Capítulo 10

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Ana se mete en la boca la última cucharada de sopa.

No se le da bien poner nombres a los personajes, pero le gusta tanto inventarse historias que, mientras acontecen en su cabeza, parecen casi reales. 

No le gusta nada comer sopa. Pero su madre le obliga, y así al menos se entretiene. Mientras recoge los platos de la comida, hace un repaso rápido en su cabeza.

A vio como caía a toda velocidad un trozo de techo. Se separó del abrazo de B y trató de pararlo con su propio cuerpo. Sintió un coletazo de dolor en los hombros y el peso le venció. Se derrumbó en el suelo con una sonrisa. Había desplazado la piedra hacia su lado de manera que no me cayera también encima de B

No le había salvado porque caerían más, pero le había conseguido algo más de tiempo. Alargó la mano. Quería tocarle una última vez, pero sus fluidos corporales se detuvieron a medio camino. Aquel 0% de poderes se hizo pausible.

B no se movió cuando la roca le cayó encima a A. No se esperaba que A hiciera eso, pero tampoco huyó para esquivar próximos escombros. Permaneció a su lado, intentando levantarla y que A pudiera salir. Vio como alargaba la mano y detuvo sus esfuerzos para cogérsela. Supo que no había llegado a tiempo cuando no le devolvió el apretón. 

Miró al techo, deseando que su fin llegara antes de que empezara a llorar. Su último pensamiento fue Z. A pesar de no creer en los dioses, rezó a todos los que se le ocurrieron para que Z no tuviera que pasar por nada parecido.

C se pasó los dos siguientes meses despotricando contra la ciencia. Era complicado luchar contra algo que le gustaba tanto, pero se sentía culpable. Trató de dimitir varias veces, pero H no se lo permitía. Por eso cuando le despidieron debido a recortes en la AP, se alegró mucho. 

En vez de buscarse un nuevo trabajo, dedicó todo su tiempo libre a un nuevo proyecto. Pensaba sacar a la ciencia del rincón de pensar a cambio de conseguir lo que quería. Lo que su intranquilo corazón deseaba. Una máquina que reviviera gente muerta. Hizo muchísimas pruebas, maquetas y planos. 

Paró el día que, entre conejos muertos a los que no conseguía insuflar vida, se asustó de en lo que se había convertido y abandonó. Dió paz a su corazón y se permitió descansar cuando recordó los límites de la vida y aceptó que no era posible hacer eso.

D también portaba carcoma la mente. Creía también que había sido todo su culpa. D había sido el principio de todo y no había estado allí para intentar que el final no fuera desastroso. La pistola de borrar la memoria no se perdió. En cuanto D vio a A sin conocimiento, perdió su capacidad de pensar racionalmente. 

Se había enamorado tanto que no le pareció mala idea esconder la pistola en el caso de que la luz de sus ojos no tuviera los poderes necesarios. Tener a A en la agencia le aportaba la excusa perfecta para hablar y pasar tiempo a su lado. A pesar de ello, nunca se confesó. Para cuando se dio cuenta estaba en la boda de A, deseando ser B.

E se acabó despertando en el hospital hiperventilando. Había tenido el sueño más horrible que se podía imaginar. Lo peor fue cuando vino el encargado y le puso al corriente de la realidad. 

Si alguien jugara a encontrar las diferencias entre su ensoñación y aquello que le contaban, se frustraría al no encontrar ninguna.

Letras con sentimientos[#PGP2018] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora