeza cómo se desarrollaría en el futuro su relación. La luz crepuscular se reflejó en sus ojos miel mientras lo perdía de vista.

beast battles (Pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora