Capítulo 7: Fragmentos de una bruja.

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Emma Patterson.

—Así que soy la mala —finalizo el tema. Connor se encoge de hombros, luciendo apenado y dolido.

Desde hace tiempo que lo escucho hablar, y hablar sobre Amelia, como sobrellevar la situación, que decir y cada variante de la posibilidad de lo que pueda ocurrir. Ni siquiera dando espacio a mi cerebro de procesar tanto y ahora me cuenta de que forma, de manera indirecta, puso a mi hermana en mi contra.

—Si hubiese encontrado otras palabras.

—No buscaste otras palabras —reprocho, a la vez que hundo mi cuchara en el tarro de helado y saco una jugosa cantidad—. Querías cerrar el tema de una vez. Lo entiendo.

—¿No estás furiosa? —cuestiona extrañado, tomo una servilleta y limpio las gotas de helado que escurren hacia la mesa.

Estamos es una heladería en el centro de la ciudad, me iba a reunir con alguien y en la espera decidí comunicarme con Connor, una última vez solo para saber si ya había hablado con Ame. De ser así, volvería temprano a la residencia para consolar su llanto, en cambio me informó que necesitaba verme de inmediato y aquí estamos.

Tuve que pasar mi cita para otro día. Ya debe ser algo usual en mi vida, siempre termina volviéndose cada asunto sobre Amelia y sus problemas amorosos.

—Si, lo estoy —respondo con tranquilidad, el tema me disgusta en sí pero lo comprendo y hasta considero que era la mejor salida—. Pero esto no se trata de emociones volubles, sino de decisiones de nuestra vida y esta en particular, es la correcta para todos.

Él ríe en voz baja y niega repetidamente antes de llevar su mano a la cara, para presionar con fuerza su cien y masajear la zona.

—No se parecen —menciona más para si mismo—. No tienen nada en común, es impresionante.

Es una realidad innegable, resultado directo de nuestras vidas, porque aún dentro de nuestra casa y en la misma familia, ella y yo no compartimos la misma infancia. Nunca se vio obligada a forjar mi carácter, no teniendo tantas personas protegiendo sus pasos.

Amelia piensa que soy la persona que le a robado el amor de su vida, en este momento ni siquiera debe querer mirarme y considero el que no sea una buena idea volver a la residencia aún. Sea cuál sea el proceso por el que éste pasando, no me querra ahí. Ella siempre es tan "explosiva"

—¿Cómo la viste al salir de tu cuarto? —pregunto solo para analizar la situación.

—Estaba... rota —Su gesto cambia a uno más sombrío al mencionar la palabra—. Solo tomo su ropa y desapareció. Cuando bajé no había rastro de ella, tampoco afuera.

—Quizás salió corriendo —Me la imagino toda despeinada, aleteando los brazos corriendo en aleatorio. No puedo evitar reír y conseguir una mueca desaprobatoria de parte de Connor—. Oye, yo no le rompí el corazón.

—Silencio —protesta en voz alta, le indico su pote de helado que no a tocado y me lo pasa desganado—. No sé porque sigo aquí, hablando contigo.

—Si, si sabes —aseguro tomando una cucharada de la menta granizada. Tiene un peso gusto— ¿Quién más podría entenderte?

Nunca sentí deseos de ser su amiga o acercarme a él, no solo por la historia que nos antecede, sino porque veo en él una necesidad por ser apoyado o sostenido durante sus crisis. Amelia solía escapar de casa a media noche, para consolarlo cada vez que sus padres peleaban y conmigo no es así, no puedo ayudarlo en su autocompasion.

Pienso que cada quién, debería ser capaz de lidiar con sus cargas o al menos evitar atormentarse con ellas. Una vez que aceptas lo que no puedes cambiar, la vida se vuelve menos pesada y los problemas más pequeños. Y no, no hablo sobre "ignorar" su existencia, sino hacerle frente a lo evidente.

Fuimos algo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora