Parte IV

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Camila da media vuelta, encontrándose con el mismo ser, cara a cara, ahí noto que no solo es color grisasea, tiene toques en forma de líneas de color verde y morado, sus ojos son aterradores, al ser muy similares a un huevo estrellado, por estar fuera del agujero óptico. Ariel la jala de su mano y continúan corriendo, notando de reojo que aún son el centro de atención. Una pulsada en el tobillo de la chica no la deja correr con libertad.

“Solo un poco más”Piensa Cam.

La niebla alcanza a los infantes, pero ellos continuaban con su juego, en un mundo inocente y de fantasía, eso los tranquilizo… por un momento. 

La pequeña y menor de todos, Romina grita con fuerza, aterrorizada, captando la atención de todos. Mientras mira los seres. 

—¿Ella también lo tiene? —pregunta Ariel atirdido. 

—No sabía eso —acelera su velocidad suelta a su novio—. ¡Romi! Todo está bien, mi amor. Sigue corriendo, refúgiate en casa.

Sujetan a Camila, inician a arrastrarla hacia la playa, pelea tirando patadas con el pie liberado, pero no toca nada, atraviesa la brisa. Ariel alcanza a sujetarla de una de sus manos.

—¡No! ¡Camila! —la niña llora de impotencia y desesperación; el resto solo con miedo y confusión, como espectadores. 

—Corran, llévense a Romina —les ordena con dificultad Ariel, sin obtener respuesta—. ¡Obedezcan y no volteen atrás! No se detengan hasta que entren a la casa —alza la voz, para sacarlos del trance, dando resultado.

Andrés, el mayor carga a Romina. Inician a correr, la brisa se aproxima a ellos y entre la misma esos seres. 

—Ariel, suéltame.

—¿Estás loca?

—Protege a los niños, dijiste que los cuidarías, por favor, ve con ellos.

—Regresare por ti. 

—No dudo de eso.

Ariel suelta sus manos, corre en seguida hacia los niños. Ella continua en pelea, se mueve y atora sus manos en la arena, retrasa que la sumerjan. Ariel por su parte, se detiene cuando rebasa a cada uno de los espectros. Toma collar nuevamente, ahora lo coloca delante de él, apuntando hacia las almas en pena, dice: —Yo te invoco Sobek —una energía se hace presente, emanando de tal cruz y a la vista de Camila, unos pequeños cocodrilos perseguían tales espectros. Los que alcanzaban eran devorados, retrocedieron y se refugiaron de nuevo al mar. Al juntarse, su fuerza incrementa, de un tirón, Camila entra a la orilla de la playa, hasta que el agua la inicia a tocar su rostro, toma aire, sabe que en cualquier momento, y así sucedió.

Ariel se aproxima sin bajar el crucifico, la energía alcanzó a Camila, liberando por fin su tobillo, ella se pone de rodillas, para salir de las olas. 

Los niños continuaban corriendo a toda velocidad, Ariel daba un paso y las almas retrocedían. Al verlo como amenaza se fueron del lugar y la energía regreso al collar. Ariel levanta y abraza fuertemente a Camila sacándola del agua.

—¿Estás bien? —pregunta Ariel. 

—Defíneme bien —contesta con pesadez y cogeando—. ¿Qué fue lo que hiciste?

Ariel la carga al notar su tobillo, para sacarla por completo del agua, camina hacia la arena.

—¿De qué hablas?

—Lo de tu collar.

—Eso —sienta a camila, toma su collar, lo pone frente a ella— cura la memoria Lete.

Camila le da un manotazo.

—Deja de decir cosas raras y explícame.

—¿Qué? ¿recuerdas todo? —cuestiona extrañado.

—Obvio. 

—¡Camila! ¡Ariel! —grita una voz conocida, voltearon encontrándose con los adultos y adolescentes, anunciando que los infantes llegaron a su destino.

—¡Mamá! —para ponerse de pie, Ariel la ayudo una vez más.

—¿Qué pasó?

—No lo sé, nunca había mirado de esas cosas y mucho menos forcejeado con uno, fue horrible mamá.

—Te dije que no cambiarían, son una familia de locos —menciona Mariana, apareciendo entre la multitud.

—¿Qué? —pregunta incrédulo Ariel 

—¿No lo sabías? A Camila siempre  le gusta llamar la atención y esta no sería la excepción, ¿verdad?. 

—No entiendo porque dices eso —agrega Cam. 

—De que miras “fantasmas“ y esas pendejadas —se burla.

—Ariel vámonos.

—Anda, ¡corre con tu papi Lalo! Es lo único que sabes hacer, refugiarte en el estúpido viejo.

Camila la abofetea.

—Es la última vez que le dices así a mi papa Lalo, él es quien prácticamente te mantiene. Respétalo mal agradecida.

—Maldita puta, ¡a mí no me vienes a golpear en mi casa!

—¡No, estúpida! Puta tú, que no haces otra cosa que estar publicando fotos con idiotas en las redes sociales y no es tu casa.

—Eres tan doble cara Camila, si tú antes de mi edad, no eras más que una drogadicta ¿Sabías eso Ariel?

—¡No me metia droga! Ariel sabe eso.

—Solo está contigo porque quiere cogerte te dejará en cuando le sueltes el cu…

—Es suficiente —interrumpe Anna — Mi hija no es ninguna cualquiera y Ariel es el chico más lindo que hemos conocido. 

—No se metan conmigo porque no saben de lo que soy capaz ¡par de locas! —grita alejándose. Unos adultos la siguen.

—¡Quiero ver eso!

—Basta, ya no le digas nada — Ariel abraza con fuerza, como si abrieran un grifo, las lágrimas de Cam salieron en segundos, llena de rabia y decepción—. Ya, chiquita, no llores, mi amor —Ariel besa su cabeza.

—Deje que se desahogue, Ariel —menciona uno de los tíos políticos.

—Esa gente se supone que es mi familia —menciona entre sollozos Camila—. Yo no los entiendo, no quería venir aquí.

—Por tu abuelo, por eso lo hiciste ¿Recuerdas? Y hablando de él, debe estar preocupado, vamos, pero tienes que calmarte.

—Está bien —inhala y exhala unas cuantas veces para controlar su llanto, se limpia las lágrimas y caminan hacia la casa.

Maldita (Editado) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora