Error del cap anterior: Enero***
En el caso de que se lo pregunten, sí.
Nishinoya Yuu dormía desnudo. Ignorando el hecho de que sólo llevaba bóxers en pleno enero sin sentir ni un poco de frío, verlo babeando sobre mi almohada era una vista de la cual pensé que no me cansaría.
Me acercó más a él, pasando una pierna sobre las mías y aproveché para abrazarlo.
—Duerme un rato más.—Murmuró medio dormido.
Para mí suerte ya no tenía responsabilidades hasta abril por lo que me permití descansar junto a él un par de horas más.
—Por Jesús, Akira.—Sobresaltada descubrí a mi padre en la puerta de mi habitación con una bandeja y su mirada cargada de decepción sobre mí.—Avísame la próxima vez.
Aún con el brazo de Noya sobre mi estómago, sonreí medio de lado.
—Estabas trabajando.
Mi excusa le hizo cambiar de parecer porque él simplemente hizo una mueca.
—Supongo que ya no eres una niña.—Sentí su nostalgia fingida atravesarme como una flecha.—Feliz cumpleaños.
Se limitó a dejar la bandeja sobre mi escritorio para luego marcharse.
Suspiré al volverme a esconderme bajo las mantas para ganar algo de calor junto a Noya, quien me dedicó una mirada intensa.
—¿Ya se fue?—Murmuró a lo que asentí.—Pensé que terminaría en la calle y tendría que volver a casa casi desnudo otra vez.
—Eso fue hace años.—Reí por lo bajo. No podría olvidarlo jamás en esta vida. Él enarcó una ceja cambiando su semblante por uno serio.
—Fue en Octubre.
—De todas formas fue divertido.—Le sonreí apartando el cabello de su rostro mientras sentía como su mano levantaba mi pijama a medida que avanzaba por mi abdomen.—Todavía te tienes que vestir de conejo.
De repente sus caricias se volvieron cosquillas a lo que intenté deshacerme de aquella tortura.
Supliqué por piedad pero recibí algo mejor a cambio. Atrapada bajo su cuerpo, mi sexo cubierto rozó el suyo generando aquel placer que había extrañado. Un gemido se me escapó, imposible de contener debido a sus besos en mi cuello.
—No querrás que te escuchen, ¿Verdad?—Susurró con ese tono que me erizaba la piel, subiendo con tortuosa lentitud mi pijama.
Moví la cadera para buscar nuevamente mayor placer, sin embargo él detuvo sus caricias casi al instante.
—Paciencia, reina.—Murmuró tomando su tiempo. Mi corazón latiendo con fuerza y con la respiración pesada dejé que finalmente sacara la prenda.
Mis pechos nunca fueron la gran cosa pero él amaba tocarlos excusándose que crecerían con masajes. Pero sobretodo mi culo, del cual estaba más que orgullosa, siempre se llevaba el primer puesto.
Aquel hombre con mejor cabello que el mío y casi más largo, me miró de reojo desde mis panties.
—Yuu.—Murmuré entre suspiros pues había decidido ignorar deliberadamente mi necesitado sexo, besando la parte interna de mis muslos.—Por favor.
Desde la primera vez que estuvimos juntos él se había vuelto un experto en el jugueteo previo. Le gustaba verme reaccionar a su toque. Sacó finalmente mis panties a lo que enterré mis manos en su cabello.
Estaba consciente de lo finas que podía ser las paredes y de lo sencillo que era para mi padre el echar a mi novio de mi casa, por lo que tuve que contenerme en más de una vez.
—Acaba para mí, reina.
Aquello bastó para que alcanzara el climax, dejándome agotada y hecha un desastre. Él solo sonrió haciéndose un moño a lo que solo lo admiré desde abajo.
Desde que había entrado en la preselección japonesa estaba más trabajado, además de que contaba con la facilidad para marcar su cuerpo.
Me recompuse tirando del elástico de sus bóxers.
—Ni se te ocurra decir nada.— Era mi turno de tener el control por lo que me deshice de su ropa interior con facilidad. Él aún tenía una sonrisa torcida en su rostro.—No me obligues a atarte.
Él recostado sobre sus codos frunció ligeramente el ceño. A horcajadas en su cintura titubeé un poco.
—No es que me moleste, la verdad.— Su pequeña sonrisita burlona comenzaba a aparecer.—Pero no conocía este lado tuyo.
Roja de la vergüenza aparté la mirada. Pensaba que lo había ocultado bastante bien pero en un pequeño desliz se me había escapado el más oscuro secreto. Cuando comenzó aquella risita, lo acallé beso algo tímido que fue ganando intensidad a medida que pasaban los segundos.Ese martes tomé la decisión de finalmente aceptar el irme a vivir con él, probar la convivencia entre nosotros y ganar más tiempo juntos.
Para celebrar mi mudanza compré un juego de vajilla blanca con una cierta variedad de colores para decorarlos juntos.
El pequeño apartamento que Noya estaba alquilando estaba en mejores condiciones que la última vez. Las cajas habían desaparecido y a cambio había un kotatsu.
Lo que parecía una manualidad, terminó en una guerra de pintura y por accidente habíamos manchado parte de la pared y el suelo entre risas, la cual fue interrumpida por una alarma en su teléfono.
—Tengo que ir a trabajar, Aki-chi.
Le sonreí con tranquilidad. Desde que me había aclarado que la extraña llamada había sido nada más ni nada menos que la hermana de Asahi, estaba más segura. Había confianza mutua.
O eso creía.
Terminé de limpiarle la cara con un trapo húmedo y mucho esmero.
—Despiértame cuando vuelvas.—Pedí acomodándole el cabello con cariño. Era entrada la noche y no quería dejarlo pero gracias a ello, él se había independizado de su familia y había rentado un apartamento.
Me abrazó con fuerza y antes de despedirse por última vez me dejó un beso en la frente.
—Si tienes miedo puedes llamarme.—Me sonrió y sentí que era la primera vez en meses que todo parecía marchar en perfectas condiciones.
—Te amo, Deidad Guardiana.—Le guiñé un ojo dese la puerta mientras él avanzaba por el pasillo. Sorprendido, me dio una mirada sobre el hombro y me tiró un beso.
—Yo también, Reina.