Capítulo 7

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Más de la mitad de la sala levanta la mano. H saca un papel en blanco y, bajo el título de "Misión suicida" comienza a apuntar los voluntarios. 

Todo el grupo de A se añade a la lista, también N y D junto a su respectiva cuadrilla aparecían. G levantó la mano pero paró a H con un ademán antes de que escribiera su nombre.

—No, yo no. Lo siento H, no puedo. Tengo un familiar cercano al borde de la muerte por una enfermedad. Preferiría no dar demasiados detalles—dice G y se nota que le duele incluso revelar esa parte de su vida privada. —En cualquier otro caso me presentaría sin dudarlo, y tú lo sabes, así que disculpa.

A asiente con comprensión y le deja abandonar la sala, tras darle unos díad de vacaciones para que cuide de su familiar. H barre con la mirada para ver si queda alguien más. Como es una reunión urgente, también está presente B y su mano en el aire hace que los ojos de H se oscurezcan.

Baja la mirada sin coger el boli y dobla el papel lentamente, dando las inscripciones por acabadas.

—Bueno, os informaré próximamente cuando sepamos el dónde, el porque y  el cómo—dice H cuando B, levantándose y dando un golpe, le interrumpe.

—Yo quiero ir—se hace notar, gritando.

—No levantes la voz. No vas a ir y no hay más de qué hablar.

—¿Porque? Me necesitáis. Cualquier brazo ayuda—continúa gritando, a pesar del anterior comentario.

—No ayuda cualquier brazo si al cuerpo al que pertenece puede ser matado en segundos porque no tiene el entrenamiento adecuado—le grita H con la cara roja abandonando la compostura para dejar entrever su preocupación.

—No me van a matar—susurra B, consciente de que la dureza de H era solo miedo disfrazado.

—Yo creo que deberías darle una oportunidad—acude en su defensa N, que como se sienta al lado de B, ha oído su comentario.

B se gira a mirarle y le dedica una sonrisa. Después de que alguien te subestimes no hay nada mejor que el hecho de que alguien apueste por ti.

—No tú no has tenido ni un solo entrenamiento—argumenta H como defensa.

—He entrenado con A, me ha estado enseñando—acusa B con un dedo a A, que les mira como queriendo desaparecer.

—Es verdad—se encoge de hombros A.

Empezó a hacerlo después de que B estuviera dos horas seguidas despotricando acerca de la sobreprotección de H y de su propia ignorancia respecto a la lucha por consecuencia de lo primero. 

Se reunían en un gran parque del barrio vecino y practicaban con espadas de madera. También corrían, golpeaban sacos de arena y trataban de cazar palomas para practicar su propia agilidad. 

La primera práctica fue en la época en la que ninguno de ambos lados conocía de la existencia de sentimientos por parte del otro bando. Luchaban tras barricadas y se enfrentaban a base de lanzar indirectas y miradas furtivas. En esta batalla A y B pretendían dejar la guerra en tregua y tener un final feliz. 

Letras con sentimientos[#PGP2018] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora