Parte V

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Al entrar todos están alrededor de la adolescente quien lloraba a todo pulmón, Olga se dirige a paso apresurado con Cam, Ariel se atraviesa protegiendo completamente a su novia. 

—Quítate, esa niña está demente ¿Cómo te atreves a golpear a mi hija?

—Ella solo se protegió —interviene Anna.

—Pero ella la golpeo y no dejaron que Mariana se defendiera, todos fuimos testigos. —Menciona una

—Si tanto querían ¨justicia¨ ¿Por qué no abrieron el hocico cuando estaban afuera?

—Ni una palabra más Camila.

—Además asustaron a mi Romina con sus idioteces, sabía que no tenía que juntarse con Camila ¿sabes cuantas sesiones de terapia pague para que olvidara esas locuras?

—Yo no le hice ni dije nada.

—¡Me golpeaste y me llamaste puta!

—Bueno eso si lo hice, te lo merecias.

—Quítate estúpido.

—No me moveré señora.

—¡No te entrometas o saldrás embarrado!

—Creo que ya estoy lo suficiente involucrado.

—Perfecto —abofetea fuertemente a Ariel, obligando típicamente a girar levemente la cabeza.

Mantiene sus ojos cerrados y una expresión de dolor, aparece en segundos la marca de la mano color rosa.

—¿Se siente mejor? —le pregunta mientras sonríe de lado sin quitar su mirada a los ojos de la adulta.

—¡No te burles de mí! —agrega furiosa golpeando constantemente el pecho del chico con sus puños cerrados.

Por fin los demás intervienen alejándola de Ariel.

—Olga, deja al niño —dice Anna.

—Vamos por nuestras cosas Cam —ordena Ariel.

—¿A dónde van? —Pregunta su madre preocupada.

—No me quedaré aquí —voltea con su abuelo y le dice: —Es tu casa, lo comprendo, es tu hija y tu nieta, pero yo no vendré a ver cómo te comen ese par de alacranes, no estoy lista para eso —corre para darle un fuerte abrazo, mojando la ropa de su abuelo. Después se dirige a su novio, lo toma de la mano, para salir de la casa.

—Vamos con ellos —dice Erick saliendo de la multitud y corre tras sus amigos.

—Espera, Camila —se detiene, Verónica—. Señora, me iré con ellos, este pendiente del celular. 

—Gracias niña.

Sonríe, toma su bolso, corre a tratar de alcanzar a su novio y amigos.

—¡Oigan! Esperenme —fue lo último que escucharon.

— Sabía que no tenían que traer a esa mocosa enferma. 

— Es suficiente, Olga ya se fue —ordena el abuelo en voz alta—.mi niña ya se fue —repite con dolor en sus palabras. 

—No te preocupes papá, Camila necesita su espacio diariamente, Ariel es buen muchacho, cuida muy bien de ella.

Maldita (Editado) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora