La llamada terminó antes de Akira quisiese y una entrante resonó en aquella sala.
—Tanaka bastardo. —Bufó más que enfadada, se sentía traicionada.
—¡¿Akira?!— Su voz no sólo se escuchó por el móvil, sino que algo mitigada provenía del pasillo. La puerta principal se abrió con fuerza, casi con urgencia. Ella estaba arrodillada sobre el almohadón por lo que aguantando soltar el grito del siglo, lo observó desde abajo. Llevaba el cabello algo más largo que la última vez por lo que no usaba gorro en aquel momento. —¿Qué estás haciendo?
—Cuidando de Nishinoya.—Soltó al levantarse. Se dio cuenta que sus manos temblaban, pues al darle el teléfono este casi se cae. Tanaka hizo una mueca aceptando el aparato.— Supongo que ya sabías al respecto.
— No, yo no...
— ¡No es primera vez que sucede!
En la otra habitación Yuu se revolvió bajo las sábanas, tapándose la cabeza con estas. Cayó en la cuenta que la voz que gritaba era la de su novia.
— ¡No es justo!— Vociferó. A Nishinoya se le cayó el corazón a las manos, no era la primera vez que la escuchaba tan dolida. Por experiencia sabía que estaba aguantando las lágrimas.— ¡Lo único que hago es preocuparme y ustedes siquiera me llaman!
Noya pateó hasta destaparse y con pesadez se levantó. Tenía que reconocer que se sentía mucho mejor y que de haber sido por él, no habría llegado a la cama. Sabía que Tanaka estaba allí, Akira no podría gritarle a alguien de esa forma por teléfono, era del tipo de persona que te gritaba en la cara.
— ¡Hace dos semanas que no sé nada de él ¿Cómo quieres que esté tranquila?— Su voz subió varias octavas.— ¡No me pidas que me tranquilice!
Tanaka estaba enseñándole las palmas mientras que la morena, hecha una furia, tenía los brazos en jarra y a juzgar por su postura fruncía el ceño. Noya finalmente se decidió a dar la cara y recibir las acusaciones que su amigo estaba soportando por él. La llamó pero su garganta irritada no se lo permitió. Akira al instante se giró hacia él. Tenía las mejillas rojas y su cabello largo atado en un moño desprolijo.
—¡Tú!— lo señaló acusadoramente. Una vez más volvió a mostrarle las manos como si fuese un criminal.— Me preocupo por ti, te hago la cena y me agradeces así. ¿Por qué le dijiste a ella que estabas soltero? ¡Si no me quieres más en tu vida, solo dímelo!
—Akira...
—¡Tus promesas no sirven de nada si no las cumples!
La habitación quedó en silencio. No sabía que era peor los gritos de una mujer o el silencio que quedaba después. Tanaka se revolvió incómodo, no quería ser testigo de una pelea, nunca le había gustado.
—¿Estás mejor?— Noya sentía la garganta tan seca como el papel y el hablar se le dificultaba bastante. Akira todavía tenía sus ojos verdes casi grises sobre él. Le daban una mirada cargada de reproche.
—No quiero seguir discutiendo Noya.—Su voz sonaba tan débil, el enfado se había esfumado dejando en su lugar una tristeza que le hubiese gustado evitar.— Cada vez que nos vemos terminamos peleando.Nishinoya Yuu posó una mano en el hombro de su amada quien parecía quebrarse ante la tensión del ambiente. Pronunció su respuesta pausadamente, como si intentará recuperar aquella confianza que iba perdiendo poco a poco con una pequeña mentira.
—Perdóname, Akira.
Sus ojos se llenaron de lágrimas, su corazón latía con fuerza contra su pecho y le costaba respirar como cuando se encontraba en el laboratorio. Noya, con sus ojos café puestos en ella, la atrajo hacia él en un abrazo de oso. La morena se aferró a él con fuerza y finalmente largó el llanto que aguantaba. Tanaka unos metros más atrás le hizo unas señas y dejó un bolsón con cuidado sobre el suelo, para luego calzarse los zapatos con una cautela sorprendente.
Akira se había tranquilizado pero aún Yuu la abrazaba con fuerza.
—Me gusta estar así contigo.—Le había dicho enterrando su rostro en su cuello. La leve barba le había causado un escalofrío y sus manos heladas amenazaban con escabullirse bajo su sweater.
—De ninguna forma.— Murmuró ella separándose de él con un sonrojo notable. Sentía la cara arder y aquella sonrisa que él le daba era aún peor.—La reconciliación la dejaremos cuando estés mejor.
Tras un gruñido por lo bajo y una mueca, Noya volvió a mirarla, rogándole su aprobación. Akira huyó a la pequeña cocina en busca de la sopa y haciéndose con el cucharón intentó escapar de sus ojos intensos ojos oscuros.
—¿Lo prometo? —Vaciló interponiendo un plato entre ellos. Él enarcó una ceja con picardía.
Media hora más tarde Noya abrazó con fuerza su almohada pues Akira lo había abandonado tras amenazarlo con un castigo. No sólo había sido feroz y salvaje, sino que se había largado a medias y lo había dejado con las ganas. Noya se había ganando varias marcas en el cuello y una advertencia. Definitivamente su lado celoso era su favorito. Lo traía sin remedio. Había tenido que revelar quien era Akane y la relación que llevaba con la muchacha.Akane Azumane era la dueña del bar en donde trabajaba actualmente. Era la hermana mayor de Asahi y soñaba con hacer miserable su relación con Akira pues le había revelado aquello ni bien había recibido su primer cheque, aunque no su razón para hacerlo. Había evitado todos sus ataques con satisfacción y lo entretenía bastante durante sus horas interminables de trabajo.
Él era el encargado de la limpieza en bar nocturno. No es que fuese el peor empleo pero era simple y gracias a ello había conseguido comprar un apartamento que planeaba remodelar para finalmente, vivir con la mujer de sus sueños.
Noya, sin embargo, había inventado la ultima parte, que en sí había sido verdad hasta hacía poco, y tenía que agradecerlo a la maldita cláusula 17.
El bar era nocturno, pero no era uno tranquilo. Se había ganando el puesto de stripper en una apuesta con la dueña, por lo que era tomarlo o renunciar a las increíbles propinas que recibía.
Desde luego aquello no solo conllevaba el dinero, sino la confianza que había ganado en si mismo durante los últimos meses. Todavía el costaba comprender ciertas cosas y lo único que tenía en claro era que Akira no debía enterarse por nada del mundo.