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Muchísimas gracias por sus comentarios, siempre me levantan el ánimo.

Las palabras tienen el poder de expresar toda clase de emociones, al igual que las miradas. Pueden ser complementarias de las acciones pero cuando comienzan a carecer de sentimiento o verdad pesan mucho más que el paso del tiempo. A su vez, las palabras duelen tanto como un golpe y pueden dejarte embobado, así como también dejarte como un manojo de nervios o simplemente tranquilizarte. Las palabras son como la magia en los cuentos infantiles.

Nishinoya Yuu tenía aquel poder. Podía manejarlas a su antojo y manipular a cualquiera que las escuche. Muchas veces él era conciente de ello y lo usaba para su satisfacción. Así era él. Siempre creí en lo que él me decía pues nunca hice bien mis preguntas.

—Odio lo mucho que te amo.— Le dije a mitad de una nueva pelea que se había generado días después de la dulce tranquilidad.— Nunca me cuentas nada. Esquivas mis preguntas. Tuve que enterarme por Asahi que te habían convocado para la selección en Enero. ¡Asahi!

  — Acababas de mudarte y no quería...

— ¡Es tu futuro!— Chillé cortándole. — No vuelvas a ponerme como prioridad, Yuu.— Recriminé conteniendo la furia.— No puedes siempre caminar siempre por delante de mí para evitarme los problemas.

El silencio nunca le había sentado, lo hacía vulnerable.

  — Si tienes que mudarte, hazlo. Viaja, conoce, disfruta lo que venga pero no te quedes atras por mi. Si lo que te preocupa es el dinero, puedo ayudarte, siempre lo hice.

  —Tus estudios, Aki-chan. Estás trabajando muy duro como para pedirte que vengas conmigo.

— Mi madre vive en Tokio, ¿Sabes? Ella te conseguirá un lugar en dónde vivir, aunque no creo que te haga falta, el estado lo tiene todo pensado, las comidas, la vivienda, el transporte. Estarías cumpliendo tu sueño, Yuu.— La sangre me hervía y podía sentir como me agitaba. Me tragué las lágrimas y a cambio le dí mi más grande sonrisa.— Al menos hazlo por mi.
Nunca se me dio bien mentir, era una terrible mentirosa y él lo sabía. En aquel momento evitaba sus razones para quedarse tanto como él lo había hecho conmigo en los últimos meses. Me usé para su propio beneficio. Aunque a decir verdad, jamas pensé que tenia tanto poder de decisión en su vida. Algo que me asustó.
Ese domingo por la mañana continuó como cualquier otro. En silencio pero con una pequeña diferencia. Ambos sabíamos que era el último.

Aquellos días fueron como si los últimos dos meses jamás hubieran existido, como si siempre hubiéramos sido una pareja normal conviviendo felizmente. Cocinamos juntos, llenándonos de besos y bromeando hasta caída la noche.

Las despedidas era algo a lo que me había acostumbrado durante toda mi vida. Mis padres, los amigos, las mascotas, el deporte. Todo se alejaba de mi vida sin que pudiera hacer nada al respecto pero pensé que fuese yo quien, algunas veces, las alejaba.
Nishinoya Yuu vestía ligero, nunca sentía el frío realmente. Parado a la espera del tren y verificando que los datos fuesen correctos, parecía un adulto. Serio, determinado y sobretodo, triste.

  — Volveré a buscarte, Akira.— Murmuró y aquella vez fue él quien me abrazó primero.

Sus ojos cafe nunca se habían visto tan apagados como en aquel entonces, la brisa que el tren había levantado con su llegada le revolvió el cabello.

Desde que se había graduado se lo había dejado crecer y como consecuencia de levantarlo. Siempre me había gustado su cabello.

Lleve una mano a su mejilla y el dolor se hizo presente, una pequeña puntada en el pecho. Me sonrió de lado y dejó un ultimo beso.

—Odio verte llorar, reina.

Y así, tan sencillo como parecía era, se alejo de mi vida.

Esa noche lloré hasta caer rendida ante el cansancio.

Abril, como el comienzo de cada primavera, dejaba la expectante promesa de que todo podía mejorar. Sin embargo me sentía sola. Habíamos acordado llamarnos y ser sinceros el uno con el otro. Las vídeo-llamadas no hacían justicia a la distancia que comenzábamos a sentir.

Se podía decir que estábamos mejor. Tal vez era porque ya no tenía que juntar ropa sucia o porque la habitación se sentía extrañamente fría y la cama estaba siempre deshecha. Tal vez era porque su ausencia se notaba en cada rincón de aquel departamento. Tal vez era que siempre usaba el mismo plato que él había pintado o por la mancha que ninguno había limpiado en el techo pues parecía una flor. Cocinar para una persona se había complicado pues no contaba con su ayuda en el caso de que hiciese para un batallón. Despertaba al amanecer a la espera de sus pasos que nunca llegaban. Anhelaba su presencia a mi lado en la cama pues me sobraban almohadas y espacio en la cómoda.

  — ¿Akira?— Era Tanaka que solía pasar para dejarme algo de comer. Lo sabía tan bien como yo pues su novia también se había ido a Tokio a buscar un futuro mejor. Le sonreí, dejándolo pasar.— ¿Cómo lo llevas?

Le conté como habían sido mis últimos días, cargados de estudios, practicas y trabajo. Los exámenes se acercaban y me negaba a recursar las materias. Si era por mi me habría anotado en todas y me graduaría a finales de semestre. Desde luego era mas que imposible. Él me revolvió el cabello.

  — Puedes ir a visitarlo, boba.— Rió al verme fruncir el ceño.— Hana y yo nos hacemos un lugarcito cada dos semanas.

Estiró los brazos sobre su cabeza a medida que avanzaba por la sala y se dejaba caer al sofá. Purichan apareció desde la cocina con la misma ilusión que había sentido al escuchar el timbre. Al sentir mi silencio, prosiguió con su anécdota.

—A veces ella viene aunque hay veces que no nos vemos por dos meses.—Soltó una risita algo triste a mi juicio, pero era Tanaka. No había vez que estuviese triste.—Eso es lo malo de mantener una relación a distancia, Aki-chan. Simplemente aprendes a lidiar con ello.

Le dediqué una pequeña sonrisa que en parte daba a entender que lo comprendía. De un salto se puso a parlotear lo buenas que estaban una zapatillas que había visto al venir y me terminó arrastrando al centro de Miyagi.

Thunder. [Nishinoya Yuu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora