ALMA

Capítulo IV

IRITZA/CUPCAKE

Nos fundimos en un apretado abrazo, sin mediar palabra sabemos lo que dice el otro. Lo sabemos.

Envuelve mi rostro con sus rústicas manos de un soldado que ha combatido varias batallas a las que ha sobrevivido, sus ojos muestran la comprensión de un hermano, de ese que perdí. Encuentro demasiadas cosas familiares en él, debe ser el solemne carácter, la inquebrantable lealtad y el aroma a familia que también encontraba en Henry.

- Estaremos bien-. Es lo primero que suelta cuando me vuelve a envolver en sus brazos protectores. Los abrazos que solo Landon sabe dar.

No puedo evitar llorar. Lo hago, como si nunca lo hubiese hecho, me desgarro pensando en cómo Olivia se escapó de mis manos, su última mirada está gravada en lo más profundo de mi interior, jamás se irá.

- Déjalo salir, no fue tu culpa-. Agrega mientras me contiene, Landon lee todo lo que soy con gran facilidad- Nadie pudo hacer nada, eso te incluye, no te tortures- más lloro- deja de cargar con la responsabilidad de que el mundo depende solamente de ti, todos estamos al azar del destino... si luchamos corremos ese riesgo y sabemos a qué nos enfrentamos- esconde mi rostro en su hombro como si fuese el refugio para que nadie me vea- lamentablemente salvar el mundo tiene sus costos-. Termina de decir. Siempre sabe que decir. Me pregunto quién era antes de esto pero hablar de lo que éramos ya dejó de ser relevante, ya no somos más eso que éramos. La pregunta es quién soy yo. Cupcake la despiadada con un record de muertes artificiales en sus manos, la de peor carácter o soy Iritza, ésta Iritza que se destruye con facilidad.

Logro componerme luego de un largo rato de contención y no digo una palabra, hago como si nada hubiese pasado y sin mediar palabra sigo caminando sin siquiera comentarles. El clima es realmente espeso, se siente difícil poder tomar una bocanada de aire fresco, la sed se hace sentir y el cansancio es realmente agobiante. Aún no hay rastros de Hayl.

- Sé que buscamos a Hayl, al menos sabes hacia dónde vamos-. Consulta Landon detrás de mí.

La verdad es que solamente sigo una corazonada. Ignoro su pregunta, no quiero hablar, me cansa hablar.

Me adentro entre unos matorrales selváticos abriéndome paso con las manos y atenta a cada ruido que emite la naturaleza, no sabemos qué clase de animales anden por ahí. Si es que queda alguno.

Llegamos a un pequeño descampado que termina en un acantilado, nos acercamos al borde y puedo apreciar toda una ladera de un barro negro y totalmente húmedo. Agua. Seguro hay agua más abajo.

- ¿Qué es ese ruido?-. Selina apunta hacia los matorrales por los que recién pasamos.

No alcanzo a escuchar nada. Me pongo delante de ella, más cerca de la fuente que emite el sonido. Presto atención. Lo escucho. Pisadas. Corridas. Varias.

- Detrás de mí-. Ordeno.

Apunto con mi arma hacia delante, a la par se coloca Landon y detrás de nosotros quedan resguardados los dos jóvenes, los quiero proteger, nadie los tocará.

Comienzan a moverse a gran ritmo las diferentes plantas que tenemos delante, algo se aproxima. Muy rápido. La luz del sol nos deja ver sus blanquecinos rostros cuando quedan al descubierto. Artificiales. Una veintena de ellos, se colocan en un medio círculo para impedirnos una escapatoria.

- Iritza, Landon, vendrán con nosotros-. Nos ordena uno de ellos.

Me rio.

- Nadie se moverá-. Garantiza Landon mientras nos mantenemos firmes.