mundo humano IV

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Nuestros antepasados han transmitido con recelo una leyenda que explica nuestra existencia tanto a cazadores, alquimistas, híbridos y guardianes, es decir, a todo aquel que haya abierto sus ojos a la magia existente. Así es como inicia la leyenda de tekokokamiktilistli.

Al amanecer y en busca de un nuevo hogar, el quetzal encontró un hermoso árbol, frondoso y de un color verde olivo en el cual fue acogido. A los pocos días mientras el animalito construía su nido aparecieron dos aves de extraordinaria belleza, una de ellas habló y preguntó al ave qué hacía ahí.

–Hola, señora águila, encontré este maravilloso árbol, que extendió su follaje y brindó cobijo a esta ave sin rumbo fijo, la cual su sueño era encontrar un hogar, pero si este árbol le pertenece a usted o a el señor búho me iré de inmediato y seguiré con mi travesía- dijo el animal, las dos aves solo sonrieron causando el desconcierto del animal. Quien ahora habló fue el búho.

–Quetzal, a nadie le pertenece el árbol en el que estás ni cualquier otro de su especie; si te place podrían vivir los quetzales en cualquier árbol con excepción de aquellos dos- el búho señalo un árbol de ramas parecidas a cristales que pertenecía a todas la águilas mientras que en el otro lado se encontraba otra especie de árboles altos, enormes y de tonalidades oscuras.

Las tres especies vivieron felices hasta que el cuervo, celoso de la felicidad de los otros, salió de las lejanías y busco la valla de la flor Daphne, la cual ocultó entre los alimentos de la celebración de la unión de las tribus; el espectáculo fue horrible y devastador, no solo por la muerte de los líderes, sino por la enemistad que surgió entre ellos. El cuervo creyó que después de esto le sería más fácil atacar a las aves y conquistarlas, lo que no planeó es que ellas ya se habían encerrado en una muralla que era imposible de penetrar o escapar.

Al inicio de la separación solo unos cuantos humanos recordamos esa historia, los siguientes líderes creyeron propicio que la humanidad lo olvidara, así podríamos tener un nuevo comienzo, por ende solo lo que lo recordábamos nos volvimos guardianes y con nuestro líder protegíamos que el velo no se abriera nunca más, eso fue hasta que Yisabel, nuestra última líder, intentara volver hacer la paz con las dimensiones y reabrió el velo, vivió un tiempo en cada dimensión y trato de entenderla aunque para su sorpresas no resulto ser como lo que pensó, cuando regresó volvió a cerrar el velo y no quiso saber más de las dimensiones, pero no lo cerró en su totalidad y permitió el paso de seres no humanos a nuestro mundo y de nuevo un ser extraño no se conoce de qué dimensión, entró y la asesinó. Fue así como unos guardianes se convirtieron en cazadores o mejor dicho en inquisidores, asesinando a todo ser que no sea humano y desatando una guerra, ellos perdieron el verdadero sentido de ser un guardián, un guardián protege y trata de entender y jamás juzga, cree que las consecuencias de tus actos son las que te pueden perdonar o castigar. Como puedes ver tu abuelo Maximiliano era un inquisidor y Renata también, por eso tu madre se separó de ellos, porque no entienden el uso de la razón y no tienen derecho a condenar a toda una raza solo por el error de un ser.

-Madre- le indica Santiago a Isabel para que tome prudencia de sus palabras.

-Tiene razón tu madre, Santiago, los actos de los cazadores te metieron en esa maldición, te separaron de tu hija, a nosotros de nuestra nieta y le quitaron a su padre a Ezra.

-Creo que eso es hipócrita, José; tú que te tachas de justo ahora te conviertes en verdugo- le replica mi abuelo Maximiliano con un tono burlón, esto va a terminar mal.

-Claro que no, pero es la verdad ¿o no?, si mal no recuerdo lo sabe bien tu hija, Maximiliano- le responde en un tono tajante.

-Mantengan la calma todos, nadie de ustedes tiene derecho a juzgarse, los actos que cometieron son con los que tendrán que vivir y eso implica afrontar sus consecuencias- menciona Ezra en un tono más serio, así él parece la persona más sensata de cualquiera de nosotros.Sus palabras calman un poco las miradas de odio entre adultos. 

El velo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora