Capítulo 3
El escapeTodos entraron apresurados mientras me desataban rápidamente, en ese momento mi cuerpo volvió a obedecerme y con una patada alejé a uno de los cinco científicos a mi alrededor.
—¡Traigan los calmantes!— gritó el anciano —Maldita niña— espetó con rudeza frente a mí.
Mi cuerpo actuó de manera rápida, a pesar de no haber estado parado durante siete años.
Me coloqué detrás de la mesa que contenía la bandeja metalizada con un bisturí y unas tijeras.
Agarré el bisturí y lo lancé dando justo en el ojo de uno de los científicos.—¡Se ha vuelto loca!— dijo uno de ellos mientras salía de la habitación corriendo rápidamente.
Clavé aquella tijera en el corazón del anciano.
—Maldita desagradecida— dijo con un resto de voz, sus latidos desaparecieron y el silencio retornó a la sala.
Lancé un suspiro y miré a mi alrededor.
Por las paredes caía aquel líquido carmesí, y manchaba mis pies descalzos; como en mi sueño.Metí mi mano en el bolsillo de la bata blanca que llevaba puesta, efectivamente allí estaba la tarjeta que Thompson me había entregado hace ya varios años.
Los altavoces volvieron a sonar.
Paciente 178 está fuera de control, ha asesinado a los científicos a su cargo.
Están autorizados a usar fuerza bruta con ella.
Repito paciente 178 es extremadamente peligrosa.Tomé la tijera entre mis manos y cambié mi bata llena de sangre por una un poco más limpia.
Caminaba por los pasillos y escuchaba los gritos de los pacientes, sus gritos de dolor, gritos que pedían ayuda.
Me detuve y comencé a abrir varias puertas, dejando salir a todos, dándoles la libertad que otras personas les habían arrebatado.Otra vez se escuchó el altavoz, esta vez mucho más agitado.
Evacúen, todos los pacientes han sido liberados, abandonen todo y váyanse rápido.
Todos los pacientes salieron, menos yo, yo aún no había terminado.
Necesitaba encontrar a todos y cada uno de los científicos que trabajaban aquí.
Necesitaba descargar mi odio acumulado y la única manera que encontré fue devolverles todo el daño que me hicieron.Entré a la oficina de administración donde se encontraban las fichas de todos los pacientes y de todos los científicos.
A lo largo de mi estadía veinte científicos trabajaron conmigo en distintas áreas; ya sea tratando de hacerme sentir dolor físico o psicológico, pero lo que importaba era que ellos querían hacerme sentir dolor y eso es lo que haré con ellos.Imprimí rápidamente en una hoja las direcciones de todos y salí del gran laboratorio.
Pude sentir el viento chocando contra mi cara, acariciando suavemente mis cabellos y el sol tan brillante que quemaba, acostumbrada a la oscuridad tapé mis ojos con una mano y observé el entorno.
La ciudad había cambiado bastante, me sentía distinta.Me sentía libre
Y este sentimiento de libertad es el que quería junto a mí el resto de mi vida.
Me tiré sobre el pasto mojado, lo veía más verde que nunca.
Aunque mi cara siguiera neutral, por dentro sonreía. Admiré el azul cielo que sobre mí yacía y me dediqué a disfrutar mis primeros minutos fuera del laboratorio.
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Nothing
Mystère / ThrillerNada. Joseline no sentía nada. Dolor, amor, felicidad, vergüenza o incluso tristeza eran unos de los tantos sentimientos que Joseline no tenía. Fue sometida a varias pruebas científicas para averiguar si se trataba de un mal funcionamiento neurológi...