Estaba bastante deprimida con esta historia, pero gracias a sus comentarios en los últimos comentarios me dieron ánimos para seguir. Gracias.
Desde que había llegado Nishinoya las cosas había estado muy tensas. La cena en silencio tras la declaración de Atsushi dejaba a la luz varios de nuestros errores. Él dejó la casa tras un par de palabras, avisándome que pasaría la noche con Asa-chan. Por lo que así habíamos llegado al punto de inflexión tras una cuantas preguntas.
— ¿Qué es lo que tengo que hacer para que no dudes de mi?
Él, bajo la pobre luz de la cocina, me miró sin comprender, todavía apoyado contra el marco de la puerta. Dejé el repasador con el que me había secado las manos hecho un bollo para luego cruzarme de brazos.
— Nunca te mentiría.— Dije con brusquedad acercándome a su cuerpo bajo sus ojos escrutadores.
Desde que eramos niños había compartido la misma estatura, él apenas más alto que yo, pero nunca había sido una traba. Al menos no para mi. Le toque el pecho con el dedo acusador.
— Nunca me preguntaste si accedía a dejarte vivir con otro hombre, quien, por si no te acuerdas, empeoró tu claustrofobia, prácticamente casi te mata y aún así lo tienes viviendo bajo el mismo techo que compartíamos.
Fruncí el ceño mientras su dedo acusador me señalaba para luego posar su mano en la cadera.
— ¿Ahora tengo que pedirte permiso? — Inquirí sin romper contacto visual, totalmente indignada.— ¿Eres mi padre?
— Ese no es el punto.— Cansado o tal vez arrepentido se pasó ambas manos por el cabello.— Es una mala persona, Akira.
— Entonces solo eres controlador.— Bufé soltando lo primero que venía a la cabeza.
— No, no lo soy.— Repuso de inmediato tomando una gran bocanada de aire.—Intento cuidar de ti, pero parece que no pensamos igual.
—¿Tus intentos son llamarme cada muerte de obispo o criticar la carrera que elegí? Porque para eso lo prefiero a Tanaka como pareja, vaya que hasta me trae la cena los miércoles porque sabe que trabajo doble turno.
Con cada palabra me iba soltando aún más, con un sabor amargo en la garganta. Él apretó la mandíbula, frunciendo el ceño.
— No sabía que había conseguido el empleo.
— ¿Cómo vas a saberlo si no contestas mis llamadas? Estás en la otra punta del país y las novedades me las entero por otras personas.— Alcé la voz mientras la furia me consumía.— ¡Incluso en las noticias!
Él cerró los ojos al suspirar para luego taparse la cara con sus manos.
— Sé que crees que no lo intento.— Habló cuando pensé que no lo haría, tomándome la mano.— Sé que es difícil para ti tenerme como pareja.
Su voz casi inaudible me obligó volver a verlo y en sus ojos café noté que la tristeza era real.
— Pero te sigo amando como la última vez.— Prosiguió partiendo en llanto como nunca lo había visto. Nuevamente cubrió su rostro en un intento de parar. Algo dentro de mí se partió y con un nudo en el pecho me abalancé para rodearlo con mis brazos. — Perdón.
Repitió sin cesar a pesar de haberle tomado el rostro con delicadeza. Junté mis labios con los suyos en un intento de calmarlo. Aunque un beso tranquilizador se convirtió en uno desesperado en cuestión de segundos, con manos expertas recorriendo mi cuerpo entero.
— El ambo* te quedo hermoso.— Murmuró cerca de mi oído cuando bajo sus besos a mi cuello.— Eres hermosa, Akira.
Agregó separándose ligeramente para mirarme a los ojos para luego atacar mis labios en un beso lujurioso.
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Tras una sesión agitada y una larga ducha, nos recostamos y nunca la cama me había parecido el mejor lugar de la casa. Mirando el techo, sentí como me mimaba suavemente.
— Dejarte aquí fue lo más difícil que hice en toda mi vida.— Confesó para luego mirarme con cariño a través de su flequillo.— Me encantaría que volvieras conmigo.
En silencio contemplé la idea de dejar todo atrás. Cambiar de universidad, hogar e incluso conocer la gran ciudad de Tokio.
— Lo intentaré, ¿Sabes?— Esbocé media sonrisa acariciando su mejilla.— Sería una buena oportunidad para ver a mamá.
— Deberíamos escaparnos.—Soltó volviendo la vista al techo.—Aunque sea solo por mañana.
*ambo es el uniforme que usan las personas de enfermería, médicos o dentistas, generalmente dentro de la rama de medicina.