Me pareció verte hoy.
Miré de reojo y ahí estabas.
Me di vuelta rápido para que no te escaparas.
Y no eras.
No eres.
Entonces ese dolor, tan conocido, volvió a mi.
Todo junto.
Agua fría corriendo por mi espalda.
No eras.
No eres.
Nunca más vas a ser.
Y aún así te reconozco en la cara de extraños.
Y dueles.
Dueles.
Dueles y es el único verbo que puedo escribir en presente.
Y eso duele más.
Porque no eras.
Y no eres.
Y duele.
ESTÁS LEYENDO
Ser, o intentarlo.
Short StoryUn poco más solitario que el lobo de Caperucita, al que mataron sin hacer preguntas.