Capítulo XIII

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Hayl

Ya me estoy habituando a este lugar, la sombras ya me quedan perfectas, de hecho ya siento que soy un ladrillo más en la pared, es como si solo fuese otra pequeña partícula en este abandonado sótano/calabozo. Abele aparece de vez en cuando para hacerme compañía unos breves instantes, no puede y yo no debo dejar que priorice la amistad, podría echarlo todo a perder y no quiero. Puedo soportarlo. Debo soportarlo.

Luego de dar un par de vueltas dentro de la celda y tratar de limitar mi mente a que no piense en como escapar, vuelvo a sentarme en el suelo. Ahí me quedo esperando a que Abele aparezca, quiero hablar con alguien, aunque sea con él.

Comienzo a escuchar las pisadas de Abele aproximándose, ya mi oído se ha acostumbrado a sus pasos, podría distinguirlo entre miles. Tiene unas pisadas ligeras pero seguras, podría decir que son apenas audibles pero la seguridad con la que camina da cuenta de la fortaleza que tiene.

- Hayl-. Dice con tono amigable.

- Abele-. Mi voz suena cansada.

Abre la celda y me acerco a él. Lo miro confusa.

- No estás libre- veo una mueca de tristeza mientras me pone unos grilletes- Lewis quiere verte, hacer algunas pruebas, no lo sé- está confuso- retrasé esto todo lo que pude pero tendrás que ser paciente y resistir todo lo que puedas, Hayl-. Termina diciendo mientras camina conmigo detrás en quien sabe qué dirección.

Cuando subimos una serie de escaleras comienzo a ver la estructura cilíndrica y de concreto en la que me encuentro, alzo mi cabeza y veo las estrellas, se me hace familiar. Demasiado.

- Cuándo salgamos del reactor verás más artificiales, necesito que finjas desprecio, odio, o muéstrate indiferente-. Me pide.

- ¿Un reactor?, ¿estamos en una planta nuclear?-. Comento.

Puedo sentir la mirada irónica de Abele- Pues a Lewis parecía interesarle Chernobyl, cuenta la historia que hace muchos años todo esto se tornó una ciudad fantasma por culpa de una falla en este mismo reactor nuclear, una fuga radioactiva.... y bueno Lewis es un artificial psicótico y metafórico... se instaló en este lugar aislado de cualquier síntoma de tecnología, un lugar inhabitado, un lugar en el que nadie buscaría y no hay mejor metáfora que terminar donde todo terminó una vez-. Me explica a una velocidad que no proceso.

Me detengo en parte de lo que dice Abele- Suena como un lugar dónde si buscaría-. Digo.

- Pues no lo hicimos- Refuta- Y dado que hay ciento de ciudades así... sería como buscar una aguja en un pajar-. Cada vez habla más bajo- Como te dije, Lewis es muy metafórico-. Abren una puerta metálica e ingresamos en una sala repleta de antiguas consolas y en su interior hay tantos artificiales que no podría contarlos.

Luego de varios pasillos accedimos a una especie de oficina o sala central de mando la cual contaba con un espejo a lo ancho de una pared. Adivinen quién estaba allí. Lewis.

- Bienvenida a tu hogar-. Me observa- Gracias Abele, puedes retirarte-. No puedo evitar lanzarle una última mirada.

Me quedo de pie frente a él. Lleva otro cuerpo totalmente distinto al de la última vez, no sé cómo es que puede ir de un cuerpo a otro.

- ¿Qué se siente la traición?-. Pregunta sonriente.

- No sé, dímelo tú-. Le refuto. Me encanta que no pueda captar el doble sentido en mis palabras. Aunque es un riesgo, podría comprometer todo. Es culpa de Iritza, se te pega lo radical.

- Cómo yo sabría de eso-. Comenta con astucia.

No tardo en responder, actúo natural- Pues yo traicioné, Doyle también, así como todos los artificiales generación cuatro-. Comento con superioridad.

- Los cuales hemos cazado en su gran mayoría-. Agrega. Es una guerra verbal.

- Aquí me tienes-. Lo desafío.

Se levanta del borde de la mesa en el que se había sentado, la tenue luz de la sala deja de iluminarlo y sacude su dedo índice cerca de su mentón, como si recordara algo- Que convenientes palabras has dicho- agrega- ven, acércate-. Me pide.

Voy en su dirección y nos colocamos frente al vidrio espejado. Aplaude con sus manos y las luces al otro lado del vidrio se encienden. No doy fe de lo que veo. Está fabricando más artificiales, pero no como las otras plantas, son cientos y cientos pero se encuentran dentro de capsulas, con un líquido en su interior, cristalizado. Como si fuesen... humanos en crisálidas.

- La última y nueva generación-. Exclama orgulloso- Tu nos has dado como crearlos, cuando te atrapamos aquella vez, pudimos ver como eras por dentro y sabes... encontramos un mejor uso para los humanos-. Sonríe. Se enciende un monitor a mi derecha- Observa-. Me pide.

Cuando volteo a ver... me quedo paralizada. Secuestran a los últimos humanos y extraen... su corazón... y su cerebro con un meticuloso cuidado.

- Ya paras-. Le ordeno.

Él sonríe- Tú no eres mejor que yo, de dónde crees que salieron tus órganos humanos-. Agrega con malicia.

Me derrumbo en el suelo.

- Entendimos tu código Hayl, ahora podremos hacer maquinas inmortales, que no dejarán morir los órganos vitales... Hayl... Seremos inmortales, cuando ellos nazcan, cuando salgan de sus crisálidas será el fin-. Agrega.

- No podrás con los humanos-. Digo.

Él se aleja- No tendré que hacerlo, hemos programado una falla en este reactor, lo hemos potenciado para que pueda limpiar cualquier humano y/o máquina a excepción de la última generación- vuelve a mirarme- el mundo ya no les pertenecerá a los humanos, ni siquiera a los artificiales- se ríe- el mundo será mío-. Termina diciendo.

Siento como algo comienza a hiperventilarse en mi interior. Rompo el grillete con gran furia e inmediatamente sin darle lugar a reacción, atravieso mi puño en su pecho. Muerto.

- No puedes deshacerte de mí-.Dice desde un parlante- No podrás, jamás podrás. Estoy en todos lados-. Agrega.

Me desespero. 

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