Trato de contener mis lágrimas mientras observo a Connor despedirse de sus padres. Es la primera vez que lo percibo indiferente ante su presencia, tal vez solo intenta ser fuerte, ya que su madre luce a punto de caer en un llanto incesante y su padre presiona sus labios en una fina línea, quizás evitando hacer lo mismo. Es difícil no llorar ante su partida.
—Ya está, ya está —Se queja Connor por el exceso de besos que deposita su madre, en su rostro—. Los llamaré en cuanto llegue —asegura mientras estrecha la mano de su padre por última vez y voltea hacia mi, su mirada fija unos segundos hasta que la misma se suaviza, es su usual gesto de ternura— ¿Pueden dejarnos solos? Por favor.
Sus padres siguen su mirada hasta mí y asienten a sus palabras, después de un último vistazo a su hijo, se retiran hasta los asientos de la siguiente plataforma. En ello Connor acorta nuestra distancia, para besar mi frente y tomar mi mano entre las suyas.
—No llores —regaña con dulzura, ni siquiera noté que las lagrimas estaban cayendo hasta que atrapa una con su dedo—. A ti te llamaré primero y nos veremos en las vacaciones —Trata de disminuir mi tristeza.
Intento contestar, pero solo consigo balbucear palabras sin sentido y que el llanto se intensifique, no puedo fingir ser fuerte cuando me siento caer a pedazos y él lo sabe, me atrae a sus brazos atrapándome en un cálido abrazo.
Tantas veces estuve en ellos y nunca pude decir lo que sentía, jamás pude conseguir el valor de expresar mis sentimientos en palabras y hoy es el día en que el capítulo se cierra, aún sin la posibilidad de empezar.
—Deja de discutir con la profesora de matemáticas, no puede cambiar las formulas solo porque no las entiendes —susurra en mi cabello, sacando mi primera sonrisa del día y continua con sus consejos—. También olvida eso de hacer manualidades, no importa cuan fácil parezca en el tutorial de internet, no siempre tendrás la suerte de que tu padre consiga despegar tú frente de la pared —Adopta una postura de seriedad, aunque sé que por dentro se burla de mi—. Y por favor, basta de tejer hasta que seas capaz de recordar que solo tenemos dos brazos.
—El tercero era una capucha —Me defiendo, apartándome un poco de él para que vea mis ojos y la necesidad en ellos.
—No Amelia, no lo era —contradice en un tono burlón, sin embargo puedo notar la tristeza en su mirada y de pronto, está oscurece—. No te enamores de nadie mientras no este, recuerda que lo debo evaluar primero. Aceptaré solo al mejor —advierte.
—Quisiera decir lo mismo, pero irás detrás de cuanta falda se te cruce —Intento que mis palabras suenen en tono neutro, y fracaso por dejar entrever la amargura en las mismas.
Él se mantiene en silencio y me siento estúpida por arruinar el momento, han pasado ocho años y aún así, soy incapaz de aceptar el hecho de que mi papel en su vida es la de una simple amiga, y que él ahora estará a kilómetros de distancia, viviendo nuevas historias, con otras personas.
Está quizás sea la despedida definitiva para mis posibilidades, y por ello sufrí mucho cuando me comunicó la noticia, de la universidad en la que fue aceptado.
—El próximo año, seremos prácticamente vecinos otra vez —menciona alegre y presiono mis labios en una fina linea, considerando lo que eso significaría para mi y el motivo por el que esa idea no me atrae.
—Quien sabe, aún no decido a que universidad ir —murmuro vacilante y la confusión atraviesa su rostro, sé que espera que aplique para la suya pero no creo que sea lo mejor para mí y no pude decirlo antes—. Tengo que pensar en otras opciones —agrego mientras me alejo aún más de él, al momento en que suena por los altavoces que en breve será el despegue de su vuelo y debe abordar el avión.
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Fuimos algo.
RomanceAmbos perdidos, rotos y olvidados, buscan la manera de continuar a pesar de que sus corazones atrás quedaron. Y mientras uno quiere volar, el otro desea al infierno bajar, y con ello sus caminos se logran cruzar. Con la oscuridad que los rodea, ¿Es...