Inmarcesible

Prólogo

Un mundo nada igual al que conocemos, un sitio donde el gobierno nos rige y nos domina. Sin embargo, había algo que nos hacía especiales y diferentes al resto de la historia de la humanidad, pues nuestro organismo había sido alterado para que dejásemos de crecer al cumplir los dieciocho años y sólo había una manera de seguir envejeciendo.
Y era encontrar el amor verdadero.
Nunca se había escuchado cuál era la verdadera razón del por qué habíamos sido modificados de esta manera, sólo se contaban leyendas o había rumores, pero en sí, no se sabía el verdadero sentido de la alteración: uno de los mayores rumores era que vivíamos en una ciudad falsa, como si fuéramos seres minúsculos o algo parecido a una granja de hormigas, aunque no sonara bastante descabellado, no podía creer que Manhattan fuera ahora una ciudad con esos fines y mucho menos que fuéramos seres diminutos.
Nuestra ciudad no tenía alguna barda o domo para impedirnos salir de allí, era un tanto más difícil, ya que se había escarbado una barranca a los extremos del estado, aunque más que una barranca, era un acantilado, por ahí de los cien metros de altura y se podía ver a lo lejos el resto de las tierras prohibidas o jamás alcanzadas por alguien que ahora estuviera en vida para contarlo.
Otra cosa que sucedía en esta distopía, era que el gobierno nos tenía en sus registros, uno a uno, así tendrían nuestra información y podrían saber que era de nosotros, por ejemplo, podían saber cuándo habíamos nacido y si ya habíamos cumplido los dieciocho, si esto ya había sucedido desde hace doce años y no habíamos encontrado aún nuestra alma gemela, nos condenaban a muerte porque no podríamos prevalecer siendo eternos y ellos no permitirían que nos sobre pobláramos, ya que sí era posible vivir sin un amor tanto tiempo, pero en el ahora, no amar te condenaba a la muerte.
Ahora el amor dominaba más a la vida que el mismo tiempo, pero el gobierno dominaba ante todo, ¿un ejemplo?, nadie conocía por qué presidente íbamos pasando, ya que los recados se daban en pantalla pero solo veíamos una silueta negra y su voz era modificada, una de las tantas cosas que hacía tan distinta la distopía, claro, incluso no había elecciones, pues el que fuera presidente rondaba por ahí en las calles como uno más y esa misma persona elegía a aquel que sería el próximo en tomar el mando y nadie más, sin embargo, había rumores de que había algo que sucedía dentro de la capitanía hacia los nuevos presidentes porque a pesar de que pasaba uno tras otro, todos tenían la misma ideología y nadie había sido capaz de sacarnos de esta realidad.