Parte II

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Como si de karma fuera, un escalofrío recorre el cuerpo de Camila, inicia a buscar a los alrededores en busca de algo o alguien. Se sobresalta al sentir que la sujetan del tobillo con una temperatura demasiado baja. De inmediato se agacha bajo la mesa buscando el causante.

-Eres tú -dice con una gran sonrisa.

Ariel la imita, encontrándose con un niño de no más de doce años, pálido, castaño.

-¿Adrián? -lo nombra, voltea a mirarlo, mostrando sus heridas, una notoria nariz rota, labio moreteado y raspón en su frente.

¿Está aquí? -pregunta nostálgica Anna.

-Sí, mamá, tiene formas peculiares de aparecer -dice tranquila- y tú pillín ¿Qué te trae por aquí?

-¿No te alegra verme?

-Claro que sí, amo pasar tiempo contigo hermanito.

-¿Qué está pasando? ¿Adrián está mal?.

-No, solo un poco sensible -la tranquiliza Ariel

-Salte de la mesa pequeño.

Obedece.

-¿Se van a ir?

-Nos iremos de vacaciones por un corto tiempo.

-Eso espero, no me gusta estar solo en casa.

-Tranquilo campeón, como dijo Cam estaremos de regreso pronto, cuando menos lo pienses estaremos aquí.

-¿A dónde irán?

-A la playa.

-¡Al mar!, me traes una conchita bonita, me gustan mucho.

-¿Una caracola?

-Sí, la pones en mi lápida por favor.

-Lo que sea para ti.

Adrián, mi amado hermano mayor, falleció a los diez años en un accidente automovilístico, yo tenía ocho. Regresábamos a casa cuando un borracho se estrelló exactamente de su lado, entró en coma unos días. Sus posibilidades de que despertara eran casi nulas, decidieron desconectarlo. Su cuerpo fue enterrado, pero mi madre egoístamente no deja partir su alma, aunque no pueda mirarlo ni sentirlo, continúa atado en esta dimensión, por eso yo me encargo de cuidarlo de almas malintencionadas.

Cómo bien habían quedado, Ariel ayudo a una perezosa Camila con su maleta, con la condición de no encerrarse en el cuarto. Camila se burló de la expresión que hizo su novio por buen rato, una dónde no creía que le dijeran tales palabras. Al concluir Ariel se fue a su casa, quedando verse temprano al día siguiente. Lo que más les gustó a los padres, es que le sacaron jugo al fin de semana, pues aparte de ser sábado y domingo, el día viernes y lunes, son festivos, así que visitaran a su abuelo, toda la familia quedó en reunirse.

En la carretera, disfrutan los paisajes, no hay vista más bella que tener al lado derecho las olas del mar y a la izquierda matorrales, cactus y de más plantas desérticas. Un par de horas, llegan a Ensenada, con unos minutos extras, se encuentran delante la casa del amado abuelo.

-Llegamos -menciona Justino.

-Es lindo ¿verdad? -le pregunta emocionada Anna.

-Sí, mucho -dice Ariel admirando todo el paisaje.

-Deja que conozca la familia y cambiara de opinión -menciona amargamente Camila.

-Cam, hablamos de esto antes de que llegara Ariel.

Camila se limita a rodar los ojos.

-Está bien me comportare papá, pero si me provocan no me contendré.

Maldita (Editado) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora