Parte III

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Continúo presentando a su novio al resto de la familia, el chico se adaptó fácilmente al ambiente.

Al anochecer, Camila y Ariel llevaron a los niños a caminar a la playa, mojándose los pies en la orilla, escuchando las olas y recibiendo en sus rostros el aire fresco. Sin perder de vista a los menores, quienes corren y juguetean delante de ellos.

-La noche esta agradable -expresa Ariel, mientras cierra un rato los ojos, disfrutando más la sensación.

-Sí, ni fría ni caliente, está perfecta -apoya Cam, estirando sus brazos.

Ariel observa a Camila, sus bellas hebras castañas, su piel suave piel morena, expresiones tan vivas y hermosas. Su short blanco, una blusa negra de tirantes, con su sudadera robada de él, que notoriamente es más grande. ¡Vaya! Si de perfección, no dudaría en decir el nombre de ella.

Se pone delante de Camila, la sorprende un poco por la velocidad del movimiento. Acaricia la mejilla de ella con suavidad. Baja recargando su frente con la de Camila.

-Igual que tú -susurra sobre sus labios.

Camila estalla en carcajadas, rompe el ambiente creado.

-Que ridículo eres, Ariel -le dice Cam con gesto de asqueada. Retoma su camino, dejándolo atrás

-Eso es ser romántico, no ridículo -le dice incrédulo. La alcanza en un par de pasos.

-Lo dudo.

-¿Sabes qué? Tienes razón, si la noche estuviera fría si fuera como tú, iceberg.

-¡Viva los icebergs! ¡Que destruye todo lo ridículo! -inicia a tararear la canción del Titanic, mientras da vueltas, según ella, está valseando, pero no es lo suyo.

-¿Qué te vi? Mujer fea, desarreglada y sin corazón.

Camila se detiene de golpe, voltea mirarlo con el ceño fruncido.

-Te equivocas, asno, soy natural, no desarreglada y honesta, no sin corazón.

-Pero ¿si eres fea? -escupe burlesco.

-No, soy edición limitada -le guiña el ojo.

-A eso le llamo tener autoestima.

-E inteligente, mi vida. La gente se la vive criticando, uno decide darle importancia o ignorarlo -se detiene un poco desanimada, tratando de creer en sus propias palabras.

Ariel llega por la espalda, la abraza sujetando su cintura.

-O sea ¿que me ignoras? -besa su cuello.

-Ya cierra la boca -dice golpeando el estómago con sus codos, para liberarse de Ariel, él por su parte, se queja sujeta el área afectada-. Los asnos no hablan, solo cargan, sí, mejor cárgame, ya estoy cansadita.

-No -responde con frialdad.

-Grosero.

-Feminazi.

-Machista.

-Bruja.

-Retira lo dicho.

-¡Cami! -lo nombra uno de los niños- ¡Mira una almeja! -corre para mostrarsela, un espécimen mediano de color caqui, vacía por dentro.

Camila se pone de unclillas, esperando a que llegue la infante.

-Es muy bonita, mi pequeña Cecilia, igual que tú -toca su nariz, la niña se ríe.

Una luz roja, parparea constantemente debajo de la camisa gris de Ariel. La saca, mostrando un collar crucifico, en el centro tiene una especie de perla, dónde sale esa luz. Voltea hacia todos buscando el provocante de tal alerta.

Maldita (Editado) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora