Parte VII

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Al llegar, se sientan a comer, esperando la hora del camión. Entonces unos minutos después escuchan un forcejeo en el baño.

—¿Chicos? Si es una broma, no es nada graciosa —dice desde adentro.

Camila se aproxima al escuchar a su amiga.

—¿No puedes salir? 

—No, dejen de sostenerla. 

—No la estamos sosteniendo Verónica, creo que se atoró —toma la chapa, no da vuelta comprobando que no abre —. Chicos, ayuden por favor. 

Ariel y Erick, se dejan ir, le piden a Verónica que se aleje, para golpear la puerta con su cuerpo. En realidad, la escena les parece graciosa a todos, menos a la víctima del baño, Verónica. 

Cam, tomó su distancia, se para exactamente en el marco, con una leve sonrisa. No puede evitar reírse en carcajadas cuando su novio dió un mal golpe, se soba por el dolor. 

Entonces, una corriente de aire, con brisa, con fuerza, golpea el cuerpo de Camila, borrando su sonrisa. Ella se agacha un poco. Sabía que eso no era un viento común se mantiene alerta, hasta que consiguió escuchar algo, un susurro, una voz rasposa, femenina, con algo de dolor.  

Camila… ven… … ayúdame, Camila…

El viento deja de rodearla, ella se acomoda su cabello. Al observar adelante, el viento toma una especie de forma, la silueta es de una mujer, se mantiene ahí, parada a unas dos casas de ella. Camila voltea a ver a los chicos, después a la silueta, le estira la mano para se aproxime. Camila camina hacia ese especie de alma o manifestación, al estar a unos cuantos pasos, se desvanece para avanzar. Ella, la sigue ciegamente, entre las calles solitarias.

Termina delante de una gran casa, desde afuera tiene pinta de abandonada. Ese viento se introducio en esa casa, y Camila, algo dudosa, abre la puerta para entrar. Una vez abierta, se en encuentra con unas escaleras de inmediato, obligándola a subir, sigilosa en cada paso, en un momento se resbaló por el polvo del lugar, pero logra a sostenerse del pequeño pasamanos que aún hace su función. Suspira por el pequeño susto. Al llegar, solo mira un pequeño escritorio y un gran pasillo tapizado de azulejo sucio, dónde hay muchas puertas de ambos lados.

—Genial, amo las puertas —dice tratando de controlar sus nervios —¿Hola? 

Camina hacia la primera puerta, la abre completamente, mira un gran salón lleno de espejos, unos craqueados, otros rotos, solo uno o dos se pueden decir que están tal vez en buen estado. Los pisos son laminados, su destino igual que los espejos, pero en realidad todo el edificio está de esa manera, con telarañas y moho. 

Observa detenidamente, también hay pasamanos, una banca que solía ser de manera. Siente un escalofrío recorrer su cuerpo, abraza su cuerpo. 

—¿A dónde te fuiste? —le pregunta al viento, sin dejar de caminar. 

Desde a abajo por sus pies, dale un alma frente a ella, pálida y cabello oscuro recogido completamente en un chingo, con su frente despejada. Un vestuario tallado al cuerpo. 

—¿Tu me hablaste? —se aproxima—. Hola, soy Cam —el ser hace una pequeña reverencia. Camila ríe—. Que linda eres ¿cuál es tu nombre? —solo mueve la boca—. ¿No puedes hablar? —niega con la cabeza—. Lo siento, si mueves lento tus labios, podré entenderte —Pero el ser fantasmal, camina hacia un espejo, escribe entre el polvo, moverse nota, Cam mira lo escrito, Elena—. Hermoso nombre, tú ¿cómo terminaste aquí? —se encoge de hombros—. Entendido, pero no sé entonces cómo ayudarte.

El ser se desplaza con agilidad, volteando de vez en cuando para verificar que la siguieran. Inicia abrir de golpe todas las puertas, Camila se tapa sus oídos por el ruido, ahí nota que los salones son idénticos. Después nota como el fantasma continua su camino, al finalizar el pasillo, la casa prosigue con el lado derecho.

—¡Oye, espera! 

Corre para tratar de alcanzarla, , de nuevo encuentra más escalones, sube para encontrar más puertas. Al abrir uno, se encuentra con una recamara, abrio otro par, encontrando lo mismo, entro en la última que abrió. El ser aparece detrás de ella.

—Y entonces... ¿esto era una academia? —asiente, Cam mira en cama unas zapatillas rosas de tela —. ¿De ballet? —vuelve asentir—. ¡Wow! Para mi el ballet es hermoso, todo un arte, pero no soy muy disciplinada que digamos.

El ser se aproxima a Camila con brusquedad, quedando frente a ella, y en lo profundo de sus ojos mostró la conclusión de su vida. 

Ella era señorita de sociedad, la academia de ballet es una dura disciplina y solo las mejores bailarines pueden llegar ser reconocidos, irse de intercambio, ser de su carrera un ingreso para el resto de sus vidas. 

“Elena, una adolescente de dieciséis años, se enamora de uno de sus compañeros, tienen encuentros amorosos algunas noches. Cierto día no le regresa su periodo, sus maestras se dan cuenta. Además de sus náuseas y desmayos continuos. Una prueba de embarazo da positivo, es el inicio de sus problemas. Los padres de Elena la humillaron frente a los maestros y permitieron que el producto sería erradicado antes de que continuará creciendo.

Elena busca refugio en su amado, el cual la rechaza y niega ser el padre de su hijo. Los padres le dicen el dia del aborto clandestino; pero Elena tenía otros planes. Ya que sus compañeros se enteraron de sus acciones, la burla, el desprecio, agresiones, no se hicieron esperar.

En medio del salón de ballet número cuatro encontraron el cuerpo de Elena, colgado en el medio de la misma, con una nota escrito por ella: “Estaremos juntos, por toda la eternidad.”

—¡Basta! Ya no quiero ver, ya lo entendí, detente Elena —pide Camila.

Pero el espectro, mantenía a Camila en trance, donde se alimenta de su vitalidad poco a poco.

Unos pasos se aproximan a gran velocidad.

—¡Camila! —grita Ariel,  para acercarse a ella, llega a cierto límite, recibe una cortada en su brazo izquierdo—. Libérala.

No obtiene respuesta, entonces inicia con el plan "B", saca su collar.

—Te invoco, Libertas.

...

Maldita (Editado) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora