Capítulo 1
Experimentos inservibles
Me encontraba atada a aquella camilla observando el techo.
Ya había entrado a este lugar hace un año.—Buenos días paciente 178, ¿Lista para tu sesión de hoy?— dijo uno de los hombres que entró a la habitación —Sí— dije decidida mientras observaba como cuatro hombres más comenzaban a agarrar una herramienta de la bandeja metalizada que se encontraba en una pequeña mesa también blanca.
Todos se acercaron mientras uno de ellos, el cual supongo era el jefe, hizo un corte en mi abdomen y comenzó a abrirlo con unas pinzas.
No sentía absolutamente nada, simplemente veía como la sangre caía y manchaba parte de la camilla y las baldosas blancas del suelo.
—¿Sientes algo?— preguntó otro de los hombres a mi alrededor —Nada, como siempre— respondí resignada. Todos en la sala se miraron con duda, ellos ya no sabían que intentar para que sintiera algo y yo ya estaba cansada de las mismas cosas.
—Bien, hablemos un poco— dijo el jefe mientras se sentaba en una silla frente a mí con una libreta y un lápiz en sus manos; ordenó a los demás que cosieran mi herida y me desataran para que pudiera sentarme.
—¿Nada de lo que te hicimos te duele o te hace sentir algo? Ya sabes como cosquillas, o temor, algo— preguntó esperando mi respuesta.
—Todo lo que han hecho hasta ahora ha sido inútil, y no tengo ningún tipo de sensación o sentimiento— él anotó mi respuesta y preguntó nuevamente —¿Extrañas a tus padres?— mi mirada neutral no cambió ni por un segundo —¿Esa pregunta me tendría que hacer sentir triste o nostálgica? Pues tampoco siento nada, la única razón por la que entré aquí sin ningún problema y acepté sus experimentos era para hacerlos felices a ellos, ni siquiera creo que vuelvan algún día a buscarme— el hombre cerró su libreta y se retiró de la sala junto con tres de los cuatro hombres que vinieron en un principio.
El último había quedado limpiando la sangre que había caído y luego me amarraría nuevamente.—¿No te cansas de que siempre hagan los mismos experimentos?— preguntó mientras me miraba.
—Sí, pero quien sabe, quizás algún día funcione— al terminar de limpiar se sentó a mi lado en la camilla y dio leves palmadas en mi espalda. —Cuando quieras abandonar este lugar puedes decirme, puedes vivir con mi esposa y mi hija en nuestra casa. Les he hablado de ti Joseline y ellas están emocionadas por si algún día llegas a vivir con nosotros— él me entregó una tarjeta con su dirección que guardé en la bata blanca que llevaba puesta.—¡Apresurate Thompson!— el hombre de treinta años miró en dirección a la puerta, revolvió mis cabellos con su mano y me ató nuevamente.
Así pasaron cinco años más.
No recibía comida, solo suero y un vaso de agua diario.
Thompson fue despedido cuando los superiores se enteraron de que mantenía charlas amistosas con los pacientes.
Y yo no había cambiado en nada, quizás un poco, porque había despertado un solo sentimiento, odio; odio por todas esas personas que venían todos los días para hacer lo mismo de siempre, experimentos inservibles y preguntas estúpidas.
Las odiaba con todo mi corazón y había sólo una cosa que quería hacerles sentir.Dolor
Quería experimentar de la misma manera que ellos lo habían hecho conmigo durante años, quería realizar cortes con objetos afilados en todas las áreas de su cuerpo, hacerlos sentir algo que ellos nunca pudieron hacerme sentir a mí, ver como morían frente a mis ojos por algo que yo había hecho.
Y después de que sus latidos hayan cesado, después de que dejaran de respirar, después de ver sus caras horrorizadas y escuchar sus pedidos de clemencia preguntaría.
¿Nada de lo que te hice te hizo sentir algo?
ESTÁS LEYENDO
Nothing
Mystery / ThrillerNada. Joseline no sentía nada. Dolor, amor, felicidad, vergüenza o incluso tristeza eran unos de los tantos sentimientos que Joseline no tenía. Fue sometida a varias pruebas científicas para averiguar si se trataba de un mal funcionamiento neurológi...