{ capitulo 15 }

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La expresión de Justin se endureció como si estuviera labrada en piedra.

-Se queda aquí.

_____ se giró hacia él.

-No puedo dejarlo aquí... Es mi hijo. ¡Mi responsabilidad!

-Puedes venir a verlo... cuando yo no esté —concedió Justin —. Me ocuparé de que no le falte de nada. Tendrá las mejores niñeras y todas las comodidades y lujos posibles...

-¡No puedes pedirme que elija entre él y tú! —exclamó _____, horrorizada sólo de pensarlo.

-Ése es el trato —repuso él en tono implacable—. La decisión es tuya.

-Lamento interrumpir —dijo una voz familiar, un segundo antes de que Hilary apareciese ante ellos con la cara roja de vergüenza—, pero debéis saber que ya no estáis solos en la casa. Yo me quedaré con Christian, ____. No tienes que preocuparte por él.

Justin le dio las gracias, pero _____ le echó a su tía una mirada interrogativa. No entendía por qué Hilary le facilitaba las cosas a Justin, apartando el obstáculo que suponía la existencia de Christian. Entonces recordó que al cabo de unos pocos días no habría ninguna duda sobre la paternidad de su hijo.

-No quiero separarme de él —declaró con voz trémula.

- Justin y tú necesitáis pasar tiempo a solas como pareja. No hay nada malo en eso —murmuró Hilary en tono tranquilizador, como si aquella situación fuera lo más natural del mundo.

Justin se llevó a ____ hacia la puerta trasera, considerando que todo estaba dicho y aclarado.

-¡Estoy descalza! —protestó _____.

-¡No necesitas zapatos! —respondió Justin. No quería pasar ni un minuto más en territorio enemigo. Se inclinó y levantó a _____ en sus brazos.

-Déjame, por favor —le suplicó ____ mientras su tía les abría la puerta para facilitar la salida.

Helios salió del todoterreno negro con una sonrisa y abrió la puerta del asiento trasero. Justin acomodó a ____ en el interior y se sentó a su lado. Ella apretó los dientes e intentó no pensar demasiado en su indecente atuendo. Por su parte, impertérrito ante la vergüenza de ____, Justin aprovechó el corto trayecto para ordenarle a Helios que organizara un equipo de seguridad para vigilar a su esposa.

-No es necesario ningún equipo de seguridad —arguyó ____ mientras el todoterreno subía por el camino de entrada de la mansión.

-Yo sé lo que es necesario —aseveró Justin poniéndole una mano sobre la suya en un gesto posesivo y dominante—. Te guste o no, al ser mi mujer estás en riesgo, y quiero que estés a salvo en todo momento, sea donde sea.

La presencia de Helios y del chófer hizo que ____ se tragara su respuesta, aunque no se imaginaba qué peligros pudieran acecharla en Speros.

Anatalya los esperaba con la puerta abierta y sus ojos brillaron de satisfacción cuando vio a _____ en el interior del vehículo. Justin la sacó del coche y la subió por los escalones de la entrada como si fuera algo que hiciera todos los días, llevar en brazos a una mujer, su esposa, ataviada con una simple bata. Siempre había hecho gala de esa entrañable desfachatez, incluso cuando era niño, y a ____ le dolió pensar en todo lo que podría perder si se separaban. Por extraño que fuera, hasta aquel momento no se había dado cuenta de lo profundamente arraigado que estaba Justin en sus recuerdos.

Justin se detuvo un momento para encargarle a Anatalya que fuera a recoger la ropa de ____ y preguntarle cuándo estaría lista la cena, y llevó a ____ al dormitorio principal.

_____respiró hondo cuando Justin la dejó en el suelo enmoquetado.

-No podemos actuar como si las dos últimas semanas no hubieran ocurrido.

Justin se giró hacia ella.

-¿Por qué no? Aunque también podrías contarme la verdad ahora. ¿O prefieres que te la saque a la fuerza cuando tengamos los resultados de las pruebas?

_____ suspiró tristemente y se sentó en el borde de la cama.

-Habría sido más fácil si me hubieras dejado en mi casa. ¿Por qué has insistido en traerme aquí esta noche?

Justin se quitó la chaqueta y la corbata y le lanzó una mirada de advertencia para que no ahondara más en aquel tema.

—Voy a darme una ducha antes de cenar —dijo, mientras se quitaba los zapatos.

_____ intentó evitar la tentación de ver cómo se desnudaba, pero fracasó miserablemente. No podía resistir el impulso de contemplar su pelo negro y despeinado, su recio mentón sin afeitar, la poderosa musculatura que se adivinaba bajo la camisa...

-No tengo nada que ponerme —observó—. Me dejé la mitad de mi ropa en el yate.

Justin se echó a reír.

-Por mi puedes cenar conmigo desnuda...

Matrimonio tormentoso -Justin Bieber Donde viven las historias. Descúbrelo ahora