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Tras terminar la preparatoria Akira había optado por seguir estudiando por lo que veía mucho menos a su novio formal. Enfermería era una carrera que llevaba mucha carga y requería precisión al igual que puntos extra. Por lo que Akira pasaba sus mañanas en el laboratorio, completando formularios e investigando por poco cada vez que tenía tiempo libre, aunque cada era menos. Su profesor le hacía realizar las mismas tareas hasta que salieran a la perfección y en un periodo de exámenes lo que menos le resultaban placenteras eran sus horas gastadas en un lugar sin ventanas y luz artificial. Aquella tortura finalizaba en Enero y finalmente cobraría sus dichosos puntos extras y algo de dinero.
Extrañaba pasar sus tardes con Noya y reír con sus chistes, verlo jugar y pasar tiempo con él. Echaba de menos su compañía, sus largos abrazos y sus besos robados. Sonrío ligeramente volviendo a releer por milésima vez el mismo párrafo. Hacía unas horas su padre había vuelto y luchaba en la cocina con la cena.
Akira miró varias veces el teléfono al otro lado del escritorio. Ocasionalmente recibía un mensaje de Tanaka avisándole que saldría con su novio, algo que la ponía en una situación incómoda. ¿Por qué él tenía tiempo para su amigo y no para ella? Bufó haciendo a un lado su apunte de lípidos y aminoácidos. Era obvio que no iba poder concentrarse sabiendo que su novio saldría aquella noche. Diciembre era un mes que solo le causaba estrés.
Se despidió de su padre y tomando su abrigo, se dirigió calle abajo para tomar un autobús. Varias paradas después divisó al dichoso hombre de sus pensamientos caminar cargando un bolso deportivo y una bolsa con recados.
— ¡Yuu!— Él se detuvo, girando sobre sí mismo. Parecía agotado y sin embargo le daba su sonrisa más amplia. Ella dejó ir todas sus preocupaciones y corrió a abrazarlo.
—Pensé que estabas ocupada, Aki-chan.— respondió con su voz algo ronca. Akira de inmediato se separó.
— Estás hirviendo.— Murmuró lo obvio. Ahora que podía verlo de cerca finalmente notó cuan enfermo estaba.—Déjame ayudarte.
Él no se negó, en cambio le entregó la bolsa con medicamentos.
—¿Por qué no me lo dijiste? —Habló intentando no soñar dolida, estaban a pocas cuadras de la casa del muchacho.
—Supuse que vendrías corriendo a cuidar de mi. Irónicamente sucedió.—Bromeó sonriendo ligeramente.— Sé que los exámenes a fin de semestre son muy difíciles, no quería molestarte.
Akira se detuvo en la puerta de la casa de Nishinoya pero él siguió caminando.
—Sabes que eres muy importante para mí, Yuu. —Algo confundida apresuró el paso para poder quedar nuevamente a su lado. — ¿Tu casa no está por allá?
—En realidad quería mostrarte una cosa.
Akira frunció el ceño y asintiendo en silencio tomó su mano. Él la acercó un poco más y guardó sus manos entrelazadas en su bolsillo.
Caminaron juntos a un paso sumamente lento, disfrutando de la caída del sol y el frío invierno hasta llegar a una zona residencial.
La morena nuevamente frunció el ceño al ver que Nishinoya tiraba de su agarre hasta un edificio. Constaba de cuatro pisos como mucho y a pesar de parecer nuevo, las flores muertas y la falta de atención le quitaban encanto.
—No quería mostrártelo hasta que fuese habitable. —Nishinoya nunca vacilaba pero ahí estaba su novio, temblando al colocar la llave en la puerta del último piso. Habían subido las escaleras en un silencio muy tenso y sus palabras empeoraban la situación.
Al abrir aquella puerta, se encontró con un pequeño recibidor. Tras dejar sus zapatos Yuu se le adelantó, permitiendo que ella investigara por su cuenta.
—¿Qué significa todo esto?
Como respuesta obtuvo el ruido de la madera al caminar sobre ella. La sala solo tenía un almohadón donde supuso que había un sillón, una mesa de plástico y las cortinas eran de cartón.
—¿Yuu? —Llamó mirando a través de la oscuridad y la poca luz que recibía de la lámpara que colgaba del techo de forma peligrosa sobre su cabeza.
—Sé. —Comenzó mostrándole las palmas.— que es horrible y no hay muebles, pero quiero vivir contigo a mi lado.
Estaba en el umbral de la sala de estar, la cual conectaba con lo que parecía una cocina y probablemente el baño. Vestía una camiseta gris de manga corta, medio salida del jogging y algo arrugada en el pecho. Su cabello particularmente despeinado le daba un aire inocente y sus ojos le daban una mirada cargada de honestidad detrás de su expresión agotada. Akira había estado las últimas semanas estudiando como una loca para poder tener tiempo libre y pasar una Navidad tranquila. Sin embargo dentro de sus planes nunca había figurado semejante propuesta. Abrió la boca para responder pero a él le fallaron las piernas y se tambaleó. Preocupada dejo a un lado la situación, finalmente poniendo a prueba todo lo que había aprendido.
—Déjame cuidarte.— Murmuró pasando su brazo por debajo de sus hombros. Él sosteniéndose la cabeza simplemente dejó escapar un murmullo que no llegó a comprender.— ¿Dónde está la habitación?
Débil, señaló la puerta medió escondida con cajas y ambos, medio arrastrándolo, entraron.
Sin pensarlo dos veces Akira lo ayudó a tumbarlo en el colchón. Abrió ligeramente la ventana para que ella pequeña brisa helada hiciera su trabajo y rápidamente se hizo con un antigripal y un vaso de agua. Él tenía la mejillas sonrojadas y comenzaba a transpirar de forma alarmante. Se preguntó cuánto tiempo llevaba enfermo. Tras tragar la pastilla dejó su cabeza en la almohada y lo arropó con suavidad.
Nuevamente en la sala de estar se dedicó a prestar mayor atención en los detalles,m y rebuscar en las cajas en busca de algo que le sirviera. Si mal no recordaba habían pasado por una tienda, por lo que se calzó los zapatos y corrió.
Al volver, aún agitada por subir las escaleras de dos en dos, se dedicó a preparar una sopa y chequear que él siguiese consciente. Cerró la ventana pues no contaba con calefacción. Mentalmente preparó un listado de preguntas y avisó a su padre que se quedaría con su novio. Sin nada con lo que entretenerse, comenzó a separar las cosas dentro de las cajas. Se encontró con ropa, un microondas viejo y un sartén hasta que un sonido ajeno la sacó de sus pensamientos.
Provenía del bolso que Noya había dejado en la entrada y supuso que era su teléfono, por lo que rebuscó con algo de vergüenza hasta dar con el aparato. Un nombre poco familiar brillaba en la pantalla. Atendió, lamentablemente.
—¿Noya? — Se mordió la lengua al notar que Akane soñaba particularmente preocupada ante el silencio.
—Akira, la novia de Yuu. ¿Pasó algo?
Al otro lado de la línea un silencio alarmante la hizo fruncir el ceño. Apretaba el móvil sin esperanza. La mujer carraspeó, recomponiéndose.
—Pensé que Noya estaba soltero.
El gusto amargo de la decepción le inundó la boca.
—¿Quién eres, Akane?
Aquel nombre no podía sonar más repulsivo. Su sangre comenzaba a hervir con cada segundo sin una respuesta. Repitió la pregunta con mayor violencia. Tenía los puños apretados pues sentía como sus uñas se clavaban en la palma de la mano.
—Llamaré luego.

Thunder. [Nishinoya Yuu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora