Cancele mi cita ese día, no encontré forma de deslizarme entre las sábanas y asistir. Después de esa reunión, solo me quedé en mi habitación estudiando e ignorando a Emma y medio mundo. Quisiera ser tan indiferente como pretendo.
Y es que sus palabras continúan haciendo eco en mi mente, no puedo callar su voz y borrarla de mis pensamientos, y lo peor es que sé que sin importar cuanto lo intente, seguirá repitiéndose en un bucle interminable, una alarma que nunca se apaga y no es por lo que dijo, sino por ser él.
A pesar de todo, cuando lo tengo cerca no puedo ignorar nuestra antigua relación, esa amistad sagrada que atesore conmigo desde niña y que con el tiempo se convirtió en el anhelo de algo más. Su perfume, voz y gestos, estan en mi memoria, clavados en el alma aún después de lo que hizo me obligan a escuchar y prestar atención a sus advertencias.
Salvo que no puedo dejarme ser atrapada, si continúo, sin importar cuanto duele podré salir de esto. Aunque deba fingir y sonreír mientras me desangro. Es lo que Chris me aconsejó que hiciera y por momentos me sirvió. Así que seguiré insistiendo.
Tuve suerte de que pasada más de una semana, sin responder sus mensajes o siquiera mirarlos, Scott este de nuevo dispuesto a invitarme a salir y en este caso, se trata de una discoteca. La idea me anima bastante, ni siquiera debería haberme echado para atrás la vez anterior.
Durante estos días, leí algunos comentarios de pasada sobre Chris, más rumores que otra cosa y Ana, me confirma algunos. No puedo explicar porque aún siento interés en ello, pero existe algo en él, un pequeño destello de... dulzura o amabilidad que no compatibiliza con todo lo demás.
Es como si él también fingiera.
Pero no importa, hoy se trata solo de mi y el chico dulce que quiere salir conmigo. Vamos a disfrutar está noche de sábado y quizás, no sea la última si tengo suerte.
Lo triste es que por más que lo intento, no me siento emocionada y es que ni siquiera sé que de hablar con él o si podremos hablar con la música fuerte y la gente apretándonos.
Miro las paredes lilas de mi alcoba vacía, hasta Emma tenía una cita esta noche y se veía en mejor estado que yo, y no es el tipo de chica que sale un sábado por la noche. Así que me convertí en ella y no, no puedo permitirlo.
Solo estoy nerviosa, esta será una gran noche.
No estoy muy segura sobre que usar, nunca fui a un baile antes, y al final una mini falda blanca, y camisa negra son mi elección. Me gusta. Cierro la puerta espejo de mi ropero antes de cambiar de opinión.
Le pedí que espere afuera de la residencia, solo porque me incómoda en cierto grado, que un desconocido sepa mi número de habitación y estoy segura de que para Emma sería igual. Aún compartimos espacio, así que debo respetarlo.
Antes de salir, por impulso voy hacia el espejo, donde borro el labial rosa por uno rojo y aprecio el cambio, me hace lucir llamativa, bella y fuerte, de la misma forma en que quiero estar siempre frente a los demás, y con seguridad me retiro a esperar.
Afuera es una noche fresca, sin embargo no lo suficiente para traer un abrigo y espero alrededor de cinco minutos a que él llegue, en su lujoso auto negro y no tengo idea de marcas, pero puedo asegurar que es una cara.
—Luces preciosa —comenta al bajar las ventanillas de su coche e indicarme entrar, quitando el seguro.
Subo por el lado del copiloto, sonriendo agradecida por su halago pero no tengo la capacidad de articular palabra, estoy muy nerviosa por estar con un desconocido y es frustrante porque ya lo hice con Chris, y no fue la gran cosa.
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Fuimos algo.
RomanceAmbos perdidos, rotos y olvidados, buscan la manera de continuar a pesar de que sus corazones atrás quedaron. Y mientras uno quiere volar, el otro desea al infierno bajar, y con ello sus caminos se logran cruzar. Con la oscuridad que los rodea, ¿Es...