Cuando partió Al-Kyzet fue un día de fiesta en la aldea, un joven más se va y regresaría completamente formado como un hombre, luego de pasar las pruebas del viaje que le esperaba y lograba sobrevivir seria parte importante de la aldea.
Al despedirse de su familia y de toda la aldea, en especial de Mira, se dirigió al norte, la regla así lo marcaba. Paso tres días y cuatro noches andando, comiendo lo poco que lograba cazar y bebiendo de las charcas que cada vez se veían menos.
Al cuarto día llegó a un viejo bosque, donde los arboles llegaban al cielo y rozaban las nubes, enormes rocas sobresalían en llanuras que aparecían a lo lejos, roca y madera, parecían rivalizar en altura.
De pronto recordó la misión que se había propuesto a él mismo, no salió de la aldea por el ritual, sino por su propia voluntad, se hinco junto a una gran roca en forma de un gran edificio y comenzó a orar en una lengua que hacía tiempo no se hablaba, era la lengua de los primeros espíritus, solo los sabios ancianos la conocían y habían jurado no pronunciarla jamás, de pronto se comenzó a formar una densa neblina alrededor de la roca cubriendo por completo la hondonada a la que Al había entrado, a pesar de ello de la frente a el surgió una gota gorda de sudor, a pesar del frio que había aparecido de la nada se estaba ahogando de calor, aunque sentía calosfríos al mismo tiempo, la neblina se comenzó a dispersar enfrente de él y de ese pequeño espacio entre la niebla surgió una sombra, una sombra negra como la noche , parecía que llevaba una túnica del mismo color, pero no caminaba, flotaba en el aire.
Era Lilith, la primera mujer que vivió junto al padre Adán incluso antes que Eva.
Ella se había unido al mundo espiritual, dejando el mundo carnal de lado pero a pesar de ello podía ir y venir de ambos mundos.
-¿Por qué osas llamarme?-le pregunta Lilith en lengua antigua.
-¡oh grande y poderosa Lilith, te he invocado para ofrecerte mi ser entero!
-¿Qué es lo que quieres a cambio?, no me digas, ¿quieres vivir eternamente no es así?
-¡Si mi señora!, si me das ese don me quedare contigo toda la eternidad y nunca…
-¡Basta!-le grito ella- todos los humanos son iguales, solo quieren vivir por siempre, ser dueños de una parte del edén o quieren tener el poder suficiente para gobernarlo todo, ¿no se dan cuenta de que de nada les servirá todo esto?; al final me pagaran a mi o a mi señor y todo lo que hayan construido en vida se derrumbará ante sus ojos.
-No me importa mi señora, ¡lo que quiero es vivir por siempre a tu lado, por toda la eternidad!
-Está bien, si eso es lo que quieres te lo daré, pero hay un pago por ello y será cobrado cuando menos te lo esperes, mientras tanto seguirás viviendo como un simple humano y sufrirás los embates de la vida mortal.
Y de repente así como había llegado Lilith, desapareció ante la vista atónita de Al, enormes gotas de sudor recorrían sus mejillas, tenía los ojos casi blancos por aquella presencia, pero lo había conseguido, pasaría a vivir al lado de Lilith por toda la eternidad, “solo unos momentos más como mortal y estaré al lado de mi amada”, pensaba.
La había encontrado antes en una de sus aventuras cuando fuere más joven, estaba intentando buscar algo de comida para la colonia y no había conseguido encontrar ni una sola planta comestible, “no se por qué hago esto, Baktun sabe bien que no sirvo para esto “,se decía para sus adentros, fue ahí cuando la vio, flotando por entre el bosquecillo, con su figura casi angelical, era simplemente “divina” ante los ojos de Al. Se acercó un poco hacia ella y fue cuando esta lo vio, un pobre chico delgaducho en crecimiento apenas, conmovida por él se le acercó.
-No tengas miedo, me llamo Lilith, vamos acércate te daré algo de comer, ven, vamos…
Al-Kyzet cayo rendido ante la hermosura de su voz y la semidesnudes de aquella fémina, se acercó lo suficiente para ver lo que le ofrecía de comer, un gran platón de plata lleno de frutas en su mayoría desconocidas para él, un gran jarrón de vino y a su lado dos copas rebosantes de dicho elixir.
-Me llamo Al-Kyzet, vengo de la colonia de Lhotr, mi padre, estaba buscando algo para llevarles a mi gente como prueba de mi valía -le contaba mientras ingería aquellos deliciosos manjares desconocidos y ella bebía de aque licor tan exquisito
-No te preocupes Al-Kyzet hijo de Lhotr, yo te ayudaré, solo pídeme lo que quieras y te lo daré.
Al, en los delirios de la juventud,sabia bien lo que quería, nunca había conocido los placeres de una mujer y Lilith estaba ofreciéndose para ello, y asi fue, Al se entregó en cuerpo hacia ella y durante todo el día y parte de esa noche estuvo con ella.
Ya casi por ponerse el sol, estaba agotado, sin saberlo Lilith había consumido la mayoría de su energía, por algo era conocida desde la antigüedad como “la succionadora de energía”, aunque él no lo sabía en aquel entonces.
-Lilith ¿tú me amas?-le pregunto Al-Kyzet al borde del desmayo.
-Claro mi amor, te amo con todas mis ¡fuerzas!, eres el único hombre en mi vida…
Y Al cayó en un profundo sueño.
Muchas fueron las ocasiones en su juventud que se perdia de la vista de todos para buscar a Lilith, incluso se escondia de Mira, la única persona que le había hecho sentir atracción aparte de aquel ente, lo único que lo detuvo fue su cariño de hermano.

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El libro perdido
DiversosUna historia quizá olvidada, pero siempre existente, despues de todo, la historia que sabemos ha sido contada por los ganadores....la parte que desconocemos esconde mucho más...